Participando en el “Lunes Libre”, que publica a comienzo de cada semana el matutino “Diario Libre”, tres connotados ex rectores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo han coincidido en hacer valiosas sugerencias para rescatar el perdido prestigio académico y ciudadano de la institución docente.

Fernando Sánchez Martínez; Porfirio García y Julio Ravelo Astacio suman la invaluable experiencia práctica de haber dirigido por nueve años, en tres períodos distintos, los destinos de la primera universidad  creada en el Nuevo Mundo.  Ellos conocen al dedillo sus problemas, necesidades y lagunas, el pie del cual cojea.  Son tres sus propuestas, todas fundamentales y de una validez indiscutible, que pudieran representar, si no la totalidad, gran parte del trabajo de saneamiento que es preciso llevar a cabo en el Alma Máter. Veamos.

La primera es cambiar la forma de elección.  Los tres ex rectores comparten el criterio de que es preciso eliminar el clientelismo para la escogencia de las autoridades universitarias.  Para ello sería necesario extrañar la política partidaria del seno de la institución, de tal modo  que aquellas sean escogidas por su capacidad y sus valores académicos y personales, y no como al presente, contando con el apoyo de partidos políticos que han convertido la UASD en campo de batalla donde medir fuerzas y que tendrán de recompensa como parte del botín, el nombramiento de sus activistas, parientes y recomendados.

Es conveniente recordar en este sentido que a su llegada a la rectoría, su actual ocupante Iván Grullón, reveló haber encontrado una sobre-nómina de 800 nuevos empleados, incorporados al personal con motivo de las elecciones uasdianas a fin de que pudieran ejercer el derecho al voto.  Prometió limpiar la nómina, pero se ignora si llegó a hacerlo y nunca más se volvió a tocar el tema.

Lo segundo es auditar, sanear y transparentar su presupuesto.  Si la UASD atraviesa por permanentes apuros financieros y reclamando del gobierno la entrega de recursos adicionales, está impuesta primeramente a racionalizar los gastos, a fin de eliminar todo posible dispendio y erogación innecesaria.  Los fondos que recibe la UASD son de carácter público.  No es maná que cae del cielo sino de un origen más terrenal: sale de los bolsillos de los contribuyentes.  Estos tienen sobrado derecho a reclamar el destino que se da a los mismos.  Más que un derecho, es un deber hacerlo por parte de la Universidad Primada.


Y finalmente, aplicar la baja estudiantil.  Apenas hace un par de días la Dirección de Orientación de la Academia reveló que al presente el número de estudiantes con bajos índices oscila entre 50 y 55 mil.  Esto representa la cuarta parte de la totalidad de la nómina estudiantil de la UASD y sus extensiones a nivel nacional.  Y si bien bajo la rectoría del recién fallecido rector Miguel Rosado se implementó un programa obligatorio de nivelación para unos 30 mil estudiantes con un pobre índice académico por debajo de 60, dado que no es obligatorio, es muy bajo el número de los que asisten.  Una señal clara de que el resto está escasamente interesado en superarse.

En la UASD hay alumnos que tienen diez, doce y más años de matriculados.  Un secretario general de la FED, en un período anterior al actual, tenía nada menos que un arrastre de ¡18 años “estudiando” en la Primada sin haberse graduado¡  Una situación realmente escandalosa y un acto de corrupción como cualquier otro.

Lejanos están los días en que la UASD era como un faro de esperanza para el pueblo dominicano, contando con líderes estudiantiles, muchos de los cuales dieron su vida por sus ideales, pero a quienes su activismo no les impedía ser buenos y meritorios estudiantes.

Hoy, por desgracia, ya la UASD no es, sino fue.  Su prestigio de antaño pertenece al pasado. Es una página mas de la historia.  Quizá sean estas valiosas propuestas la última oportunidad de rescatarla y que vuelva a ser lo que era y debiera ser: fragua de profesionales de la más alta capacitación y ciudadanos con elevado sentido de responsabilidad y compromiso social.