Un virus que destruye ciudades, pueblos, continentes y mundos subterráneos se elabora desde la ficción de imágenes en movimiento. Cine. Videoficción. Novela-cine. Videoinstalaciones. La demolición, la contaminación o los virus letales están a la orden del día desde los comienzos del siglo XX y lo que va del siglo XXI. Las pandemias que han estremecido a Oriente y Occidente han provocado daños irreparables y han sesgado vidas de personas que sobreviven o son borradas por la ficción novelesca o poética, pero que el cine las recoge para llevarlas a la gran pantalla.

Películas basadas en testimonios, novelas, diarios de personas enfermas, historias locales y mundiales, en comunidades lejanas y cercanas pueden ser vistas hoy mediante registros audiovisuales, digitales, sonoros o musicales a partir de una síntesis que conforma una propuesta fílmica instruida desde  un laboratorio real o ficticio, como bien lo muestran películas elocuentes en tal sentido. Z guerra mundial (world war Z (2013), es un tejido fílmico, basado en una novela de Max Brooks y dirigida por Mark Forster. En esta película un virus llamado Zombie invade los Estados unidos y gran parte del mundo actual, provocando una catástrofe de gran magnitud. La puesta en lugar representa fenómenos tensivos que se apoderan del espectador y producen el horror por los efectos de este mal que se encuentra en Corea del sur.

La historia que se narra en Z guerra mundial es la de un virus que se propaga rápido y hay muertes, pánico, horror y escasez de medios para salvar vidas. Lo que precisamente sucede en la actualidad como realidad devastadora, pero que se ha ensayado mediante propuestas de científicos y de programas de extinción del hombre condenado a desaparecer, debido a la acción de un  terrorismo vigente desde hace más de medio siglo y ensayado como solución para que el planeta se “limpie” de ricos y pobres y que las riquezas económicas o los ricos y poderosos, los estados, instituciones y lugares de trabajo y salud alcancen en el planeta.

En efecto, los ensayos de laboratorio (ver Epidemia, 1995, Wolfgang Petersen), que sostienen la biofarmacia, la cura mediante medicamentos autorizados por vacunólogos, infectólogos o epidemiólogos se hacen visibles a través de un movimiento que hoy es “Glocal” a toda costa, esto es, local-global y global-local según estrategias conceptuales muchas veces engañosas.

Se trata, más bien, de un guion ideológico surgente de un tejido real y ficcional que podemos ver en películas como Minority Report (2002), de Steven Spielberg; Apocalipsis (2014), de Vic Armtrtrong; Contagio (2011) de Steven Spielberg: Melancolia (2011) de Hans Von Trier, y Los ojos de la oscuridad (1981) de Dean R. Koontz, entre otros textos y textualidades cinematográficas. Según muchos estudiosos, la virulencia del virus como enfermedad global problematiza al sujeto de mundo mediante una incidencia que vulnera, tanto el espacio público como al espacio privado. Una “tercera guerra” mundial tiene su base en lo que llamamos hoy el bioterrorismo de los imperios de saber, que propicia una industria de la muerte y la destrucción del sujeto social; pero también una guerra económica que había de generar ganancias para los pocos que sobrevivirán en condiciones de seguridad en el planeta Tierra.

Los diferentes dispositivos de exterminio se hacen hoy visibles en la gran pantalla, pero también en las pequeñas, medianas pantallas que permiten diferentes niveles de información y de comunicación audiovisuales, manejables con diversos grados de calidad y dominio significante de las imágenes en movimiento. Los inframundos y funcionamientos perceptuales que inducen a este consumo de filmes, videos o videoinstalaciones artísticas (instalation view). El tema de la pandemia (ver, Virus, The crazies, Retreat, 93 días, Infectados cargo, Llega de noche, Kingsman: el circulo de oro), solicita un análisis del discurso médico, biológico y bacteriológico y sobre todo político de dicho ente microscópico y de la destrucción del sujeto y el planeta tierra.

La relación del cine con la pandemia, la virología letal como problema de genocidio biotecnológico tiene una larga trayectoria que debe ser analizada no solo por la historia, la crítica y la semiología del cine, sino también por una antropología visual y política de las imágenes en movimiento junto a su migración en el esquema de localización de su incidencia. La mirada fílmica de guionistas, directores de cine, fotógrafos, editores, productores y mercadólogos cinematográficos ha logrado imponerse en la historia de la fascinación fílmica, en tanto que efectos construidos para crear-sentir el discurso de la nueva imagen audiovisual y de la muerte biológica del sujeto humano.