Por el fallecimiento del Domingo Liz comentaba con mi hija sobre el reconocimiento público del pintor y de escultor.
Le decía: “Él era extraordinario y lo sabía, por eso no diligenció una imagen publicitaria, y por eso las masas no conocen de su existencia”.
La respuesta de mi hija fue la siguiente.
“Al artista le conocen quienes deben conocerle”.
Podemos referirnos a un aspecto del arte de Liz que está presente en las obras publicadas. Es la poesía latente que se manifiesta en toda su obra.
Porque no es que hay poesía en todas las artes, es que cuando es arte la poesía está presente.
Hace unos días pude presenciar la entrevista televisada que se le hizo a un importante poeta nuestro. En la misma, el poeta expresó la siguiente afirmación:
“La poesía solo es posible expresarla mediante la palabra hablada o escrita”.
Si pensamos en el asunto, podemos verlo en el arte visual o del tiempo, cuando el artista expresa el sentimiento y la inteligencia al producir una obra en el medio de la materia que domina por la técnica sin hacer uso de la palabra.
En la obra de Liz se aprecia el sentimiento expresado unido a la reflexión que se produce en la inteligencia.
Quizás por esto su larga entrega a la docencia poco remunerativa y a riesgo de su propia salud.
De ahí sus cuatro décadas de docencia en la Escuela Nacional Bellas Artes, y sus años en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
En el velatorio del artista conversaba con mi antiguo decano, y nos vino a cuento el reconocimiento público que pudo venir de la autoridad universitaria para un docente extraordinario, que fue nombrado como Profesor Meritísimo de la Universidad Autónoma de Santo Domino.
El reconocimiento del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, por el que tanto se interesó al costo de su propia salud, es seguro que vendrá.
Quizás con el montaje de una exposición póstuma de la obra del Artista.