Mientras más estrecha es la

Mente, más amplio es el discurso.

T. Cook.-

En  este discurrir de la vida, que en ocasiones parece detenerse, sufrimos alucinaciones que a diario nos hacen creer que vivimos en un eterno deja vu, donde ponemos en duda de si estamos llegando a ser locos o sinvergüenzas todos. Como dijo George Orwell en su novela de genero ficción política, distópica, escrita en el 1949, ambientada en un futuro imaginado en el 1984  y publicada con este último nombre  “1984”,  donde trata de los riesgos del exceso de gobierno y el totalitarismo sobre las personas y la sociedad, escribió que: “Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad”.

Ahora, en este momento, cuando se nos hace difícil reconocer verdad o mentira, cuando las creencias se han convertido en “percepciones”, normalmente equivocadas cuando provienen del pueblo, parecería interesante cuestionarnos si en realidad esta novela de ciencia social ficción no fue escrita durante este mes. Porque debido a esta política de caricatura y estos “líderes” y funcionarios de doble personalidad, enchapados en oro cual dioses del Olimpo, se nos hace cuesta arriba obviar a Orwell cuando escribió: “Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opciones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el “Partido” es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo”.

Estoy  en dudar que esto  fuera escrito haga tantos años y tomando como tema un país imaginario llamado Oceanía, gobernada por “el Partido”,  no señor, porque esta situación la conocemos muy bien, la vivimos y la sentimos a diario. No es una falsa percepción o un mal sueño, porque los Ministerios a los cuales se refiere la novela los vemos manifestarse a diario: “El Ministerio de la Verdad, que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos económicos”.

Son demasiadas coincidencias; “Servir al Partido, para servirle al Pueblo”, en lugar de Servirle al Pueblo para servirle al Partido. Muy parecido al eslogan del “Partido” dentro de la ficción de la novela; “La guerra es la Paz”; “La Libertad es la Esclavitud” y “La ignorancia es la Fuerza”. Si, alguien leyó esa novela en algún momento y la puso en práctica, confirmado precisamente por esta última consigna, la cual han desarrollado a su máxima concepción.

Estamos viviendo llenos de contradicciones, donde los llamados a ser defensores de los intereses del pueblo se envalentonan cual si fueran gallos de peleas para justificar sus yerros y en muchas ocasiones, sus bien pensadas argumentaciones para justificar sus acciones. Y no me refiero necesariamente, aunque podría ser, al representante del gobierno ante la justicia, el cual ha manejado más datos que cualquier organismo de inteligencia y sin embargo, a la hora de actuar contra la indeseable Odebrecht, se le extraviaron las que se referían a la Puta Catalina. Esto, para dejar completamente fuera referirnos al señor Ministro de Obras Publicas y al propio encargado de relaciones públicas del gobierno. ¡Sí señor!

Se dan cuenta de que nos estamos volviendo locos o sinvergüenzas, porque este escrito parece que fue elaborado durante el curso de esta semana, viviendo nuestras diarias realidades pero no, más bien parece que hemos tenido buenos lectores que han sabido aplicar lo que diabólicamente habían leído.