Una  justicia desarraigada a pesar de que hay jueces honestos, con cierta independencia política que apenas sobresalen. Porque jueces honesto jamás hubieran dictado las sentencias que impactaron a todo el país en los casos de Félix Bautista y el Síndico de SFM. El desaliento ha invadido a los dominicanos por estos hechos tan alarmantes y vergonzosos.

Lo peor es que un ex presidente y potencial candidato para volver al poder en el 2016, esté detrás de estos hechos. Porque ese personaje, responsable en gran parte del desfalco más grande del erario público registrado en nuestra historia, domina el poder judicial, una buena parte del Congreso, la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas y a mucha gente poderosa a los que hizo rico mediante onerosos contratos y otros medios ilícitos.

El Presidente Medina, que forma parte del mismo partido político que los inculpados en múltiples actos de corrupción, deja en manos del Procurador algo que es imposible de lograr. Someter a esas personas a la justicia para que paguen por sus delitos, sabiendo de antemano que nada pasará, excepto ganancia político para su reelección.

Medina sabia que aun con el descargo de Félix Bautista, estaría golpeando a Leonel en la frente.

Y como para burlarse del país, la SCJ nombra como juez del caso Bautista a un destacado miembro del mismo partido, lo que claramente indicaba un descargo anunciado, al margen de las 10 mil o 20 mil páginas de evidencias. El juez simplemente se entretenía mientras oía toda esa cantaleta de acusaciones que en nada influirían en su decisión previamente tomada.

Ahora vienen las apelaciones y si alguien espera algo diferente con la reciente declaración del Presidente de la SCJ, atacando abiertamente al Procurador y calificándolo de irresponsable, entonces vive en otra galaxia.

Excepto los francomacorisanos, que han convertido su ciudad en un frente de lucha contra esas y otras injusticias, nadie levanta un dedo.

Desaliento total de todo un país que ha caído en las redes de la dadiva clientelista, la injusticia, el chantaje, la impunidad, la corrupción, el vandalismo político, la delincuencia  y el desgobierno.

Aquí ya todo se vale porque no hay castigo para los delitos que cometen los que están vinculados al poder. Los que atrapan con drogas salen ilesos por su vinculación con las altas esferas político-militar, los funcionarios que roban son descargados por una justicia secuestrada por el partido gobernante y los que lavan miles de millones de pesos a la vista de todo el mundo, pagan por su protección y disfrutan su dinero mal habido sin ningún temor. Muchos de ellos son tratados como héroes nacionales y promocionados como ejemplo de trabajo y honestidad en revistas sociales.

Pero no te robes un salchichón porque te condenaran a 10 años de cárcel.

A pesar de todo, muchos piensan que vamos por buen camino ya que la económica crece con fuerza aunque pocos saben como lo hace. Las cifras sobre el desempleo y la pobreza son manejadas desde un escritorio y suben o bajan según la conveniencia del que está gobernando. Un genio de la economía, que se mantienen en el mismo puesto hace 10 años, dijo que la pobreza en el primer año de Danilo había bajado 5 puntos porcentuales respecto al año anterior, cuando gobernaba Leonel.

La gente ya no sabe en quien confiar, mientras la credibilidad en los líderes políticos de la oposición cae a su peor nivel en muchas décadas. El desaliento es generalizado porque no se ve en el horizonte nada que haga posible que las cosas cambien o mejoren. Y si me hablan de Danilo Medina, cuya popularidad está fuertemente influenciada por el poder mediático,  su intento reeleccionista seria el más grande retroceso de los últimos años para la democracia dominicana.

Aquí nada ha cambiado y si algunas cosas han mejorado, hay muchas más que han empeorado. Simplemente seguimos retrocediendo.