En estos tiempos de comunicaciones masivas e intensas, hay palabras que son tan utilizadas que se desgastan como las puntas de los lápices, o como las camisas, que de tanto y ponerlas y quitarlas quedan descoloridas y con los cuellos raídos, y en consecuencia hay que ir buscando o inventando –transparentizar, customizar, y muchos engendros por el estilo-  otras nuevas que nos permitan renovar el guardarropa del diccionario de la lengua, que en el caso de la castellana supera las 80.000, para estar a lo último de la moda progresista en la escritura y en habla.

Hace tres o cuatro décadas, los gringos pusieron de moda la palabra Chamán, es decir, el jefe de algunas la tribus o clanes indígenas, tomándola de la etnografía y antropología, para explicar muchas cosas que sucedían en la sociedad y sobre todo en lo referente a los asuntos del liderazgo en cualquiera de sus múltiples áreas. Eso era oír o leer Chamán por aquí, Chamán por allí, Chaman por acá, Chamán por acullá, hasta que se cansaron de tanto chamanismo y la colgaron en la percha de su justo uso científico, que es donde bebe estar.

Después, a los españoles les dio por utilizar la de “Apuesta”, en todos los informativos era, que si el país apuesta por esto, los ministros apostaban por los presupuestos, los empresarios apuestan por las leyes laborales, los equipos apostaban por ganar, y se apostaba por todo lo que se proponían hacer, hasta que al parecer se hartaron y la dejaron para sus mejores ámbitos que eran las quinielas de futbol, de carreras de caballos y otros eventos similares donde se juega el dinero al azar.

Los gringos, tal vez por ser de naturaleza dominadora, llevan unos buenos años con la palabra “Control” a cuestas. No hay película, no hay reportaje científico, no hay novela, no hay relato alguno, que el verbo controlar no aparezca una o muchas veces.

Los protagonistas siempre tienen que estar controlando, los mandos del avión que va cayendo, el manejo de la banda,  la policía a los gansters, los gansters a la policía… control al esposo o a la esposa, a los hijos, al comportamiento, al dinero…

¡A todo! Y, al parecer, la palabra control seguirá vivita y coleando por mucho tiempo porque está incrustada en el ADN de poseer de ese pueblo tan progresista.

Los publicistas y mercadólogos, sobre todo estos últimos, viven a la caza de cualquiera de ellas que pueda ponerlos en la puntera de sus ejecuciones y teorías. La palabra “Líder” se ha usado y mal usado tanto, que ahora hasta a un parqueador se le dice, “oye, líder, vigílame el carro”,o la de Gurú, ya cualquiera que destaque un poco en algún área, es santificado como un sabio espiritual de las montañas de la India. Los Gerentes de Productos que se vieron elevados al título en inglés de “Product Manager”, han sido subvaluados de nuevo a encargados, los famosos “Ejecutivos” que al inicio eran la crema y nata de las grandes empresas han bajado puntos, tantos, que hasta los simples vendedores de antes ahora son ejecutivos de ventas.

Pero esta élite empresarial no se han resignado y han echado mano de otras más modernas y diferenciadas como las siglas de CEO, Chieff Executive Officer, a las que le han seguido sus hermanas COO,CMO,CFO,CIO, CTO, CCO…y no paran de inventar nombres que les mantenga a la cabeza de las definiciones de cargos superiores, alejados de la “chusma” de empleados.

Ahora, está apareciendo, aun tímidamente, la de “Algoritmo”, que proviene del árabe, de

Al khwarizmi, sobrenombre dado al famoso matemático de Bagdag, Mohamed Musa, y suena muy bien, muy fresca, y de mucha categoría, aunque la inmensa mayoría no sepamos más que algo de su significado definido como conjunto prescrito de instrucciones o reglas bien ordenadas, definidas y finitas que permitan llevar una actividad mediante pasos, y desconozcamos la inmensa complejidad de su desarrollo numérico, ni muchas de sus importantes aplicaciones, como en la informática de nuestros días.

Tengo que confesar que hace un buen tiempo la empleé en uno de mis trabajos, aunque solo como referencia de su utilización en las teorías de comunicación, y tengo que reconocer que me quedó muy cuadrada en el escrito, por entonces casi nadie se atrevía a utilizarla. Pero poco a poco, o de poco a mucho, va apareciendo en artículos, y posiblemente se utilice hasta  perderle el respeto, como las otras ya señaladas, y el algoritmo que también está presente en muchos de los quehaceres comunes de nuestra vida diaria, se verá en las facturas de la luz, en las compras de los supermercados, o en los pedidos en línea. Hasta que la vulgaricen y la desgasten como la piedra pómez que empleamos para lijar las durezas de la piel nuestros pies.