Como hago antes del inicio de cada año, cuando terminaba el 2019 realicé el ejercicio de revisar el año, medir los logros alcanzados y los retos enfrentados de acuerdo a las metas que me había trazado. Siempre planteo propósitos para cada área: familiar, espiritual, laboral, académico, salud, placer, finanzas, servicio. Esta es una actividad que me ayuda mucho pues me permite reflexionar sobre aquello realizado y lo pendiente, haciéndome consciente de mis hábitos y lo que necesito mejorar o cambiar para continuar avanzando hacia el balance tan necesario en nuestras vidas. En ese momento ofrecí por primera vez, junto a la psicóloga Kathya Flores, el taller “un año con propósito” en el que los participantes pudieron hacer lo mismo. Fue una experiencia muy enriquecedora en la que sacamos tiempo para evaluar, soñar y plasmar metas. Lo que no imaginamos en ese momento era lo que nos esperaba en este 2020 que ahora termina: una pandemia.

Ahora vuelvo a revisar mis propósitos y metas del 2020 y me preparo para ofrecer de nuevo este maravilloso taller. Podría frustrarme al ver que muchos deseos no se cumplieron y que algunas metas no se lograron o fueron modificadas. Tuve, como la mayoría de las personas, que adaptarme y ponerme en modo supervivencia. Miro hacia atrás y me vienen a la cabeza todas las emociones y preguntas que surgieron cuando tuvimos que confinarnos: ¿Qué pasará con mis padres y con mis hijos? ¿Qué debemos hacer para que Didáctica siga ofreciendo sus servicios y podamos continuar aportando a la educación de nuestro país? ¿Podré ofrecer mi campamento como lo he hecho por más de 25 años? ¿Cómo prevenimos esta enfermedad? ¿Hasta cuando será esto?

Hoy, en vez de frustrarme por aquello que no se pudo, celebro y agradezco. A medida que pasaron los meses de este 2020 tuve la capacidad de tomar decisiones importantes que me permitieron, no solo sobrevivir, sino superar obstáculos, crecer y aprender como nunca antes. Y por cada cosa que tuve que dejar o que perdí, gané mucho más. Doy gracias a Dios que una de estas pérdidas no fue la de un ser querido, como lamentablemente le ha pasado a tantas personas quienes han vivido el duelo en circunstancias muy dolorosas al no haber podido ni siquiera abrazar o despedir dignamente a aquellos que fallecieron por COVID-19. Esto me ha llevado a darme cuenta de lo frágiles que somos y a valorar mucho más la vida, la salud y la familia.

Ahora nos toca cerrar el 2020, evaluarlo y reflexionar sobre su influencia en nuestras vidas, sus lecciones, que serán distintas para cada uno, pues nadie ha vivido y experimentado esta pandemia de la misma forma. A cada quien le ha tocado enfrentar situaciones distintas y lo ha percibido desde su perspectiva, realidad y contexto. Lo que si podemos afirmar es que a todos nos ha llevado a ser más flexibles, a no asumir nada, a ver de cerca las debilidades de nuestro sistema, la desigualdad y los retos que tenemos en nuestro país y en el mundo para lograr el verdadero desarrollo y una educación de calidad. Nos ha permitido darnos cuenta de que, a pesar de ser vulnerables, somos más fuertes y resilientes de lo que creíamos.

Este 2020 nos ha permitido hacer una pausa y detener el ritmo tan rápido y desenfrenado que llevábamos y a distinguir entre lo urgente y lo importante. Hoy confirmamos que es mejor prevenir que tener que lamentar y me atrevo a decir que estamos más conscientes de la importancia de nuestro bienestar, de la salud mental y emocional, que tanto han sido afectadas por el COVID-19 de acuerdo a algunos datos y estudios ya disponibles.

Otro logro que nos deja el 2020 es la valoración de la labor de los docentes y de la escuela en la educación, en el desarrollo y aprendizaje de nuestros niños y jóvenes. Hay una mayor participación, integración y colaboración de las familias, como principales responsables de este proceso. Se han incorporado nuevos medios y herramientas tecnológicas para la modalidad a distancia, pero no incidirán en los resultados sin el acompañamiento adecuado de las familias y las escuelas, sin el compromiso de toda la sociedad.

Toca mirar hacia delante, sabiendo que, como dice Yuval Noah Harari, la única y mayor constante es que todo cambia. Todavía no está claro el panorama ni sabemos lo que nos trae el 2021, pero quedarnos de brazos cruzados no es una opción. Cada crisis trae una oportunidad. Este también puede ser un año con propósito con metas más realistas. Ante cada experiencia, situación o problema, la mejor pregunta será:

¿Qué puedo hacer yo?

Para información sobre el taller “Un año con propósito” pueden escribir a info@didactica.edu.do