“La dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a

aquella sociedad en la que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre.”

Byung-Chul Han

La obra del filósofo oriundo de Corea del Sur y enraizado en Alemania está en ciernes. Recién llega de la imprenta su último libro, el mismo que devela una nueva evidencia del estado de inconformidad de nuestro mundo actual.

Así, pues, continuamos con la tarea de las últimas semanas, reseñando los principales ensayos de Han, antes de llegar a una conclusión de su pensamiento por provisorio que éste deba ser.

  • La desaparición de los rituales (2019).[1] Según lo escrito por Han, “los rituales exoneran al yo de la carga de sí mismo”. Y por eso, así como el símbolo sirve pare re-conocer-se a uno mismo unido a los otros, los ritos son acciones simbólicas que unen a los individuos sin necesidad siquiera de mediar una palabra.

Gracias a los rituales que tradicionalmente depuramos en el tiempo gozamos de la vida en comunidad sin necesidad de acudir a la comunicación dado que los ritos “transmiten y representan” “los valores y órdenes” que mantienen unida y entrelazada a una sociedad con sentido de pertenencia.

Contrapuesto a ese estilo de convivencia tradicional, sin embargo, la función del gran teatro del mundo presenta hoy una civilización en la que predomina la comunicación pero totalmente desprovista de comunidad. ¨El malestar de la civilización¨ -no según Sigmund Freud[2], sino en función de una sociedad cuyo tiempo está gravado por la hiperactividad, el sinsentido y la autoexplotación- reside en forzarnos a una convivencia desprovista siempre del mutuo reconocimiento que garantizarían los rituales simbólicos.

En ese contexto, la cuestión de fondo reside en que el ser humano, sin prácticas rituales, es incapaz de reconocerse como tal, es decir, como uno más de los seres que disfruta de una humanidad es mutua, de todos, pues no es propiedad privada de alguien. Téngase en cuenta por añadidura que, si no nos reconociéramos de manera recíproca como humanos, cada uno y por ende todos devenimos meros objetos destinados al mercado en el que nos sacrificamos voluntariamente por alguien o por algo más.

De ahí el valor sin igual de los rituales.

La usual percepción simbólica hacía que pudiéramos distinguir y apreciar el elemento duradero en las relaciones humanas. En su defecto, el tiempo es estéril y escapa sin sentido humano de nuestras vidas. Debido al gradual ocultamiento de los rituales, la humanidad, con su memoria, valores y sustentabilidad propia y de su entorno natural, son desintegrados insensiblemente como “polvo en el viento[3] o escarcha en la mar.

Es por ello que todas las revoluciones sociales de la Europa moderna terminan a los pies de un neoliberalismo que todo lo explota, incluyendo los valores morales que ahora se coleccionan como medallas de distinción en la pechera de cualquier general. Y así crece y sigue creciendo, no solo la economía, sino la auto valoración y la auto estima narcisista de cualquier yo que se reproduce a sí mismo inconexo y sin algo más que lo una con los que -por supuesto- están de más debido a la mercantilización de las relaciones sociales y la consecuente desaparición de los rituales y de lo que estos representan.

En el reino de este único mundo real y cambiante cada uno y todos somos recursos humanos atados a otros recursos de capital y tiempo, destinados primordialmente en el mercado a producir y consumir. El resto carece de valor.

De ahí que, así como la caña va al ingenio y el agua del río al mar, los rituales, la comunidad que fomentan y cada humano desaparecen en la última civilización presente con la que acaba lo duradero de la humanidad.

En ella es la hora del “update” y del Chronos oro. Atrás queda la tradición con sus rituales y lazos indelebles que nos aunaban por siempre. Aquí y ahora llega el tiempo que corriendo nos transporta a un mundo de nuevos dioses antropomórficos en el que por nuestra propia audacia los mortales de antaño, como recurso que somos, quedamos retenidos en el mercado. Con las manos prometeicas encadenadas al cuerpo ¨sísifoco¨ que no ha sido sino que se condena al absurdo sin fín de su propia temeridad.

[1] Byung-Chul Han: Vom Verschwinden der Rituale: Eine Topologie der Gegenwart. Ullstein, Berlin 2019. Edición en castellano, La desaparición de los rituales, Barcelona, Editorial Herder, 2020.

[2] Ver, Sigmund Freud: El malestar de la civilización, (trad. Ramón Rey Ardid), Madrid, Alianza, (original 1930) 2006.

[3] Leonardo Padura: Como polvo en el viento, Barcelona, TusQuest Editores, 2020.