Sin lugar a dudas el tema obligado, aunque bastante socorrido en estos días, es la triste partida física del astro de la música dominicana Jhonny Ventura con quien tuve una historia particular de amistad y admiración.

El día de la noticia fue funesto, el rumor se había esparcido por las redes sociales y conociendo el nivel de manipulación y mentiras que ocurren a través de las redes decidí ir a la fuente, donde mi amigo William Liriano quien conserva una cercanía importante con la familia pues yo solo tenía el número de él.

Si soy honesto esperaba que William me dijera que era un rumor, pero no fue así. Me respondió “sí hermano, me lo acaba de confirmar Jandy”. A partir de ese momento me empeñaba en no dar cabida a las nostalgias y tristezas, pero era imposible. Este hecho consterna nuestro ánimo y estremece con clamoroso fragor las entrañas de nuestras almas.

Silente está ya la voz de donde salieron tantas melodías para alegrarnos la fiesta, recordarnos la navidad o también las que ofrecían un consejo a todo el que acudía a ti con algún problema o inquietud.

Después de Peña Gómez o Freddy Beras Goico jamás había visto una muerte causar tanto dolor social como el de Jhonny Ventura y no era para menos. Logró gravitar en diferentes escenarios, entre ellos el complicado mundo de la política sin que jamás se escuchara de él escándalo ni acusación alguna y ni decir del mundo de la música donde todos le llamaban papá sin importar el género musical que interpretara.

Caballo mayor, desde el sábado que fue su sepultara he entendido que esta sociedad vivirá abrazada a los recuerdos de su música, y quizá ahora más que nunca se sentirá el sabor del “oye qué rico mami” o el “Eaaa” con que inicia su relinchar sonoro cuando en una tarima recibía el aplauso cerrado de un pública delirante y rendido sin importar el país en que actuara.

Su obra es el mejor legado porque, aunque parezca que gane el olvido, nadie puede salir de su memoria. Los recuerdos son los ladrillos del pasado y la memoria es tan fiel que los archiva. Los recuerdos son pedazos de vida que nos llevan al origen.

Qué hermoso es hurgar en sus aportes y ver que en su pasado no se encuentran ningún hecho del que nadie pudiera avergonzarse pues su pasión por darse a los demás fue la forjadora de una fe de gladiador.

El sábado, para nosotros, el cielo se hizo suave como el perdón y las lágrimas con las que el pueblo lo despidió servirán para predicarle al olvido que jamás morirá y otorgarnos el derecho de saber que nos dejó un valor jamás comprado con el dinero: el ser un ente de fe y de esperanza más allá de la angustia, de los recuerdos, de la pobreza y de la riqueza.

Gracias por tanto, siempre estaremos en deuda con el único caballo que relinchaba notas musicales y logró rendir el mundo a sus pies. Descanse en paz don Jhonny Ventura porque usted sí puede descansar en paz.