Es mejor dar que recibir.
Un boxeador
En diferentes escenarios he manifestado que la política que se hace en nuestro país es hasta cierto punto folclórica donde se explota al máximo la creatividad del dolor, de la risa, del llanto y de la vida.
Conscientes de que somos un país con elevada inclinación al gozo los partidos son capaces de disfrazarse y esconderse tras la sombra de algún personaje que, posiblemente, no sepa nada de las mañas del quehacer del verbo y las promesas, pero sí de explotar las hormonas gozativas del dominicano.
Una práctica que se ha ido poniendo de moda en las campañas electorales es la de anteponer la profesión o el oficio como garantía de que el cargo a que se aspira será realizado con cierto apego a grandes valores.
Es en este último renglón donde quiero detenerme. En las elecciones congresionales y municipales del 2008, caminando por el Ensanche Luperón, observé un afiche de un candidato a diputado cuyo nombre no aparecía en el mismo, sino su imagen acompañada de unos guantes de boxeador y un titular que rezaba “Un boxeador al congreso”.
Me detuve por un momento para apreciar de cerca aquella imagen y tan llamativa novedad en el ejercicio de la política nuestra. Dado el contexto que se vive en la política actual recordé aquella imagen y me parece que este es el momento preciso para que exista un boxeador en el congreso.
La manera en como se hace política en este país conlleva a que constantemente tengan que defenderse de los ataques que el pueblo suele hacer hacia quienes no han manejado la responsabilidad depositada en ellos con pulcritud.
Recordemos que se han escenificado ciertos conflictos en el congreso en donde se ha recurrido a métodos muy peligrosos, por ejemplo pistola en manos, interrupciones de la energía eléctrica para poder golpear a otros sin que pueda identificarse quién lo hizo, discusiones acaloradas cuando existen posiciones encontradas ante determinados temas como el de la reelección, por ejemplo.
Un boxeador en el congreso permitiría que aprendan a utilizar los puños pues hasta el momento da la impresión de que solo han sabido utilizar las manos y mientras estas permanecen abiertas es muy fácil que cualquier bien común pueda quedarse entre los dedos de algún congresista de quienes sabemos, a decir de su campaña, “son honestos” y “nobles”.
Supongo que un boxeador en el congreso podría cumplir la función de enseñar otros métodos aunque debe ser imparcial y, sabiendo cómo se maneja nuestra política, no podemos inferir hasta qué punto el boxeador pueda serlo.
De no ser imparcial podría provocar una situación peor porque me imagino que la oposición entonces sería capaz de revivir a Bruce Lee y presentar su candidatura como “Un karateca al congreso”.
Ante esta situación podrían formarse dos bandos (que de por sí ya existen) liderados por estos dos profesionales de las patadas y el puño. Esto haría que ahora se haga con cierta destreza y maestría lo que hasta el momento se hace sin saber lo más mínimo de cómo se lanza una patada, cuáles son los nombres de los golpes, etc.
El que existan dichos profesionales de la patada y el puño tendría su aporte pues, en caso de que falle la indiferencia, estoy convencido entonces de que, un boxeador y un karateca es lo mejor que pueda pasarnos porque, posiblemente, escenifiquen unos escándalos peores de los que hasta ahora han hecho y quizás la población así se convenzan y en vez de utilizar la abstención al voto se decidan por candidatos que sí nos representen.