El hombre no tiene trabajo desde hace más de 6 meses. Piensa que un hoyo negro lo ha atrapao. Las deudas son desasosiegos constantes que se manifiestan en constantes amenazas legales escritas durante el día y en constantes llamadas telefónicas automáticas en la madrugada. En los cuatros colmados cercanos ya no le fían. No sale de su apartæstudio, hace mucho que una mujer no susurra su nombre, podríamos decir que está ingiriendo pocas proteínas. Un amanecer, cucuteando a lo loco en el gavetero encuentra una libreta de ahorro inactiva hace más de tres años. El balance era de 23 pesos sin contar los intereses. Sin fe llama al banco esperando un milagro financiero:

—Su balance… disponible… es… de… 300 mil… 31… pesos… con… 73… centavos…

No había dudas, verificó como cien veces, la cuenta estaba a su nombre, ese era el balance contante y sonante, un raro milagro de 300 mil pesos había sido depositado en su cuenta por un generoso ángel mal digitador y resacao, y él que no le había rezao a Dios desde su azaroso tiempo como monaguillo en la iglesia Nuestra Señora de Fátima. El hombre se pasea de lao a lao. No encuentra sitio. Llama a un amigo para consultarle. El amigo, visitador a médico, sanjuanero, llega con una Presidente jumbo en una mano y en la otra  mano un maletín full de muestras médicas, una gran mayoría para la acidez estomacal. Se sienta sudando, tiene acidez estomacal por el tremendo stress que le causa estar casado y tener una novia en todos los pueblos del Sur que visita.

—Me toy volviendo loco
—Oye oye, hablamo de tu infidelidade otro día, mira lo que me ta pasando…

El amigo lo escucha atentamente y, con toda la sabiduría compasiva de un discípulo del Dalai Lama, pero del 8vo, con la experiencia de un bípedo que ya ha reencarnao dos veces en mamíferos, le dice:

—A mí no me gusta dar consejo, tú sabes que yo soy un tipo al que no le gustan los traques, pero si yo fuera tú ya yo hubiera sacao ese dinero hoy mismo, eso e un regalo del cielo, ¿te van a meter en una solitaria? No, sácalo y préstame 25 mil pesos que estoy necesitando urgentemente —concluye tragando un antiácido rosado que ayuda a bajar con un trago de cerveza, y se va a sufrir su infidelidad cotidiana.

El hombre se decide, se pone su mejor ropa y arranca para el banco. En el carro público, lo que él toma por un buen presagio, por una señal divina, el chofer y dos pasajeros comentan sobre un maletín full de dólares que apareció milagrosamente en el Aeropuerto de las Américas y el que fue devuelto intacto, a la Administración, por un honesto sargento al que le dieron las gracias ganándose la recompensa de salir en los periódicos y en los noticiarios para que todo el dominicano piense que es un pendejo.

—Eso e lo que se llama ser un pendejo, si yo me encuentro un dinero así eso e un regalo del cielo, y depué se quejan que Dio no lo ayuda, ¿y qué e lo que eperan?, ¿que Dio baje él mimitico y le ponga la papeleta sen la mano? Nombe no, no sea uté pendejo.
—Eso mimitico digo yo, si yo fuera la mujei de ese saigento lo boto poi animai, poi pendejo, pa que otro se lo robe como vacei ei aminitradoi dei aeropueito mejoi que lo coja mi marío pa mí. Oh.
—Yo soy evangélico, yo puedo hablar de honestidad, nada de lo que entra por la boca te hace pendejo sino lo que sale de ella dice en alguna parte de la Biblia, creo que entre el Génesis y el Apocalipsis, alabado sea Jehová, ese dinero de seguro viene de negocios turbios, del lavado, yo lo tomaría para redimirlo, para hacer el bien, después de darle el diezmo al pastor, me iría en peregrinaje por todas las playas de nuestra bella mediaisla, para llevarle el Verbo, alabado sea Jesucristo, y las buenas nuevas del nuevo Evangelio, alabado sea el Espíritu Santo, a las turistas alemanas en tangas, y a las sanky pankies nativas, también en tangas, que intercambian sus cuerpos negros y musculosos a viejos rubios y lujuriosos por una promesa de viaje a Cánada o a Europa, y hasta a Dinamarca, también me compraría otro megáfono, que este no suena muy duro… Amén.

El hombre llega al banco, la puerta se abre automáticamente y el hombre pega un brinco. Entra y siente que todas las miradas son para su sudor. Imagina que un guardián tuerto le hizo una seña a una cajera bizca. Se acerca a llenar el retiro y tiene que escribir trescientos mil pesos varias veces. Otras personas esperan el lapicero. En la fila habla gagueando sin ton ni son con desconocidos sobre hijos que no ha tenido, sobre un origen de caballos y vacas, sobre países visitados en Animal Planet. "Próximo", llama la cajera bizca evitándole continuar el ridículo.

—Buenos días, ¿en qué puedo servirle?
—Sasasaludo, quiquiquisiera hacé etete rereretiro por fafafavor.
—Sí, permítame, un momento por favor, veo que hizo este depósito sin libreta, déjeme primero actualizar su libreta, sí, ahora déjeme mandar a buscar aprobación —dice amablemente la cajera bizca, que pone nerviosos a los pillos porque no se sabe nunca para dónde está mirando, y, después de poner la cédula de nuestro héroe bajo una luz indiscreta y violeta, le pasa el retiro y la libreta a un mensajero interno montecristeño como de 123 años llamado Campeche (procedimiento habitual que el hombre toma por sospecha porque Vox Populi tiene razón: el que tiene hecha, tiene sospecha). Cagándose al borde del desmayo observa cómo su libreta viaja de mano en mano hasta llegar donde un joven bien buenmozo que acaba de ser promovido a Oficial de Servicios al Cliente y que tiene orden de tratar de convertir en depósito a plazo fijo, a 900 días, todo retiro sobre 20 mil pesos: el banco necesita liquidez para mantener el encaje legal, lo que no entiende y esto le causa cierta incertidumbre. Este joven banquero ha descubierto que disfruta mucho, los domingos en la mañana, poner las 4 Estaciones de Vivaldi, y agarrar unas pinzas y muy lentamente sacarse las cejas: 11 pelitos de lado y lado. Los otros empleados del banco lo apodan Esmenester.

—Buenos días, siéntese, es menester, siéntese, ¿desea un café? Es menester que nos conozcamos, yo soy su oficial de cuenta, y yo creo que es menester, para el bien de su economía, mejor depositar la cantidad que usted desea retirar en un depósito a plazo fijo a 900 días, es menester, a 900 días; en República Dominicana estamos en la mejor época para ahorrar en bancos dominicanos, que no se llamen Banco Peravia, es menester…

El hombre sale del banco a las 11 y 12 minutos de la mañana y en un dos por tres no paga la luz, no paga el teléfono, sí paga la renta, sí paga los colmados, y a las 6 y 12 de la tarde se va para Sabana de la Mar con la azuana del edificio, también desempleada, que cada vez que se topaba con él en las escaleras le hacía ojos bonitos.

Y yo, amable lector, a este pacífico delincuente de "crimen sin víctima", le deseo buena suerte en su nueva vida como pescador.