En una muy triste tarde de marzo, falleció el comandante Hugo Chávez Frías, uno de los más grandes líderes políticos latinoamericanos de nuestra historia contemporánea, quien más que un líder y un político, fue un gran hombre.
Chávez despertó pasiones a borbotones, amor y odio, como todo gran líder. Pero, queda claro que esa balanza de pasiones se encuentra favorablemente inclinada por el amor que le profesaron, a aquellos quienes con su vida defendió: los pobres, los vulnerables, los oprimidos, todo aquél que es una muestra de la injusticia que se vive en nuestro mundo.
El comandante rompió toda idea de frontera, y su discurso en palabras y hechos, demostró que la idea de la soberanía nacional de los pueblos latinoamericanos no es una simple declaración retórica. Demostró que la cooperación es la mejor política exterior, que si no ayudamos a nuestros hermanos latinoamericanos, no tendremos nunca esa identidad regional que nos ha sido arrebatada y suplantada por los que desde siempre han visto a América Latina como una fuente de explotación y opresión.
Libró a Venezuela de la desvergüenza que representaba los alarmantes niveles de pobreza que existían anterior a su gestión, reduciéndola del 70,8% (1996) al 21% (2010) y la pobreza extrema se redujo del 40% (1996) a un nivel de 7,3% (2010). Este hecho fue posible ya que el gobierno retomó el control de la empresa petrolera nacional PDVSA, y utilizó los abundantes ingresos petroleros no para beneficio de una pequeña clase de rentistas, como ocurrió con los gobiernos anteriores, sino para construir infraestructuras que hacían falta e invertir en servicios sociales que los venezolanos necesitaban con urgencia. Durante los últimos diez años, el gobierno encabezado por el comandante Chávez aumentó el gasto social en un 60,6%.
Pero su legado no solo se detuvo ahí. Hoy Venezuela es el país de la región con el nivel más bajo de desigualdad según la CEPAL, habiéndola reducido en un 54% y la pobreza en un 44%. Cerca de 20 millones de personas se beneficiaron de los programas de lucha contra la pobreza, las llamadas "Misiones". Por otro lado, el 66% de la población mayor o anciana han recibido pensiones de vejez.
En cuanto la educación, la UNESCO ha reconocido la eliminación del analfabetismo y que es el tercer país de la región cuya población en mayor medida lee. Además, el gobierno bolivariano ha asignado el 6% del PIB a este sector. La educación es gratuita desde el nivel inicial o guardería, hasta el grado universitario. En cuanto a la proporción de estudiantes universitarios, Venezuela se ubica en el segundo lugar de América Latina y en el quinto lugar del mundo.
La salud pública mejoró sustancialmente gracias a la voluntad decidida del comandante Chávez. Durante el Gobierno Bolivariano, conforme cifras oficiales, se construyeron 13.721 clínicas, mientras que los gobiernos anteriores construyeron 5.081 clínicas a lo largo de cuatro décadas. Los niveles de acceso agua limpia aumentaron vertiginosamente, así como la cantidad de médicos por habitantes, la entrega de medicamentos gratuitos, la medicina preventiva, etc., etc.
Los programas de atención primaria que reciben la ayuda de más de 8.300 médicos cubanos, con sus 7.000 clínicas, han ofrecido 500 millones de consultas y han salvado aproximadamente 1,4 millones de vidas.
Uno de los más grandes logros que para mí tuvo el comandante Chávez, es el hecho de que Venezuela esté ahora mismo al nivel de Finlandia como el 5º país del mundo cuya población se siente más feliz.
Los temas sociales de la salud y la pobreza como son la desigualdad, educación, el empleo y los ingresos, la seguridad alimentaria, la atención sanitaria y los servicios y protección social encontraron respuestas certeras y la atención de un hombre comprometido con las necesidades de su pueblo.
El mundo pierde un gran hombre con la partida del presidente Chávez, un hombre que nos enseñó que un mejor mundo es posible, que la esperanza de ser felices no es una utopía, que la política no es un negocio, sino una ciencia destinada a servir al pueblo. Chávez, está más allá de las bajas pasiones, de las mezquindades y de las miserias humanas. Dejó, sin lugar a dudas, una mejor Venezuela, una patria más justa, más equitativa y mucho más feliz. Para entender a los que odian al comandante eterno, solo hay que preguntarse qué causa decidió defender durante toda su vida: la de los opresores o la de los oprimidos.
Su legado es patrimonio de la humanidad. Es un gran ejemplo para todos los que luchamos por un mejor mundo. Chávez, es un estímulo para los dominicanos, de quien demostró en palabras y hechos, ser un gran hermano. República Dominicana debe asumir el legado de Chávez, que no es más que la lucha por la igualdad, felicidad y justicia de la mayoría.
Hago mías las palabras de Iván Turguénev, escritor y novelista ruso quien refiriéndose a la muerte de Nikolái Gógol escribió: “Se ha ido, el hombre que ahora tiene el derecho, el amargo derecho que nos da la muerte, de ser llamado grande”. Hasta siempre, comandante, y gritó de nuevo como gritamos en la Plaza Bolívar el día de su deceso: “los que mueren por la vida, no deben ser llamado muertos”.