Cuento el discurrir del Colegio Electoral  1830 del D.N.,  donde asumí ser delegado con ayuda de un suplente del PRM, como forma de presentar esta muestra del país, con algunas diferencias del resto de la geografía política nacional.  De entrada no hubo ningún delegado de los partidos emergentes y minoritarios de la variopinta oposición y en consecuencia dos delegados del PLD, un delgado del partido UDC de Luis el Gallo; además una presidenta oficialista y tres funcionarios más del partido oficial. Fue cuesta arriba a mi edad trabajar hasta las dos del otro día, por no abandonar mi responsabilidad política y ética junto con el suplente. En verdad, todo transcurrió con suma armonía y consenso, con las diferencias normales de interpretación de la Ley. Sin embargo, mi familia me reclama no volver a reincididir en tal desatino, que ocupen los espacios los pertenecientes a la nueva generación.

Algunas de las debilidades que operaron en el Colegio en particular fueron;  inicio de las operaciones dos horas más tarde, por no haber llegado el  técnico , aunque si el equipo; no supervisión técnica de la Junta Central Electoral, carencia de alimentos, ausencia de comunicación por no uso de teléfono, razón que implico no saber de la prolongación de una hora en votación, no había copias de actas para los delegados entregar a sus superiores y testimoniar su trabajo. Hubo que repetir el llenado sin firmas de nadie en forma acelerada, pues se retiraban del Colegio los funcionarios con la seguridad. Allí no hubo compras de votos porque los votantes no eran clientes para la plata del reeleccionismo, dado a su condición de status social.

En definitiva, este proceso electoral, que debió ser democrático y con equidad para todas las partes, careció de transparencia como apuntó la evolución de la campaña, favoreciendo al oficialismo en aportes de la Junta Electoral, en uso recursos del Estado, en implantación de nominillas, en uso de transportes oficiales con placas privadas; también en abusiva publicidad y en captación mediática de medios y comunicadores convertidos en virtuales bocinas que se lanzaron al aire con los mismos estribillos y sentencias orientadas. Y por demás, con empleados, secretarías y técnicos de los Ministerios haciendo llamadas para captar nuevos votantes al final de la jornada electoral. Si a eso, usted le llama democracia: ¡ Viva la dictadura!, porque no hay tanta diferencia de marca. Luego viene la post crisis electoral descripta por los pronunciamientos del candidato presidencial Luis Abinader y la oposición, entonces el correspondiente decir de ciertos " independientes sensatos" de que son "puros pataleos", pero consumatum est.

En vista de que las instituciones desde el mundo griego hasta hoy, son más importantes que los hombres, ellas permanecen, los hombres pasan y como queda demostrado fehacientemente en este débil proceso electoral inclinado hacia una parte; sugerimos de inmediato una Mesa de consenso armada por la oposición toda, la sociedad civil, los Colegios Profesionales y Rectores de Universidades para fortificar, engrandecer e implantar una auténtica democracia, que saque del armario putrefacto a los funcionarios o jueces parcializados de esas instancias poco creíbles. Sólo de esa manera se puede recobrar la confianza y transparencia de esos procesos codiciables, sin esos desmanes oficialistas de turno y el pueblo recuperar su voluntad popular.

De igual manera, ofrecer un bello aliento a la juventud  que observa con escepticismo los desatinos de la clase política de los que debieran ser su modelo. Ahora más que nunca, cuando muchos jóvenes más conscientes incursionaron en campaña, ofreciendo nuevas caras frescas en las boletas electorales. Se impone en este contexto discutir y aprobar una Ley de Partidos Políticos y Ley Electoral que siembre normas de equidad y transparencia.