El libro “La crónica Irreverente”, del destacado periodista Marino Zapete, es en verdad un “jarabe para la memoria” que intenta redimir a los dominicanos de la condena por repetir una y otra vez los mismos errores que nos terminarán convirtiendo en “la sociedad de los platos rotos”.

Más que un libro, La crónica irreverente es una “biblia” de los acontecimientos acaecidos en los últimos 60 años de la historia política de nuestro país. Son más de 400 páginas de reveladora narrativa que conmociona al lector al airear tanto cinismo, burla y manipulación hacia el pueblo dominicano. Exhibe una portada que es el rostro sin maquillaje de lo que para el autor  ha sido la historia política de este país. Pero, tratemos de descifrar su simbolismo.

La imagen representa el cuerpo de un hombre con una banda presidencial cruzada y ubicado de espaldas a su alocución. Sin duda, sugiere la representación de los diferentes  presidentes de esta nación que, indolentes, han permanecido de espaldas a su pueblo, ocupándose más por los intereses partidarios o personales que por el bien colectivo.

Los brazos abiertos dejan ver las manos marcadas por un código de barras que bien podría simbolizar el cuño indeleble de la población marcada, controlada y comercializada como mercancía. Puede que apele a la falsa esperanza que provocan las promesas electorales en una nación maltrecha que necesita volver a creer, olvidando la acritud de  decepciones anteriores, sin importar cuántas veces se le haya defraudado durante las últimas seis décadas.

La cabeza de buitre, ave a la que la naturaleza le reserva el papel de depredadora y carroñera, podría retratar el ventajismo oportunista, la codicia desmedida, el despilfarro y la explotación desmesurada de nuestras reservas naturales.

Esta publicación descarna entresijos de la vida pública, evidenciando el escaso legado positivo y la amplia estela de desastre que los presidentes han ido dejando en el país tras la caída del dictador Rafael Leónidas Trujillo en 1961. En su narración el autor menciona sesgos de Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, juzgados por sus propios hechos, discursos e incluso por los testimonios gráficos de su trayectoria.

Por ejemplo, de Juan Bosch resalta la honestidad y su intención social para favorecer a la masa desprotegida del país con una de las  constituciones más liberales, modernas y progresistas del continente. También destaca  que para los sectores más reaccionarios su política constituía “una piedra en el camino”, de manera que la Iglesia católica, ciertas cúpulas militares y el mundo empresarial opuestos al gobierno propiciaron de un golpe de Estado que lo derrocó a los siete meses de iniciada su gestión, con el beneplácito de Estados Unidos.

Pero sobre todo, Zapete hace énfasis en el legado e ideas del mandatario depuesto,  traicionadas en la actualidad por sus discípulos, aunque valoradas por lo más sano de la población dominicana.

La historia continúa con La sombra de Joaquín Balaguer, por la gran cantidad de víctimas que cargan los períodos de sus gobiernos. Hace mención a periodistas, dirigentes estudiantiles e intelectuales que no comulgaban con sus ideas y mucho menos con sus métodos; todos eran tachados de “comunistas” y “traidores” a la Patria. Hace especial alusión a “La Banda Colorá”, el grupo paramilitar encargado de reprimir e incluso asesinar a opositores de Balaguer, así como a sobrevivientes de la Revolución de Abril de 1965, cercenando lo mejor de la juventud dominicana de la época. Sus gobiernos, dice,  se caracterizaron por los fraudes electorales, tanto durante su período pseudo dictatorial de los “Doce años” (1966-1978), como el de los 10 años de su última época activa (1986-1996).

Resalta el periodista que curiosamente, décadas después se solicitó en el Congreso Nacional que Balaguer fuera declarado “Padre de la Democracia” en un intento de provocar  amnesia política para borrar ciertos pasajes de la historia, y según sigue narrando,  aunque la mencionada aberración no llegó a ser consumada, fue eso precisamente lo que le llevó a comenzar la escritura de su libro.

Cuenta que la historia continuó marcada por la decepción popular que suscitaron los gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ante las expectativas generadas una vez acabada la época de los “Doce años”. 

Antonio Guzmán, si bien devolvió las libertades, no pudo soportar la presión de la oposición interna impulsada por Salvador Jorge Blanco, quien le acusaba de corrupción, así como  los rumores de la supuesta implicación en hechos dolosos de sus más cercanos colaboradores, incluyendo a alguien de su núcleo familiar. Como resultado terminó suicidándose en el Palacio Nacional.

De su sucesor, Salvador Jorge Blanco, manifiesta que la República Dominicana vivió una de sus peores crisis económicas, la cual derivó en importantes y generalizadas protestas, en especial las de abril de 1984, que pasaron a la historia como “La Poblada”. Este gobernante perredeista terminó su mandato condenado a 20 años de prisión por malversación de fondos, pero sus argucias y habilidades como profesional del Derecho le permitieron ir evadiendo la prisión hasta que con el tiempo,  un gobierno de su partido, el de Hipólito Mejía, facilitó el retiro de la acusación en su contra a través del entonces procurador Virgilio Bello Rosa. 

Zapete se lamenta en su libro de que gobierno tras gobierno se hayan continuado repitiendo ciertos patrones de corrupción, violencia, delincuencia, inseguridad e impunidad.

De Leonel Fernández, discípulo de Bosch, comenta que llega al poder siendo muy joven con el apoyo de Balaguer, creando esperanza en el mismo pueblo que padeciera un golpe de Estado 33 años atrás.  

Según el libro, desde su primer gobierno (1996-2000), las acciones de Fernández estaban más cercanas a  Balaguer que al propio Bosch y para los períodos siguientes (2004-2012), como buen orador utilizó la demagogia en un discurso basado en exaltar  la decencia y la honestidad para granjearse el apoyo electoral de un pueblo crédulo e inmaduro políticamente.

Algunos de los actos de corrupción están detallados en esta obra, la cual muestra cómo los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) dilapidaban los recursos del Estado y se los repartían entre sus dirigentes.

El autor cita: el Programa Eventual Mínimo de Empleos (PEME), a través del cual la primera gestión de Fernández pagaba sueldos a jóvenes de los barrios propensos a participar en huelgas, alegando que era mejor “pagar que pegar”; la elevada inversión y falta de transparencia en la construcción del Metro de Santo Domingo; la compra sobrevalorada de los aviones Súper Tucano o los sobornos de Odebrecht que salpican a los gobiernos de Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina.

En esta obra se retrata la impericia que predominó en el Poder Ejecutivo durante el mandato de Hipólito Mejía, un gobernante prolífico en insultos, ineptitudes e intolerancia hacia la prensa y hacia los periodistas a los que se refería con apelativos incriminatorios, como talibanes o despectivos como mentirosos, babosos o dinosaurios. 

Como presidente, Mejía mandaba apresar a periodistas siempre que las verdades sacadas a la luz pública le perjudicaran. Él mismo alegaba “yo ejerceré la fuerza del poder para que la democracia se imponga”…su democracia, recuerda el autor del libro.

Sigue narrando Zapete que Mejía llegó a felicitar a la OEA por la invasión de 1965, asimismo,  sostiene que denigraba a las mujeres sin el más mínimo recato. Y hasta se atrevió a elogiar a la familia del dictador Trujillo en el extranjero.

El autor mantiene que el país vivió un desastre económico gestionado incluso antes de las quiebras bancarias del 2003, calamidad social que repercutió en el aumento de la pobreza, desatando un desorden de Estado. También, que irrespetó la Constitución y atropelló la institucionalidad democrática de su propio partido.

Marino Zapete hace especial énfasis a los casos de corrupción que se han destapado en el gobierno de Danilo Medina, vinculados a la extorsión, falsificación, sobornos y además,  compras y ventas irregulares.

Uno de los casos que más revuelos ha causado en el país y que ha salpicado fuertemente la gestión de Medina, apunta, es el de los sobornos de la empresa constructora Odebrecht en República Dominicana. Pero también cita los escándalos de  Bahía de las Águilas, de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE), la venta de irregular de terrenos del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE).

La crónica irreverente atrapa al lector en una vorágine de sucesos que demuestran que la política dominicana, a menudo ha estado manchada de sangre, corrupción e injusticia. Reúne más de medio siglo de la política y su vínculo con el poder en este país.

El libro no podía dejar de mencionar algunos de los periodistas y militantes políticos que cayeron  aplastados por la intolerancia en tiempos difíciles, como es el caso de  Guido Gil, Plinio Díaz Vargas, Abraham Rodríguez, Frank Cruz Bergés, Gregorio García Castro (Goyito), Orlando Martínez Corporán y Orlando Martínez Howley.

Trujillo utilizó la manipulación de la historia y reprimió la libertad de expresión, que solo se recuperó a plenitud con el gobierno de Juan Bosch, antes de que el golpe de Estado retornara los rancios tintes de la dictadura. Con la  llegada de la “democracia” de los Doce Años, Balaguer trató, a base de terror, de enmudecer a comprometidos profesionales de la palabra, que a menudo pagaron con la vida su honestidad. Durante los gobiernos peledeistas, ya no se usan balas contra los periodistas comprometidos con la verdad, se usa dinero para dirigir la opinión de los que son manipulables, y el boicot contra los incorruptibles.

La publicación de “La crónica irreverente” también pretende matar. Pero en este caso, matar la ignorancia y la amnesia política que padece gran parte del pueblo dominicano con nuestra historia. 

La inamovible determinación de Marino Zapete por aferrarse a la verdad a cualquier precio, le ha generado a lo largo de su carrera serios inconvenientes, graves tropiezos y probablemente escasos beneficios económicos. Su detención en tiempos de Hipólito Mejía, su salida de “El Despertador” y ahora la salida de “El Jarabe” de la televisión tradicional, son solo algunos ejemplos. Sin embargo, y a pesar del altísimo costo, debemos felicitarnos que aún en este país quede un puñado de periodistas honestos que al igual que Zapete, no hipotecan su dignidad.