El alza del dólar a su mayor nivel en varios años y el incremento de los combustibles a registros históricos sellaron  el viernes una semana de incertidumbre, ensombreciendo la apagada celebración del primer año de  la presidencia del señor Medina, escasa de luminosidad. Los efectos de estos aumentos hicieron polvo muchas expectativas debido a su impacto alcista en los precios al consumidor de una amplia gama de productos de alto consumo.

Sin muchos logros que mostrar al cumplir la cuarta parte de su mandato, con serias dudas sobre el éxito de los planes de alcanzar la ambiciosa meta de diez mil nuevas aulas escolares para noviembre,  y las tardías entregas de las prometidas ayudas a los productores en las visitas semanales del presidente al interior, las nuevas subidas de precios , el encarecimiento de los combustibles y la depreciación de la moneda nacional, arrojaron dudas acerca  la efectividad de las políticas económicas y sus eventuales efectos políticos y sociales.

Con grandes cuestionamientos relacionados con la pobre percepción sobre el compromiso presidencial de enfrentar la corrupción, presente y pasada, y la onerosa carga tributaria impuesta al comienzo del mandato para encarar el enorme déficit fiscal legado por su antecesor, la administración Medina puede verse en los días por venir con un cúmulo mayor de demandas que las que ha debido enfrentar, hasta ahora sin ningún costo político, desde que asumiera el cargo. Las crecientes expectativas de cambios ministeriales, impulsadas por una tradición de cinco décadas, dejan una sensación de vacío y frustración en el ánimo público, sin señales acerca de la posibilidad de una pronta anhelada renovación en la cúpula burocrática del gobierno.

La semana laboral que hoy se inicia nos mostrará sus efectos  en el futuro cercano.  Pero el panorama  no permite muchas esperanzas.