“El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico…
O no tendremos Patria, y por consiguiente
ni libertad ni independencia nacional”.
Juan Pablo Duarte
Al conmemorarse ayer el 173 aniversario de La Batalla de Azua (19 de marzo de 1844), que representara la primera conflagración armada de gran magnitud entre la naciente República Dominicana y Haití; hagamos un alto en el discurrir de nuestro diario vivir para poner nuestra mirada en aquella epopeya que mostrara el arrojo de nuestros héroes y las acciones que nos dieran la independencia y que a partir de entonces nos considerara el concierto de naciones como una república libre y soberana.
Luego de que los patriotas Trinitarios proclamaran La Independencia Nacional el 27 de Febrero del año de 1844, y comunicaran a las autoridades haitianas su decisión de reivindicar sus derechos, erigiéndose en un Estado Soberano, los haitianos organizaron un ejército de treinta mil (30,000) hombres bien armados que avanzaron desde Haití en dirección al Este de la isla. La disposición de estas tropas la dividían en tres divisiones que resultaron en tres columnas: La del Sur, La del Centro, y La del Norte.
De manera muy sucinta veamos algunos pormenores de los acontecimientos ocurridos en la movilización haitiana por el Sur extraídos de las crónicas de los principales historiadores que han escrito sobre el devenir de nuestra vida republicana desde su albores:
Las tropas atacantes del Departamento Sur ascendían a diez mil (10,000) soldados que avanzaron hacia el Este por el Camino de los Lagos, pasando por el Valle de Neiba para llegar hasta Azua en su camino hacia Santo Domingo. Esta División la comandaba el General Souffrant .
La División del Centro avanzó por el Valle de San Juan hasta Azua, donde se reuniría con las tropas Del Departamento Sur. Estas tropas eran comandadas por el General Hérard, a la sazón Presidente de Haití.
Al partir desde Haití el día 12 el Presidente haitiano Hérard proclamó: “HAITIANOS, DENTRO DE UNOS DIAS LLEGARE A LAS PUERTAS DE SANTO DOMINGO. TREINTA MIL HOMBRES, UN PARQUE DE ARTILLERIA COMPUESTO DE OBUSES Y PIEZAS DE GRUESO CALIBRE ASEGURARAN EL ÉXITO DE ESTA CAMPAÑA….NO VACILARÉ EN EMPLEAR LA FUERZA Y LA VOLUNTAD QUE DEBE SOFOCAR LA REVUELTA Y HACER QUE LA BANDERA QUE LA INDEPENDENCIA ILUSTRÓ VUELVA A ONDEAR SOBRE LA CATEDRAL DE LA MAS ANTIGUA CIUDAD DEL NUEVO MUNDO”
En Azua, se dio la primera gran batalla de la defensa de nuestra Independencia (antes hubo enfrentamientos en La Fuente del Rodeo, el día 11, y en La cabeza de las Marías, el día 13). El General Pedro Santana con una fuerza consistente en 2500 hombres enfrentó a las tropas haitianas que comandaba el Presidente del país del Oeste, estableciendo su línea de batalla a la entrada del poblado azuano. Los haitianos fueron recibidos a cañonazos. Según narra el historiador José Gabriel García, aunque los haitianos pelearon “con denuedo y sus jefes dieron pruebas ostensibles de pericia e intrepidez, la defensa fue superior al ataque, pues los encargados de ella aunaron sus esfuerzos….” Los invasores se vieron obligados a retroceder y se envolvieron en una gran confusión en la que dejaban en su huida (según el Consul St. Denys en comunicación dirigida al Ministro de Asuntos Extranjeros de Francia) los caminos llenos de cadáveres entre los que se encontraron dos generales, tres coroneles y un gran número de oficiales de todos los grados.
La Batalla de Azua representa la primera gran reafirmación del proceso de nuestra incipiente independencia de la República Haitiana que tenía como norte la indivisibilidad de la isla.
A esta epopeya le dedicamos los siguientes versos que son nuestro tributo a nuestro héroes independentistas:
UN DIECINUEVE EN AZUA
Sólo diecinueve días pasaron
de la bien merecida libertad
de nuestro pueblo, al que la adversidad
puso atadura por veintidós años,
y al librarse juró, que nunca más
permitiría designios extraños.
Treinta mil agresores temerarios,
de soldadesca curtida en las lides,
fuerte armamento, cañones, fusiles,
laureada frente al imperio galo;
confiados en su ventaja y sus fines
de hacer la isla sólo una, y subyugarnos.
Tres columnas que avanzaban parejas
pusieron rumbo hacia la capital,
arrasando todo en cruel trajinar
por San Juan, Herard, y Souffrant, por Neiba,
Pierrot por el Norte, viene a hostigar
tras la presa, la manada de hienas.
Herard, en la proclama ante su pueblo
Juró, a Santo Domingo llegaría
con obuses y gruesa artillería,
la bandera de un solo pueblo isleño
en el templo Primado flotaría,
y se perdería el ganado fuero.
En Azua, se dio la conflagración,
defensa inicial de la independencia
Santana y Duvergé con su presencia,
defendieron en alma y corazón;
rugieron cañones contra la afrenta
Muchos muertos y una gran confusión.
Mordieron el polvo de la derrota,
lo que aumentaría aún más su enfado,
hervía la sangre de los villanos
determinados en la fusión loca;
y el treinta, le tocaría en Santiago
a Pierrot y su furibunda tropa.