Una de las palabras más preciadas de la política dominicana es la de "plan". Todo son "planes": planes para dañar honras, planes pilotos, planes macabros, planes de desarrollo, planes para unificar la Isla de Santo Domingo, planes preventivos -oh diosa cacofonía!-. En una época aparecieron conceptos bellísimos, como "planes del milenio", algo que me recordaba aquel libro con el que aprendí a redactar, a principio de los Setenta, y donde salía una imagen del mundo en el 2000, con estaciones espaciales en la luna y cosas por el estilo.
Si hiciésemos una lista donde intervienen los "planes", le concederíamos un papel más negativo que positivo. Desde antes de la misma proclamación de la República Dominicana existieron planes, como el convenido entre Buenaventura Báez y Monsieur Levasseur, cónsul de Francia en Haití, para financiar la Independencia a cambio de la concesión de la península de Samaná al país galo. Pero positivos o negativos, "los planes" son algo así como el "me quieres, no me quieres", que pocas veces conduce a un "hemos cumplido ya los planes".
Después e 1844, los "planes" no nos han dejado. No ha habido voceros de gobierno alguno que no haya proclamado que habían "planes" para tumbarlos. ¿Paranoia colectiva? Evidentemente habían razones para tales creencias, pero por otro lado también semejantes "planes" se convirtieron en parapetos para justificar el acentuamiento de la fuerza, el poder, cuando no el abuso.
Ahora que el dominicano lee más que nunca -la pantallita del celular es más vista que los rostros de enfrente-, cuando se habla y se oye como nunca -¿alguien se monta en un auto sin prender automáticamente la radio?, cuando la polución sonora-visual ha roto en mil pedazos nuestra capa de ozono del viejo sentido común de convivencia, los "planes" se convierten en recursos más que obligatorios para estar y hacerse presente. El presidente de la Junta Central Electoral, por ejemplo, acaba de reunirse con el mismo Jefe de la Policía, para que determine un "plan" para dañar con su honra por las redes sociales. ¿Prueba del delito? Como sin mensajes en twitter y un afiche publicado en facebook. ¡Ojo, feisbuqueros! ¡Cuidado con las honras y también con los planes!
El cocktail molotov que son la ineficacia, el abuso, la corrupción, la creatividad, la inteligencia y la originalidad alrededor de "lo dominicano", nos han puesto en los titulares de la prensa mundial. Darle un "Republique Dominicaine", un "Dominican Republic" o incluso un "Dominikanische Republik" a cualquier máquina buscadora de los principales periódicos extranjeros, ¿qué nos arroja? Veremos que fue un dominicano el primer en auxiliar a las chicas de Cleveland, que fueron dominicanos los de la banda que armó el primer gran atraco mundial dólar a dólar en el siglo XXI -no como los bancos o los consorcios, que lo hacen a diario por internet. Ya tenemos un verdadero dominicano "Honoris Causa" en los Estados Unidos -el escritor Junot Díaz-. Hay otro que triunfa en la pelota de Taiwan con sus jonrones y payadas. También tenemos más de 22 mil dominicanos que por tener padres haitianos son víctimas de un genocidio jurídico, mientras Diego El Cigala en cuestión de un mes ya será dominicano de pura cepa.
¡Ah!, y sí, somos los dominicanos "Campeones Mundial" de Pelota, y casi casi llegamos obtener el Papado, si no hubiera sido porque el argentino tenía más verbo..
Pero todos son planes en el país. En estos los Estrategas de Santiago planean borrar una serie de casuchas, casas y casetas que afean el entorno de la Catedral, en vista del Plan de Embellecimiento de la misma Catedral. Que Santiago de los Caballeros haya perdido su corazón histórico, teniendo ahora las mayores ofertas de parqueo del país, y que sobre eso sigan devastando la ciudad, porque los 380 millones de pesos que costó la reparación de la Catedral no sean suficientes, tal vez sean parte de otro plan. ¿Un plan divino?