El modelo de desarrollo instaurado en la Repu̒blica Dominicana durante los últimos cincuenta años ha sido el resultado de una política orientada a la centralización política y administrativa impuesta durante la Era de Trujillo (Moya Pons, Frank)[1], incidiendo en la concentración de la inversión pública y privada en las principales zonas metropolitanas. Este fenómeno de vocación latinoamericana reduce las oportunidades fuera de las zonas urbanas y al mismo tiempo produce un espejismo en estos territorios citadinos que contribuye al aumento de la población urbana.

Fuente: Censos Nacionales Oficina Nacional de Estadísticas. (Proyección 2017 – ONE)

El incremento sistemático de la población que reside en las ciudades, es el resultado de un proceso migratorio en el cual una serie de habitantes oriundos de comunidades con altas precariedades se traslada hacia donde se encuentra la “fuente de las oportunidades”, con una maleta repleta de necesidades, ocupando de manera informal territorios de alta vulnerabilidad y exponiendo sus vidas a condiciones de alto riesgo.

De esta manera surgen sectores como Domingo Savio, situado en el centro de la zona metropolitana de Santo Domingo, ubicado al extremo Este de la Circunscripción No. 3 del Distrito Nacional, localizado en el cauce del Rio Ozama y colindante de los territorios reservados para la protección de los acuíferos a través del Cinturón Verde Santo Domingo (Decreto 183-93). Esta unidad barrial compuesta por las comunidades de La Ciénaga y Los Guandu̒les tiene una superficie de 1.26 Km², en el cual reside una población de 44,867 Habs. (ONE 2010), para una densidad de 35,608 Habs./Km². Con un porcentaje de pobreza de 71.1% (MEPyD), las necesidades de servicios básicos, salubridad, acceso a mejores condiciones de vida matizan la estadía de cualquiera que resida en este barrio de la capital.

Indicadores de pobreza en el barrio de Domingo Sabio.

Fuente: Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. Base ONE (2010)

A pesar de que la iniciativa de recuperar la habitabilidad básica es correcta y pese a que la inversión proyectada de siete mil millones de pesos dominicanos (US$ 150 millones) es justa para mejorar la calidad de vida de capitaleños que viven en la cuna del poder; la idea del nuevo Domingo Sabio no hubiera surgido por parte de los tomadores de decisiones, si la Repu̒blica Dominicana hubiera revertido la política instaurada que ha propiciado la ocupación acelerada de una gran cantidad de los suelos no urbanizables.

La historia ha confirmado que la ausencia de la dimensión territorial en la planificación ha generado desequilibrios territoriales que se manifiestan en disparidades por todo el país (Jacques Attali, 2010), esta ausencia de planificación no orienta la inversión en atención a las potencialidades y necesidades del territorio, sino que concentran los recursos cerca del lugar donde se toman las decisiones atrayendo la pobreza hacia el centro de poder, en busca de las oportunidades.

En tal sentido la incorporación del territorio como variable fundamental para identificar limitaciones y potencialidades en las comunidades, propiciaría un  nuevo modelo de desarrollo orientado a impulsar acciones con el fin de disminuir la migración hacia los centros urbanos; de manera que el lugar en donde nace una persona, pueda ser la primera opción para progresar y vivir dignamente.

De esta manera el Estado enfrenta la problemática en dos direcciones; desde el gobierno central se impulsan políticas nacionales que fortalecen los puntos positivos y enfrenta los negativos en cada territorio, mientras que desde los gobiernos locales se definen con claridad las regulaciones que definan cuales zonas no pueden ser urbanizables, cuales requieren ser conservadas, las zonas que estarían listas para la consolidación urbana y la definición de los territorios idóneos para la expansión urbana. A través de esta articulación auguramos un fututo en el cual podemos invertir en prevenir, en lugar de invertir en rectificar.

[1] Moya Pons, Frank. La otra historia dominicana (2009)