Caminando por las calles de la ciudad siento  que hay un fervor de patria equivocado.

Un grupo de pendejos ha logrado que las Dominicanas y Dominicanos tengan la certeza de que la patria es la  vocinglería de una maldita  truya familiar, que en nombre  de la defensa de la enseña tricolor se ha posicionado en el poder creando un miedo de medular dentro del mismo poder donde orbitan.

Pues bien, ese concepto de patria rentista y vocinglera no es ninguna patria posible. Caminando, caminando por la calles de la ciudad siento reacciones e indignaciones que me parecen válidas:

Porque si tengo que compartir mi poco de hogaza humilde contigo, si tengo que compartir mi tierra contigo, no importan las razones, no tengo por qué aceptar tus insultos a mi independencia y una maldita sarta de reclamos que deberías hacer en tu propio país.

Tener visión de Patria posible, es analizar con frialdad los días que vienen, las trampas que vienen.

Hay una cólera haitiana que no debe tomar a la República Dominicana como excusa. Puedo entender y comprender cualquier reclamo humanitario (que los hay).

Pero esa energía para crear conflictos bilaterales ficticios, sería mejor que la invirtieran en la organización de las elecciones y en la búsqueda de consenso de su propia clase política.

Patria posible es que entiendan que violan de modo flagrante los acuerdos de Ginebra sobre protección de Embajadas y Consulados, entendido en esos acuerdos, como espacios y extensión del territorio nacional dominicano, no importa dónde sea, y eso es recíproco.

Mal haría este país en crear un debate falso de conflictos bilaterales cuyo origen tiene raíz en la realidad social y política haitiana, en el pleno corazón de Puerto Príncipe.

Ese no es el debate. El debate es la organización de la sociedad haitiana de modo interno social y políticamente. Ese es el debate; ningún otro.

La mezcla de la cosa domínico-haitiana con la alevosía y la mala fe para ocultar el drama interno de Haití, abandonado por el  Nicolas Sarkozy, primero, y luego por Francois Hollande (uno de los peores presidentes de la V República Francesa), no es conveniente, no hay que perderlo de vista.

La diplomacia dominicana, debe asesorar al gobierno de turno para que haya una estrategia clara y una visión precisa de línea de acción:

La diplomacia haitiana gana tiempo y se solaza mezclando su falta de respuesta social interna con el tema dominicano. Cada vez que eso sucede, el gobierno neoduvalierista actual gana tiempo en la evasión de su propia tragedia social interna.

Ahí es donde la República Dominicana debe  tener el horizonte claro y preciso. El resto es chantaje de una diplomacia haitiana que juega a victimizar a su país ante el mundo para jodernos a nosotros y en plan maniqueo, ponernos el sello de “malos”.

"Puede ser; no lo niego; pero ahora, entre tanto,

bailemos un merengue hasta la madrugada,

entre ajíes caribes de caricias robadas,

cabe cielos ardidos de fuego de aguardiente,

bajo una blanca luna, redonda, de casabe.

Que ya me están urgiendo de caminos reales

los nísperos canelas de tus propios racimos,

y no sé de qué soles tropicales me vienen

todas estas violentas viscerales urgencias

de querer cimarronas morbideces de sombras "

(Franklin Mieses Burgos/Paisaje con un merengue  al fondo)

Y no son listos como todo el mundo cree y mitifica: Si en un sitio el trato que me dan es en excesivo malo, yo tengo derecho a reclamar; pero si no me quieren (porque tampoco me he dado querer con resabios y odios evidentes, aunque sacie mi hambre en ese lugar, a pesar de todo) no tengo más remedio que largarme y construir lo que me pertenece y luchar por ello, allí de donde soy, de donde provengo.

Hay que desmontar ese chantaje. Canadá, Estados Unidos y  Francia, como actores internacionales de peso indiscutible, deben de entender que Haití, un país plagado por años de organismos internacionales sin resultados concretos, constituye un proyecto inviable, una tragedia que tampoco le será posible resolver a la Replica Dominicana, que tiene pendiente su propia agenda social de más de medio siglo.

Patria posible, finalmente, debe ser no vestirme de soldado de ocasión para ir la frontera a masacrar un pueblo burlado y jodido como el haitiano.

En todo caso, si lo peor sucede, que formen sus pelotones de la muerte los empresarios que inventaron el problema y lo siguen alimentando.

Que se vistan y se armen ellos. Que lustren sus botas y que en sus mochilas de combate se lleven toda la plusvalía que no han querido pagarles como patronos a los dominicanos.

Que combatan ellos, los ricos empresarios, porque la idea de patria que ellos tienen no es la mía.

Me patria posible es el alerta contra las confusiones y oportunismos de quienes ahora tendrán una bella bandera en las puertas de sus mansiones. Esos, los que ya “haitianizaron” la economía dominicana y con negocios binacionales apuestan contra principios y valores de un país que hizo un proyecto nacional en 1844, esa es la patria posible.