TURULECO

“. . . en ese momento notaron en mí una mirada como esa de los sordos, TURULECA sin querer comprender. . .”

Una mirada turuleca. Esta es una descripción con intromisión de una voz de escasa circulación en República Dominicana. Aquí, como en muchos otros casos, este limitado uso de la voz hace más interesante su estudio.

En el desarrollo de este estudio se aprovechará el espacio para incluir otra palabra muy parecida y más conocida, turulato.

En los estudios de voces propias de América, que luego pasaron a Europa, pueden encontrarse varias palabras que tienen gran parecido entre ellas, turuleco, a, turuleto, a, turulato, turuleque.

El paso de voces americanas al español peninsular no siempre es suave. Algunas palabras han pasado por un cedazo estricto antes de que la docta corporación madrileña de la lengua le concediera entrada en el diccionario oficial de la lengua. De las voces antes mencionadas la primera que traspuso el umbral del antes citado diccionario fue turulato.

D. Ángel Rosenblat en su obra Buenas y malas palabras cita la palabra turulato en el tomo dos y en el tres, de la edición en cuatro tomos del año 1974.

Se asegura que turulato se originó en Venezuela y de allí pasó a Canarias. La acepción que se reconoció al principio fue la correspondiente a la condición en que se encuentra el sujeto que se ha excedido en el consumo de alcohol. La voz se conoce en Colombia también.

D. Ángel Rosenblat en su obra Buenas y malas palabras cita la palabra turulato en el tomo dos y en el tres, de la edición en cuatro tomos del año 1974. Para dar a entender el estado del turulato en otras palabras propone “privado” en su acepción de “bebido, borracho”. Este autor trae una cita de una comedia del año 1912 en la que se usa esa voz.

Turulato llegó temprano al continente europeo; D. Roque Barcia recoge la voz en su Diccionario general etimológico de la lengua española (1883-V-262).

La palabra turulato es considerada “creación expresiva” por Corominas y Pascual en el inigualable Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-V-703). Abundan estos autores sobre la palabra e introducen otras, tuturuto, turuleque, (galleguismo), que transmiten la idea de persona alelada, etc. Por medio de este diccionario se sabe que la entrada en el Diccionario de la Real Academia Española de turulato ocurrió en el año 1869. Los autores citados escriben que el registro en que se usa turulato corresponde al ámbito familiar y popular. Las acepciones reconocidas son, “alelado, sobrecogido, estupefacto”.

En América hay otras voces con ritmo parecido en su elocución que tienen también significados de la misma especie. A pesar de las semejanzas no puede asegurarse que hayan recibido influencia de turulato.

La popularidad de la palabra turulato ha determinado que esta palabra adquiera matices en el uso que se traducen en las acepciones que se le asignan; el Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:471) consigna, “Aplicado a una persona, atontada, atolondrada o confundida”. A seguidas ese diccionario se ocupa de turuleto, “Persona atontada o idiotizada”.

Algunas de los cambios en las significaciones obedecen a que en los periódicos se favorecen unas acepciones sobre otras y estas publicaciones esparcen esas que resultan más aceptables para el público lector. De ahí que se hayan popularizado las acepciones “sobrecogido, estupefacto”, sobre las que denotan estados de ebriedad. Para las últimas se usarán palabras más a tono con el tipo de publicación, dejando de lado el aspecto negativo de la borrachera.

EMBELECO

“. . . el poeta observa que el flujo constructivo de energía fue meramente un EMBELECO de los sentidos. . .”

Hay que expresar admiración ante un vocablo como embeleco que es capaz de reunir tantas acepciones diferentes. No solo diferentes, sino de aspectos disímiles unos de otros. Este rasgo mueve a pensar que fue un vocablo de mucho uso, o por lo menos, que llegó en momentos diferentes a las diferentes hablas del español americano.

Algo que algunos hablantes de español dominicano ignoran es la existencia de un verbo, embelecar, que introdujo una acepción de embeleco. Otro dato que debe destacarse es que el vocablo embeleco ha estado en uso durante siglos en español.

La palabra embeleco aparece varias veces en las obras de Cervantes. Góngora y Quevedo usaron también esa palabra. El Diccionario de Autoridades (1732-II-386), edición de 1963, asienta las palabras “embelecador, embelecar, embelecado, embeleco”. En ese diccionario se consignan las acepciones, embuste, fingimiento engañoso, mentira disfrazada con razones aparentes que dan lugar a las derivadas.

Embeleco entró al español y con él otras palabras de la misma familia, embelequería y embelequero.

En República Dominicana quien primero se ocupó de la palabra fue Brito en su obra Criollismos de 1930. Ofrece un equivalente, “aspaviento”. Como se explicó más arriba, a medida que entraba o se hacía conocida la palabra adquiría una acepción propia en cada país.

Embeleco entró al español y con él otras palabras de la misma familia, embelequería y embelequero. La acepción del último adjetivo es “persona que gusta de embelecos o cosas fútiles”. En Chile la palabra embelequero se usa para mentiroso. La palabra embelequería se asocia con la acepción chilena de embeleco, de donde termina en “embuste, engaño”. Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1917:67-8).

En el año 1674 D. Bernardo Aldrete en la obra Del origen y principio de la lengua castellana o romance escribió, “Pero como el lenguaje no sea uno en todas partes, ni en todos tiempos, porque como se muda con las tierras, así con las edades. . .” (1674:50). (Versión moderna RG). Esta frase expresa lo que se esbozó más arriba que con el tiempo y en el espacio los vocablos tienden a cambiar.

La frase transcrita puede comprobarse cuando se verifica en el Diccionario del habla chilena (1978:107) que en ese país se usaba embeleco para “cosa que se toma como entretenimiento // Obsequio pequeño o fútil”.

Para abundar más sobre los cambios, en Venezuela embeleco aparece en el habla coloquial con el valor de, “Manifestación exagerada de afecto de una persona hacia otra”. Esto así en la región de los llanos y en la región andina. Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:196). Este uso puede haber contribuido en Cuba a que embelequero, sustantivo y adjetivo, valga para expresar, “Persona que se entusiasma con facilidad”. Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016:457).

En el español internacional perduran acepciones que comenzaron en América, ahí está, “Persona o cosa fútil, molesta o enfadosa”, que consta en el diccionario oficial de la lengua internacional.

En Puerto Rico y República Dominicana la palabra embeleco ha servido para externar ideas variadas. En el habla de Puerto Rico puede citarse, “adorno demasiado cargado; acción rara; cualquier trasto; plan o acción descabellados; antojo, deseo vivo y pasajero de algo”. Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico.

En el habla dominicana actual ya no aparece la acepción del año 1930; en su lugar embeleco tiene cinco acepciones. “trasto, objeto inservible; antojo, deseo vivo de algo; muñeco de trapo muy feo; persona muy delgada”. Diccionario del español dominicano (2013:275).  

A estas acepciones quien escribe estos comentarios ha logrado recoger el uso para “persona con muchas joyas de fantasías o vestidos de colores muy llamativos sin combinación”. Salta a la vista las semejanzas que existen entre las acepciones de Puerto Rico y República Dominicana.