El bebé en el vientre de la madre cuenta con una tubería, un cordón a través del cual sobrevive desde la misma salud física y emocional de su madre. Esta dependencia hace que disfrute de un estado general adecuado o sufra de las carencias de su madre. Al nacer, este cordón es cortado físicamente pues se supone que el bebé tiene la posibilidad de sobrevivir sin él.

Pero hay un cordón emocional que mantiene unido a ese bebé durante toda la vida a su madre. A veces lo menospreciamos y nos hacemos la ilusión de la autonomía de los hijos y las hijas, pero las situaciones familiares difíciles muchas veces sacan a flote el poder de este cordón emocional.

Tengo una paciente soltera, divorciada desde hace 5 años aproximadamente. Es profesional, dueña de su propio negocio y a cargo económicamente de todos los gastos de la casa y los dos hijos varones producto de esta relación de pareja. En esta fase, el proceso terapéutico se retoma porque está preocupada por su adolescente; lo nota frágil emocionalmente, reactivo, con baja autoestima, temeroso y dificultades en la relación con su hermano mayor. Es un chico brillante, inteligente, académicamente bueno, pero no le está yendo  bien en el colegio.

Con el propósito de abarcar todos los sub sistemas familiares vemos a los chicos con el padre, con la madre, todos juntos, el chico solo y finalmente al padre y la madre de manera individual. El ya tiene un nuevo matrimonio y un hijo de esta nueva relación, ella no ha  tenido pareja y se ha dedicado completamente  a su trabajo y sus dos hijos.

Cuando la veo en la intención de profundizar y explorar su propio proyecto de vida encuentro una valiosa mujer detenida y sin pasión por lo que hace, resignada a  seguir adelante en un proyecto que de entrada no fue de ella sino de su antigua pareja. Sabe que no es lo que quiere hacer, pero se siente atrapada pues es su medio de vida. En este trayecto su autoestima se ha deteriorado y sus días pasan en el hastío.  En esa sesión esta  valiosa mujer hizo un importante descubrimiento: su adolescente y ella están viviendo el mismo proceso.
Otra mujer soltera por divorcio, profesional y con dos hijas que quedaron a su cargo afectiva y económicamente, me cuenta que poco tiempo después de su divorcio su hija de 19 años le reveló que había estado siendo seducida por un profesor y que lo que le dio la fuerza para poner un límite definitivo a esa situación y contárselo a ella, fue justo después de que ella,  su propia madre, tomó también la decisión de  poner un límite a la relación con su padre y divorciarse.
Cuando recibo a los padres y madres preocupados por sus hijos e hijas me tomo el tiempo de profundizar en los procesos emocionales de los adultos y suelo encontrar factores comunes. Con claridad y amor les explico a los padres el poder de este cordón emocional y de las lealtades que se generan en las dinámicas de relación entre ellos y su descendencia.

Es una explicación que evita culpar, sólo hacer ver lo ligados que estamos en la familia y en una re enmarcación positiva de la situación, les hago ver lo hermoso que es que los hijos e hijas nos puedan servir de espejos para ser mejores personas, seres humanos más libres y felices, liberándolos a ellos también en el proceso.

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@solangealvara2