Cuando una persona se ha criado cómodamente, sin muchos problemas ni estrecheces –contaba ella- al momento en que la vida los aprieta, se les cae el mundo. Pero quienes nos hemos criado batallando toda la vida, no nos atemorizamos igual. Por eso, él -decía refiriéndose a su esposo- y al verse ganando menos, con los compromisos y las deudas, se hundió en una angustia. Y tú sabes, él es un hombre de fe, y aunque entiende que Dios es Fiel y por algún lado se nos abriría una puerta, en cuestión de días cayó en un ataque de pánico. Para colmo, cuando fuimos por ayuda profesional, le indicaron medicamentos tan fuertes que son para esquizofrénicos, y el pobre terminó peor con el tratamiento que sin los tranquilizantes.
Por mi parte, todo este tiempo en que no he tenido trabajo, si algo he hecho ha sido preguntarle a Dios cuál es su propósito y qué debo aprender. Porque mira que he buscado empleo. Ya no sé a cuántas entrevistas he ido, con y sin recomendación y nada. Personas menos calificadas agarran el puesto. Yo estoy dispuesta a trabajar así se a friendo hamburguesas, sin embargo, de haber estado empleada, me habrían cancelado, porque por los últimos meses he tenido que dedicarme por entero a ayudar a mi esposo, a tal punto que lo último que nos recomendaron fue, que él se fuera a su país, a estar con sus padres, hasta que las aguas se les calmen, y yo viajé hasta allá para llevarlo.
Escuchándola me convencí de que, cuando tú también tienes problemas, quieres encontrar con quién desahogarte, sin embargo, esta mujer necesitaba ahora unos oídos y no una competencia a ver quién está más atribulado. Habló y habló por horas. Viajó de atrás para adelante y viceversa, cada vez que recordaba un detalle y necesitaba, cual si fuera una pieza de rompecabezas, poner en su lugar. Su relato denotaba compasión y respeto por el hombre que ama, y un verdadero anhelo de ayudarlo. Su teléfono vibró anunciando la llamada de él. ¿Con qué frecuencia hablas con él? -Pregunté- A diario, y a veces varias veces al día. Él está como un niño, demandando mucha atención.
Ahora ella está sola, sin trabajo, y ejerciendo a distancia el rol de columna espiritual y emocional de su conyugue. Mi familia no sabe que estoy desempleada, -agrega- porque ahí sí que la puerca retuerce el rabo. Empiezan a juzgarme y a decirme cuantas cosas, sin entender que no es porque yo quiero. A todo esto, -pregunté- cómo te haces para pagar la renta? Sonrió antes de contestar. Esa es otra muestra de la Fidelidad de Dios, me dijo. Cuando regresé del viaje, me reuní con el propietario para ponerlo al tanto de nuestra realidad a ver si no me penalizaba por romper el contrato antes de tiempo. A pesar de no tener para donde irme, le dije que ya no podía rentar más el lugar, a lo que el hombre me contestó: “Todos pasamos por momentos difíciles en la vida, y ahora les está tocando a ustedes. Yo que sé lo que es estar ahí, voy a ayudarles en lo que puedo, por tanto este y el próximo mes, no te preocupes por la renta. Después de ese tiempo, hablamos…”
Yo podía ver el esfuerzo en sus ojos por contener la inundación que las emociones provocaban. Yo me emocioné de igual manera. Era como ver Simón de Cirene, meter sus hombros bajo la madera ensangrentada para ayudar a Jesús a cargar su cruz. Dios sabrá recompensar ese corazón compasivo, expresé. Y aunque no sabemos cuándo ni cómo se solucionarán los problemas, tenemos una paz inexplicable, resultante de la certeza de que Dios, si ese mismo, Dios está en control y tanto a ellos, a mí y a todo el que se lo pida, asistirá para guiarlo por este desierto a una tierra prometida. Esto no es una falsa esperanza, sino una garantía de fe. Oramos juntas y eso aumentó el bienestar, ese que te devuelve del camino de la desesperación trayéndote de nuevo hasta las aguas calmas de la confianza. Ese que el esposo de esta mujer debe volver a encontrar y por el cual estamos intercediendo.
Hablando de fe, dijo finalmente, una amiga me preguntó cómo es que puedo tenerla después de todo lo que me está pasando, y le dije, que no se trata de creer sólo cuando todo nos va bien, por el contrario. En la dicha entendemos que no necesitamos a Dios. Sin embargo, por hallarme en el punto donde estoy, es que puedo ver a cada paso milagros de misericordia, como el de la renta; de manos de aquellos que me dejan ver a Dios a través de sus rostros…
1 Juan 2: 15-17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
¡Bendiciones!