Aunque integrado por muchas “postalitas repetidas”, entre las que refulge la popular y eficaz vicepresidenta Margarita Cedeño de  Fernández, esposa de su amigo y competidor Leonel Fernández, el presidente Danilo Medina ha logrado consolidar un Gabinete con vocación de servicio centrado en lineamientos a veces contrastantes con los de la administración pasada.

Los funcionarios nuevos fueron cortados con la misma tijera –la del estilo boschista peledeísta- que usaron para cortar a los sustituidos y a los que aún “corchan” -o “boyan”-. Son  igualitos por muchas partes, pero más por la de la laboriosidad, la herencia sin litis que recibieron y honraron de Bosch, un trabajador de la literatura y de la política que se entregaba a sus tareas partidarias como si un día fuera de 48 horas. Francamente, el funcionariado peledeísta se entrega en cuerpo y  alma a sus labores, pim pum el profesor Bosch se entregaba a las suyas.

Al igual que el ex presidente Fernández –y es mucho decir-, el Presidente Medina tiene una imagen acrecentada de trabajador, de Presidente que se ensuelve en el afán de  buscarle una salida a los problemas nacionales  urgentes. La gente lo asume –esto es más que una percepción- como asaz trabajador,  afanoso,  incansable en el cumplimiento de sus deberes. “Ese hombre se faja de a duro”, comentaba días atrás una señora, de las que llaman por teléfono a los programas “interactivos” a desahogarse y a  veces a condenar y/o reconocer a los hombres públicos.

La imagen de “muy trabajador” otorgada a un político, en este caso a un  Presidente -de imagen pasada “ni fu ni fa”, entre tayota y pan de agua,-tiene un alto valor político vernáculo en razón de que el dominicano de los niveles medios y bajos glorifica a quien percibe que “se faja”.  Tanto así que en los barrios populares si alguien con esa característica incurre en algún desliz, pronunciado o no, los líderes de opinión de por allí – el  “comunitario”, el profesor/a, el religioso/a, la peluquera “que fue a la universidad”, el barbero, etc.-lo podrían absolver moralmente con expresiones como la de que “…pero él es muy trabajador”.

La imagen de trabajador denodado fue la que mantuvo a flote al doctor Rafael Suberví Bonilla con ocasión de ser por tres períodos Síndico del Distrito Nacional, equivalente a Alcalde de las cinco municipalidades en que ahora se divide el Gran Santo Domingo, y  de quien fui asesor de comunicación en su último período. “Un Síndico que Trabaja”, fue su lema.

Hay que reconocer que el funcionariado del Presidente Medina se esfuerza por seguirle el paso mediante la instrumentalización de políticas que procuran los objetivos trazados por el equipo político que contribuyó a sentarlo en la silla presidencial. Resaltan, a más de los titulares de Obras Públicas y de Agricultura, a quienes hube de resaltar en el anterior artículo, el de  Interior y  Policía, hombre de salidas bruscas, aunque maromero controlado, el de Turismo, de buenas luces, político creativo y realista al propio tiempo, el de la Presidencia, una especie de Segundo Vicepresidente de la República, el Administrativo de la Presidencia, un agachado, esto es, por debajo del medio perfil público, y el Director de Impuestos Internos, economista, buen comunicador empático, que sabe cristianizar el complejo lenguaje de las resoluciones y del tramado impositivo.

Desde luego que no todos los funcionarios pasan “con 80, y sin sacar chivo”…como los “chivazos” que saca “el Pediatra de Medio Ambiente”, mi insuflador de “Miedo Ambiente”, como cuando rebasó el “Record Guinness de Fantasmosería” por haber sembrado más de 9 millones de  árboles -¿en dólares?- en su calva en 10  meses. O quizás los sembró en el despacho del Ministro -¿Guitarrista?- de Cultura, quien ni hace …ni dice que hace…

…Porque este tipo tiene vergüenza.