En mi nuevo documental Jacques Viau: Dos Naciones, Una Isla presento una corta semblanza del poeta haitiano caído en junio de 1965 en defensa de nuestra soberanía durante la Revolución de Abril. Seguramente hubo otros extranjeros que se sacrificaron en aras de nuestra democracia. Pero fueron tres los más relevantes: Jacques Viau, André Rivière e Ilio Capozzi. Relevantes porque los tres ocuparon posiciones importantes dentro del Movimiento Constitucionalista.
A diferencia de Rivière y Capozzi, cuya fortaleza era la experiencia militar, Viau se distinguió por su carisma y su liderazgo moral. Si fue subcomandante del Comando B3, uno de los más grandes, no fue por sus conocimientos militares si no por su naturaleza idealista, por su identificación con la causa de la democracia dominicana.
Jacques Viau nació en Puerto Príncipe, en 1941, pero llegó a nuestro país a muy temprana edad. Se integró perfectamente en nuestra sociedad. En tiempos de paz, estableció auténticas relaciones de amistad con los principales intelectuales de la época y luego, cuando estalló la Revolución de Abril, con los líderes del Movimiento Constitucionalista. También durante la guerra, su integración fue total. No permaneció en el comando compuesto por combatientes haitianos. El suyo estuvo compuesto mayormente por dominicanos. Jacques Viau se sentía como un dominicano más.
Jacques Viau cayó herido durante el sangriento ataque yanqui del 15 de junio de 1965. A diferencia de Capozzi, que encontró la muerte combatiendo, y como Rivière, la muerte de Viau fue alevosa, cobarde, puesto que no tuvo lugar durante el combate. De los tres, el haitiano fue el único que no murió en el acto, lo cual acentuó el carácter trágico de su muerte. Viau fue el más joven de los tres, murió a los veintitrés años, en la flor de la edad, curiosa, poéticamente, el 21 de junio, cuando comienza el verano frutal y feraz.
La vida de Jacques Viau Renaud llama a la reflexión sobre el tema del sentimiento nacional. Viau nació en Haití, pero pasó la mayor parte de su corta vida en nuestro país. Con el decreto 55, el coronel Caamaño le otorgó a título póstumo la nacionalidad dominicana. Pero Viau no lo necesitaba para sentirse dominicano. Sentía tener dos patrias. No creía en la enemistad que muchos se empeñaron en crear entre ambas naciones. Como puede verse, el tema es de una gran actualidad.
Jacques Viau merece estar en el Panteón Nacional. Lo digo a sabiendas de que mi afirmación puede ser considerada como inadmisible por quienes juran que el mero hecho de ser haitiano es un pecado mayúsculo. Pienso que las fronteras deben dividir territorios, no hombres. Los hombres deben distinguirse por su naturaleza moral. Viau nació en Haití. Y sin embargo, fue un patriota verdadero, lo que no puede decirse de Pedro Santana ni de algunos de los magnicidas que acabaron con la vida de Trujillo. Viau fue el más notable, pero no el único haitiano que empuño las armas frente al invasor yanqui. En nuestra próxima entrega nos referiremos a los numerosos compatriotas de Viau que lucharon como si hubieran sido dominicanos. Más dominicanos que Wessin y todos los demás golpistas.