El pasado domingo asistí con la familia al concierto voces amarillas por una educación digna en la plaza de España, un acto masivo y espontáneo que logro convocar y unificar por una misma causa a ciudadanos con diversos intereses políticos, económicos y personales. No recuerdo un acto sociopolítico de iguales proporciones sin vinculaciones partidarias que demostrara una capacidad de movilización típica de un partido y sin que mediara mas motivación que la de exigir un derecho constitucional.
Con sus mansos y cimarrones, como todo colectivo humano, la Coalición por una Educación Digna ha trazado la raya de Pizarro frente al movimiento social tradicional de huelgas y enfrentamientos policiales, a partir de la creación de instrumentos innovadores de inserción en el espacio y la opinión pública.
Aunque uno que otro suponga como una debilidad la composición de elite y urbanidad del movimiento, es innegable que han logrado la convergencia de actores y sectores que de otra forma nunca se hubieran visto los rostros o logrado combinar agendas y propósitos estratégicos, superando por igual en capacidad de articulación a lo que suelo llamar la "sociedad sin civiles", grupo tradicional de organizaciones y notables defensores de intereses corporativos e institucionalidad conservadora que pueblan los medios de comunicación con sus "especializadas" opiniones.
Sin embargo lo más novedoso de todo es que la campaña del 4% si bien es probable no alcance la reivindicación que persigue, habrá logrado producir efectos políticos colaterales que seguro no imaginaron sus propios creadores y coordinadores.
El movimiento en apariencia coyuntural y focalizado en un tema, se ha apropiado de la legitimidad de la oposición (al menos en la opinión pública), frente a un PRD que por el momento luce desarticulado y desacreditado, han logrado afectar la percepción de infalible del Presidente Fernández en los estratos sociales más altos, lo que ha puesto en alerta de confrontación política a algunos cuadros del proyecto en ejercicio de gobierno. Pero sobre todo el mejor de los efectos ha sido lograr la movilización en las calles y en el ágora virtual posmoderna que son las redes sociales, de ciudadanos cuya conciencia social no pasaba del control remoto de la TV o las clásicas quejas informales e individuales.
Soy un convencido de que el poder hegemónico solo se derrota en las urnas con un proyecto alternativo de poder, no creo que la Coalición Digna tenga esa naturaleza, no es su norte, pero cuando ese proyecto alternativo este camino a una victoria, muchos recordaran el color amarillo como una buena prehistoria o quien sabe como rezaba aquel anuncio, por ser donde todo comenzó…