El crimen perfecto no es aquel que no se resuelve, sino el que se resuelve con un falso culpable”-John Hurt, actor británico.

Vamos a decir algo más de lo que se ha dicho hasta el cansancio en estos últimos tres días: lo sucedido entre la madrugada del 15 y las primeras horas de la mañana del 16 de febrero, no solo no tiene antecedentes en la historia reciente del país, sino que, además, es una evidencia contundente de la débil institucionalidad que sufre la nación dominicana. En adición, es la peor señal enviada en muchos años al mundo y una vergüenza para todo el que ostente la nacionalidad dominicana, ya se encuentre fuera o dentro del territorio nacional.

Muy a pesar de los cuestionamientos a nivel mundial a los sistemas implementados de voto electrónico, como son los riesgos asociados a la manipulación por parte de agentes internos y externos, los costos de introducción y mantenimiento, los fallos de custodia de los equipos en todo momento y complejos requerimientos de seguridad informática, entre otros, el presidente de la JCE siguió aferrado a lo que llamó “las bendiciones de la globalización”.

El señor Castaños parece seguir convencido de que el voto electrónico sentaría un antecedente electoral revolucionario. Tecnológicamente pudo haber sido tal cosa en términos de eficiencia, procesamiento de resultados y relativa facilidad del proceso de votación. En cambio se convirtió en un experimento fallido y desestabilizador gracias a que la misma Junta no pudo asegurar ex ante la planificación y el diseño minucioso y transparente de la “innovación implementada”. 

A este enorme fallo de inicio se suman las vulnerabilidades de seguridad informática que en estos sistemas son sencillamente inevitables, las debilidades institucionales y la profunda y creciente desconfianza de la ciudadanía en las instituciones y los políticos. Lo sucedido el 16 de febrero pasado reafirma nuestra convicción de que a este país le falta mucho camino por recorrer para ser receptor confiable de “las bendiciones de la globalización”.03

El honorable presidente de la Junta llegó a engatusar a muchos con sus recurrentes discursos sobre las bondades del voto electrónico. Estuvo más convencido de sus supuestas fortalezas luego de las intervenciones de la empresa española Alhambra Eidos y la Fundación Internacional de Sistemas Electorales (IFES).

La primera enfocó su trabajo en la garantía del secreto del voto, trabajo fuera de línea, integridad de los datos y seguridad tecnológica y del llamado código fuente. Con estos alcances, la entidad realizó una auditoria a una muestra irrisoria (dado el caso) de los equipos utilizados en las primarias de octubre, bajo el insólito antecedente de violación de su custodia con participación de tercera parte interesada. El informe de auditoría de Alhambra Eidos todavía se desconoce. Nos preguntamos si la seguridad tecnológica y la integridad de los datos no incluye la carga segura de las boletas electorales.

Lo peor: de acuerdo con expertos y estudios serios realizados, la auditoria de estos sistemas de voto automatizado debe hacerse antes, durante y después del proceso de votación, exigencia global con la que nunca cumplió la Junta.

En cuanto a la segunda empresa, IFES, no tenemos razones para desconfiar de su trabajo. No obstante, ¿por qué ella no incluyó en su auditoria lo que llaman “el proceso de customización” del equipo de votación relativo a la carga de la lista de votantes y de las boletas electorales en las máquinas de votación individuales? Precisamente esta fue la parte vulnerada en esta ocasión por fantasmas ingeniosos a los que hay que poner nombres y apellidos.

¿Es que el encargado de informática de la Junta y su máxima autoridad consideraron que la carga de las boletas electorales al sistema no definía un aspecto de alta criticidad para garantizar su idoneidad y confiabilidad?

Tan crítico y complejo era el impedimento sospechosamente parcial de carga introducido, que el encargado de informática y su equipo no pudieron resolver el problema y hasta -infructuosamente- tocaron puertas de viejos amigos.

La ansiedad y la impotencia técnica impulsaron a la Junta a la intervención de los equipos en soledad, en las horas previas al increíble desenlace, es decir, sin contar con la presencia de los delegados autorizados de los partidos. Ya con el tiempo encima y cientos de miles de votantes varados frente a los colegios electorales, el presidente insiste en la continuidad del voto manual, a pesar de conocer que los municipios con voto electrónico componían el 62% del electorado nacional.

El colapso no pudo concretarse sin intervención de genios mercenarios. Como ha sucedido con otros crímenes, este no debe quedar impune.  Llegar hasta las últimas consecuencias en las averiguaciones es un deber insoslayable de la autoridad. Es una obligación y un compromiso moral de los partidos políticos seguir el progreso de las investigaciones. Una nueva fecha para la celebración de las elecciones municipales no debe sepultar o aminorar los bríos indagatorios exhibidos hoy por todos los actores. Y nadie quiere esta vez falsos culpables…