Haití no era aceptada por ninguna de las potencias europeas, ni por Estados Unidos, ni las nuevas repúblicas de América del Sur, ya que todas tenían políticas esclavistas, por tanto, Boyer tuvo que firmar un tratado con Francia para romper dicho bloqueo. El 17 de abril de 1825 Boyer aceptó un acuerdo de pagarle a Francia sus pérdidas por la Independencia de la antigua colonia. La ordenanza le prometía a Haití reconocimiento diplomático francés a cambio de un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150.000.000 de francos (unos US$21.000 millones de hoy), pagadera en cinco cuotas.
Ese acuerdo fue renegociado en 1838 y reducido el monto a 90.000.000 de francos. Esa deuda se terminó de pagar en 1883 y mató la posibilidad del desarrollo económico de Haití y en gran medida contribuyó al movimiento independentista dominicano, ya que todos debían pagar esa deuda. Si tomamos en cuenta que el PIB de Haití en el 2017 era de 8 mil millones de dólares, Francia en 1825 le impuso pagar casi tres veces ese monto. En ese pago oneroso se explica en gran medida el atraso presente de Haití, que fue asesinada en su cuna, y también el hecho de que los dominicanos decidieran separarse. Para completar nuestra imagen de ese hecho cito un artículo del Diario Libre del 18 de diciembre del 2018 que señala: “la población de origen extranjero aporta el 7.5% (RD$161,560.8 millones) del valor agregado de la economía del país, mientras que la migración haitiana aporta el 5.4% (unos 115 mil millones de pesos), según un estudio complementario de la ENI-2012 del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) financiado por la Unión Europea”. Es decir, la población haitiana en nuestro país aporta en el presente a la economía nuestra unos 2 mil millones de dólares. Entender esos números nos ayuda a tener una perspectiva diferente de la que usualmente nos brindan los sectores nazionalistas criollos.
En medio de todo ese proceso de indefinición de nuestra probable independencia un autor llamado Andrés López de Medrano publicó un libro de Lógica en 1814 que parece ser el primer texto propiamente filosófico que conservamos. Juan Francisco Sánchez señala que: “Introducida la imprenta en nuestro país a fines del siglo XVIII, comienzan a aparecer libros impresos aquí sólo a comienzos del siglo XIX; los primeros impresos fueron hojas de periódico, boletines oficiales o folletos de índole catequística. En cuanto a publicaciones de índole filosófica, creemos que la Lógica de López de Medrano, que lleva en el pie de imprenta la fecha de 1814, es el primero” (Martínez, Vol. I, p. 128). En gran medida la falta de libros criollos se debió a que no existían imprentas y menos aún un ambiente intelectual que estimulara autores. Semejante ocurrirá durante la dictadura trujillista que el temor a ser represaliado por el régimen los autores con vocación filosófica se refugiaron en cuestiones de lógica y metafísica para evitar juicios sobre la sociedad que el sátrapa y sus áulicos evaluaran como actividad opositora. En el caso del libro de López de Medrano la falta de lectores circunscribía la producción a ese libro de texto.
¿Cómo se fraguó el nacionalismo dominicano que llevó a la Independencia del 1844? Es un hecho cierto de que lo dominicano comenzó a formarse de manera firme frente al gobierno haitiano de Boyer y que los líderes de dicho movimiento fueron los jóvenes pequeños burgueses de Santo Domingo. Esto explica que el 16 de julio de 1838, aprovechando la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, justo frente a dicha iglesia donde debió reunirse una pequeña multitud, unos cuantos jóvenes se reunieron en la casa materna de Juan Isidro Pérez, bajo el liderazgo de Juan Pablo Duarte y juraron luchar contra la ocupación haitiana hasta alcanzar la independencia de un nuevo Estado que se llamaría República Dominicana.
El juramento es digno de analizar: “En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana; la cual tendrá un pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesado por una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta; y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo”.
Heredamos históricamente las palabras que empleó Duarte para justificar ese proyecto: “Estamos convencidos de que entre dominicanos y haitianos no hay fusión posible. Somos y seremos dos pueblos diferentes. Nuestro destino es ser independientes, absolutamente independientes. […] Nuestra sociedad se llamará La Trinitaria porque se compondrá de grupos de tres y la pondremos bajo el amparo de la Santísima Trinidad. Nuestro lema: Dios, Patria y Libertad. […] Amigos míos, estamos aquí para ratificar el propósito que habíamos concebido de conspirar y hacer que el pueblo se subleve contra el poder haitiano, a fin de constituirnos en Estado libre e independiente con el nombre de República Dominicana. La cruz blanca que llevará nuestra bandera dirá al mundo que el pueblo dominicano, al ingresar en la vida de la libertad, proclama la unión de todas las razas por los vínculos de la civilización y el cristianismo… La situación en que nos colocaremos será muy grave, y tanto más, cuanto que entrando ya en este camino, retroceder será imposible. Ahora bien, en este momento hay tiempo todavía de rehuir el compromiso. Por tanto, si alguno quisiera separarse…” A pesar de todo el discurso religioso es menester señalar que la metodología empleada de estos grupos trinitarios es herencia de la lógica masónica, ya que todos los complotados pertenecían a la Masonería. Es importante señalar la cuestión de “la unión de todas las razas” lo que implicaba el rechazo a la esclavitud. Los racistas nazionalistas de la actualidad blasfeman al tomar a Duarte como símbolo de sus prejuicios contra la población negra.
En torno a la figura de Duarte y su relevancia en el proceso independentista es mucho lo que se ha investigado en los últimos años, merece destacarse el libro de Pablo Mella sj, titulado Los Espejos de Duarte, donde desmitifica en gran medida la construcción de un Duarte semidivino que los historiadores conservadores dominicanos han construido. Existe un texto también muy revelador de Juan Isidro Jimenes Grullón titulado El Mito de los Padres de la Patria. Un servidor publicó en la Revista Global número 50 un artículo titulado Duarte en su contexto, en ocasión de los 200 años de su nacimiento. En dicho texto afirmo que la relevancia de Duarte en el proceso político independista se agota en el periodo del 1838 hasta el 1843.