Recientemente leí la posición de la cúpula del ejército haitiano respecto a las declaraciones hechas por el presidente dominicano en la ONU, Luis Abinader. Esta última se centró en dos aspectos, la necesidad de implicar a los organismos internacionales ante el tema devastador de la crisis haitiana y por otro lado, sobre la necesidad del control migratorio aplicado por el gobierno ante este desbalance social y humano que atraviesa la nación haitiana y que impacta de forma directa sobre su fronterizo país, la República Dominicana.
De inmediato a estas declaraciones, en la ONU, militares haitianos retirados, no la Cancillería, ni tampoco nota del Despacho presidencial, sino sector militar haitiano influyente dio declaraciones a mi entender, poco diplomáticas, y muy sugerente en su procedencia institucional. Esta comunicación hizo referencia a las declaraciones del presidente Abinader y en uno de sus componentes atacó la postura del gobierno dominicano ante su política migratoria.
En todo caso, lo correcto hubiera sido una comunicación diplomática a través del Canciller haitiano, y mantener la buena vecindad y respeto a la autodeterminación de ambos pueblos evitando declaraciones descompuestas y amenazantes que por suerte tampoco fueron respondidas por el gobierno dominicano, y que podría generar algún conflicto en estas relaciones con Haití. A veces dejar pasar es mejor que seguir los pasos del otro, sobre en alta diplomacia. Notificando que estas declaraciones naturalmente no fueron del gobierno haitiano, mi preocupación es otra.
Sin embargo, en la respuesta de este sector militar haitiano ya retirado hay algo que me llamó la atención al referirse a que la postura dominicana de comprometer los organismos internacionales con la solución haitiana era una especie de injerencia dominicana, pues esta declaración acusa de que la misma, podría conducir hacia una nueva intervención en suelo haitiano, insinuando de perjudicial la anterior ocupación en Haití causante de enfermedades y de la creación de las bandas civiles y el desorden en su país.
Desacertada las declaraciones, dado que el estado dominicano al pedir este compromiso o responsabilidad compartida, como hecho otros lo han hecho, lo hace con toda transparencia y solidaridad, pues la situación del vecino país impacta sobre el nuestro que no tiene los recursos, para afrontar sus propios problemas y le puede causar desequilibrio este panorama que vive en lo social, lo económico y lo político, ambos países.
Quizás se vea como evasión por parte del pueblo y gobierno dominicano, pero los hechos son evidentes de que hablamos de países pobres con economías desiguales, y en medio de una pandemia que impacta en la economía y la vida sanitaria de ambos pueblos.
No veo la relación que introdujeron los exmilitares haitianos ante las declaraciones del presidente dominicano en la ONU debido a que el deterioro de la seguridad y la situación social y económica haitiana es un hecho evidente, aunque nadie apele a su ocupación militar, ni pensarlo, mucho menos un país que, en un momento sufrió esta violación a su soberanía.
No obstante, la secuela dejada por la ocupación de los cascos azules en Haití nadie la celebra, pero igualmente esa cúpula militar haitiana, saliente, en retiro o activa, debe revisar el compromiso que tiene con su pueblo, cosa que tampoco es exclusiva a Haití, pues los grupos dominantes en Latinoamérica, viven de espadas a las realidades y necesidades de su pueblos, aunque el caso haitiano, amerita un abordaje particularmente complejo en el que ha habido un desangramiento paulatino y constante de su tejido social, de su empobrecimiento y desinstitucionalización que cuasi pende entre una crisis de gobernabilidad y un estado fallido, como responsabilidad de sus grupos dominantes, incluyo sus estamentos militares.
No intento activar confrontaciones entre los dos pueblos, soy partidario de una convivencia pacífica, armoniosa, de respeto mutuo y colaboración, pero la evasión de responsabilidad social no puede ser ignorada en este escarceo que produjo las declaraciones del gobierno dominicano, ante la ONU.
La diplomacia haitiana le ha ganado siempre el pleito a la dominicana, menos profesional y aguerrida que la del vecino país, por eso me ha extrañado esta declaración que, además venida de la cúpula militar en retiro, hace pensar que lo político desplazó lo diplomático en estas declaraciones.
Lo militar pertenece a otra esfera de estas relaciones tortuosas y conflictivas. La historia entre ambos pueblos debe ser conducida con sentido de estadistas por sus dirigentes, por la fragilidad de sus sensibilidades. Los grupos dominantes de ambas partes exacerban lo nacional, aunque no practican el nacionalismo hacia lo interno. Se alimentan de estas precarias relaciones de intercambio comercial y laboral, pero no se enfrenta al tema neurálgico de la política migratoria que no es violatoria a los derechos si se aplicase bajo normativas y reglamentos, evitando la violación de los derechos del individuo, lo cual comparto a plenitud.
No obstante, estas declaraciones me han parecido fuera de contexto, algo irregular por venir precisamente de la parte de exmilitares y reiterativas de que, del lado haitiano, como del lado dominicano, también existe un ánimo de confrontación y poco viable, desde los grupos dominantes, cuando de lo que se trata es de intercambiar diplomática, comercial y políticamente, para fortalecer vínculos de hermandad, solidaridad y de respeto a la autodeterminación y la convivencia pacífica.