El caso del senador Darío Gómez

SANTO DOMINGO.-Uno de los casos más sonados en los anales del crimen organizado en la República Dominicana fue el del senador Darío Gómez Martínez, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) asesinado por cuatro delincuentes durante el asalto a una vivienda la noche del 11 de diciembre de 2001. Es decir, el próximo día 11 de este mes se cumplirán 11 años de la tragedia. Gómez Martínez era representante por la provincia de  Santiago Rodríguez.

En un país de ficciones y absurdos, no es una sorpresa que haya  transcurrido más de  una década de ese suceso que consternó la sociedad dominicana y todavía no están claras las razones del asesinato, aunque el rumor público lo atribuye al cartel de Medellín, en represalia porque el senador había presentado en el Congreso un proyecto de ley contra el narcotráfico.

Sin embargo, otras voces señalan que el caso de Gómez Martínez  fue “un crimen de Estado”, por ser un agudo crítico de las acciones de su propio Gobierno, entonces presidido por Hipólito Mejía, a tal punto que el confeso sicario Carlos Evertz Fournier, quien se jactaba diciendo públicamente que en su vida había asesinado a 38 personas, reveló en un programa de televisión que había sido contactado por un general de la Policía para que, a cambio de un millón de pesos, asesinara al senador. Carlos Evertz Fournier, tiempo después de esa revelación, fue muerto a tiros en la ciudad de Santiago mientras esperaba transporte en una parada de guaguas, para ir a su trabajo de jefe de seguridad de una empresa en la vecina Puerto Plata. Evertz Fournier era  un testigo clave en el juicio que se siguió a los acusados de matar al senador. El asesino del sicario huyó en una motocicleta.

Los delincuentes que mataron al legislador fueron atrapados por la policía pocos días después del crimen, ocurrido en la calle Cuarta número 15, sector Villa Hermosa, en la zona oriental de la ciudad. Los miembros del grupo fueron identificados como Ernesto Antonio Meléndez Vásquez (a) El Chino, Carlos Manuel Gerónimo Alfonseca (a) Carlos Collares o Ki, Pedro Urbano Piña (a) Kelly, Ramón Antonio Rosario Taveras (El Gringo) y Domingo Daniel Minaya Jiménez o Pedro Domingo Lugo (a) Domingo La Ford o El Mago, imputados de violación a los artículos 56, 265, 266, 379, 383, 383, 384, 385, 309-3, letras a y b; 295, 296, 297, 298 y 302 del Código Penal Dominicano, y los artículos 39, 40, 50 y 56 de la Ley 36 sobre porte y tenencia de armas de fuego.

Pero lo más insólito del caso es que se suponía que los imputados guardaban prisión por otros crímenes y delitos, sin que jamás llegara a saberse cómo salieron de la cárcel para matar al senador.

En sus declaraciones a la justicia,  Carlos Manuel Gerónimo Alfonseca, quien dijo ser el cabecilla de la banda Los Collares, él y sus acompañantes salieron de sus casas con el objetivo de robar,  recorrieron varias zonas de la capital y no encontraron nada. Entonces decidieron ir a la zona oriental y al pasar por la calle Cuarta número 15, del sector Vista Hermosa, encontraron una yipeta estacionada en la calle y un portón semiabierto. Allí estaba el senador Gómez Martínez  junto a su esposa Delfina Martínez, quienes habían ido a felicitar al comerciante Martin Durán que cumplía 72 años el día siguiente.

Los delincuentes penetraron  la verja, hirieron al chofer armado y en el forcejeo también balearon  mortalmente al senador Darío Gómez Martínez, quien varios días después murió en la Plaza de la Salud. Uno de los balazos le lesionó la vena femoral y es probable que el desangramiento fuera mayor por la dilación en llevarlo a la Plaza de la Salud, dada la distancia del lugar de los hechos y porque antes fue atendido en una clínica de la zona oriental.

En un artículo sobre el caso publicado en la revista Ahora por el ex fiscal Guillermo Moreno, este dijo que  literalmente podría decirse que se trata de una pura casualidad del destino que la vida del senador Darío Gómez Martínez  se cruzara con esta banda de desalmados, encontrándose en el lugar y momento inadecuados. Sin embargo, si los hechos anteriores se contextualizan en que el occiso era, no sólo un legislador de la República, sino el senador más polémico de los últimos dos años, resulta entonces que estamos ante un suceso que tiene una probabilidad de ocurrencia de uno entre ocho millones, y como tal debe ser tratado. Son muchos los cabos sueltos que la investigación no ha logrado esclarecer”.

Según el ex funcionario judicial, lo primero que llama la atención es que este grupo de asaltantes aventureros se decidiera a cometer sus fechorías precisamente en un lugar donde había vehículos con placa oficial, lo que aumentaba los riesgos de encontrar personas armadas, policías o militares. Conforme la versión de los asesinos confesos, el móvil fue el robo. Sin embargo, desde el principio se dijo que los asaltantes despreciaron los ofrecimientos hechos por la hoy viuda Gómez Martínez  de que tomaran sus joyas. En ningún momento los asaltantes revelaron que se trataba de un asalto u ordenaran a todos a entregar sus pertenencias. Más aún, son los primeros ladrones del mundo que luego de dominar la situación, en vez de robar optan por retirarse, pues hasta donde se conoce, a excepción de la pistola del senador, no sustrajeron ninguna otra pertenencia, prenda o dinero”

Los asaltantes, al irrumpir en la residencia,  habían procurado e identificado a “Darío”, a quien parece buscaban. Todo lo anterior se agrava por el hecho de que entre los asaltantes y asesinos había uno encapuchado. Este sujeto parece ser la clave si quisiera profundizarse en otras posibles causas de un hecho tan horrendo, pues de  no ser el robo la motivación de este crimen, se trataría entonces de una muerte por encargo contra un senador de la República. La gravedad que encierra esta posibilidad, en cualquiera de los escenarios, es tal que no puede ser ignorada por las autoridades. Si las dudas que hoy pesan sobre la investigación no son esclarecidas la población creerá que se trata de un crimen por motivaciones originadas en una lucha de intereses entre los grupos del bajo mundo de la política criolla”.

El ex fiscal Moreno se pregunta: “¿Y si fuera cierto que ésta es la motivación oculta del asesinato del senador Gómez Martínez? Estaríamos entonces ante un síntoma que revelaría que la enfermedad del sistema político es de una gravedad mucho mayor de lo imaginado Desde hace tiempo se viene observando en el país un deterioro creciente de la credibilidad de los partidos y de la falta de legitimidad de gobernantes y representantes. Es admitido por todos cómo el sistema político está dominado por una lógica corrupta que arropa la elección interna de los partidos, a las campañas electorales y, posteriormente, el desempeño de la función pública de la mayoría de los que resultan electos. Pero no se tenían evidencias de que el nivel de crisis del sistema político pudiera llegar al crimen. De ser así, preparémonos para lo que lo por está por venir”.

Carlos Enrique Evertz Fournier, quien imputa la autoría intelectual del asesinato del senador Darío Gómez Martínez   a un  general de la Policía, había sido interrogado por el juez que investiga el crimen unos dos días antes de su entrevista por televisión.

Según informantes, su nombre emergió en el transcurso del proceso investigativo que condujo el magistrado Nelson Rodríguez Solís del Quinto Juzgado de Instrucción, por lo que fue interrogado en calidad de informante.

En diciembre de 1999 Evertz Fournier fue sometido a la justicia junto al segundo teniente policial José Encarnación Montás, suspendido en funciones en la ocasión y de Juan Eugenio Peña Piñeyro, bajo cargos de comercio y porte ilegal de armas de fuego. El 15 de agosto del 2000 fue descargado por insuficiencia de pruebas por la primera sala penal del Distrito Nacional. En el expediente 99-118-11751 se le atribuyó el robo de una pistola calibre 9 milímetros de la residencia de Alfredo Rosario Díaz, quien la portaba con permiso de Interior y Policía, renovado en 1994. Evertz Fournier la vendió a Peña Piñeyro por catorce mil pesos sin documentos legales, por lo que el comprador se la entregó al segundo teniente Encarnación Montás para que legalizara el porte, la tenencia o ambas.
Pero el juez interino de la primera sala, Ignacio Camacho Hidalgo, los descargó a los tres por insuficiencias de pruebas, al acoger un pedimento en ese sentido del entonces representante del ministerio público, Luis Olalla Báez, quien argumentó que el querellante Rosario Díaz no firmó la querella y no se presentó a ninguno de los requerimientos del juez instructor.

El trío estuvo recluido en la cárcel de Najayo desde el 19 de enero del 2000 hasta el 8 de octubre del mismo año, cuando el fiscal, Máximo Aristy Caraballo, ordenó que fuera liberado. El Fiscal en cuestión rehusó  responder a preguntas de los periodistas en torno a las declaraciones de Evertz Fournier. Sin embargo, trascendió que el funcionario mandó a buscar el video de la entrevista realizada por César Medina a Carlos Enrique Evertz Fournier para observarla en su despacho. En la entrevista de televisión pre grabada,  el matón aseguró a sus interlocutores Medina, Cristhian Jiménez y Luis Mejía que el senador fue asesinado por órdenes del cártel de Medellín, en represalia contra el congresista, quien había introducido un proyecto de ley para castigar con penas mayores el delito de lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

Gracias al proyecto del finado senador Gómez Martínez,   el país cuenta hoy con una legislación que castiga de manera severa ese delito.  Gómez Martínez   introdujo la modificación a la legislación relativa a la extradición de dominicanos que cometieran delitos en el extranjero.

Si bien su esfuerzo no fue en vano, todavía hoy la opinión pública tiene la secreta esperanza de que algún día su asesinato será debidamente aclarado.

Como  responsables del hecho criminal fueron  condenados a 30 años de prisión  Domingo Daniel Minaya Jiménez (El Mago),  quien  había sido sometido a la Justicia en más de 20 ocasiones  por robos a mano armadas y había participado en más de 30 asaltos; Carlos Manuel Jerónimo Alfonseca (Carlos Collares).
Además Ernesto Meléndez  Vásquez (Chino), Ramón  Antonio Tavares (El Gringo) y Pedro Urbano Piña (Kelley).

Carlos Collares murió tiempo después en la cárcel de Monte Plata, luego de ser apuñalado durante una supuesta riña de presos.

Sabía demasiado.