Nuestro destino turístico debe mirarse en el espejo de otros que han alcanzado un alarmante nivel de saturación turística. Aunque nos falta mucho para preocuparnos por los impactos negativos que pudiera ocasionar una ultra masiva afluencia de visitantes, importa saber cómo manejan la saturación los destinos que ya la sufren. Asi podríamos aprender cómo manejar los niveles de densificación de la construcción. Sin duda el ordenamiento es la respuesta, pero lo que eso significa puede estar preñado de controversias por la subjetividad que envuelve algunos de sus parametros.

Para comprender esto debemos definir términos. La “saturación turística” se refiere a un nivel de visitación que no solo concita el repudio de los anfitriones, sino que también daña el medio ambiente y causa otros trastornos sociales y económicos.  La “masificación turística”, en cambio, debe interpretarse como un nivel masivo de visitación, sin que esto necesariamente implique efectos colaterales dañinos.  Por otro lado, la “densificación turística” es un termino que se usa en relación a la ocupación de los espacios por la construcción de facilidades turísticas (p. ej. hoteles y ofertas inmobiliarias).

Benidorm, España

La saturación turística es un asunto que se ha comenzado a poner de moda. En algunos destinos europeos ya se producen reacciones adversas y hasta se ha introducido el termino de “turismofobia” para describir la aversión de los anfitriones locales a la saturación.  Barcelona y Venecia son ejemplos, el primero porque ha prohibido el desarrollo de más hoteles y el segundo porque intenta ahora limitar la afluencia de visitantes y cruceros. A nuestra prensa turística, regularmente concentrada en el movimiento de los flujos de visitantes, le conviene ponderar tales contracorriente (https://www.diariodemallorca.es/mallorca/2017/12/30/touroperadores-britanicos-advierten-turismofobia/1275717.html).

La masificación, por su lado, es algo que los destinos emergentes anhelan. Los hoteleros quieren alcanzar una alta ocupación de sus propiedades y por eso fijan su atención en el crecimiento o disminución de los flujos. Pero la otra cara de la masificación, tal y como se puede ver en algunas playas del sudeste asiático, es la reacción adversa de los turistas y el descontento que eso genera en los nacionales.  De ahí que los turoperadores, tratando de mejorar la experiencia de ambas partes, estén buscando ingeniosas formas de evitar el hacinamiento (p. ej. rediseñando itinerarios para evitar la aglomeración).

En materia de densificación el reto es lograr un adecuado equilibrio entre el espacio y el ambiente construido. Para el experto español Figuerola Palomo, quien una vez calculo que la RD podría albergar unas 400,000 habitaciones, “densificar significa hacer posible mayor densidad, ampliar la densidad urbana.” “La densificación de espacios turísticos se entiende “como las acciones que conducen a la ampliación de las densidades resultantes de habilitar un espacio concreto para la recepción de un número de turistas. Cuando la densificación tiende a la superación de unos valores estándar de personas localizadas en un espacio concreto, puede afirmarse que existe masificación” (file:///D:/backup%2014-09-2018/Documents/Figuerola%20-%20%20Turismo-urbano%202018.pdf ).

El mismo Figuerola Palomo ha identificado aquellos desarrollos turísticos que, ya sea por saturación, masificación o densificación, no pueden aceptarse: “1) Formas de turismo que afecten los equilibrios ambientales; 2) Prácticas turísticas que perjudiquen la convivencia vecinal; 3) Crecimientos turísticos que saturen los recursos disponibles; 4) Modalidades que no se identifiquen con verdaderas vivencias turísticas; 5) Ampliación de las ofertas receptivas a niveles injustificados: 6)  Priorización del economicismo por delante de otros efectos necesarios; 7) Aplicaciones turísticas generadoras de anomias y disfunciones sociales; 8) Rutinas recreativas o animadoras degradantes de valores y ejes históricos; 9) Propagación de falsas costumbres y tradiciones; 10) Pérdida de la autenticidad y la fidelidad a los sentimientos y herencia histórica.”

Una playa en China

En nuestro país todavía no ha surgido un serio problema de saturación ni de masificación. Fuera de las aglomeraciones que se forman en algunas de nuestras playas durante la Semana Santa o cualquier otra fecha de asueto, pocos son los que se quejan de la presencia masiva de turistas en ellas. En cuanto a densificación, los proyectos turísticos se han históricamente alineado con las directrices que ofrece el MITUR sobre la densidad de construcción de los diversos polos turísticos. Pero recientemente brotó un serio conflicto sobre la densificación entre los hoteleros de Bávaro-Punta Cana y el MITUR al este último haber autorizado la construcción de torres de 22 pisos en Macao y CapCana.

Ese conflicto pasó a la historia cuando ASONAHORES protestó la medida de manera institucional. (La primera confrontación publica entre esa entidad y el MITUR de que se tiene noticia.) Su argumento fundamental fue que la misma violaba los parámetros establecidos de manera oficial en el Plan Sectorial de Ordenamiento Territorial Turistico Punta Cana-Bávaro-Macao aprobado oficialmente en el 2017. Los hoteleros alegaron que esa violación, en contra de los parámetros de baja densidad asignados a la zona, ponía en peligro sus inversiones y devaluaba sus propiedades.

Por su parte, el MITUR alegó que “Punta Cana-Bávaro-Macao es el destino que registra el mayor crecimiento económico, la mayor expansión territorial, el mayor número de llegada de turistas y la mayor cantidad de nuevas inversiones, sin embargo, sus principales áreas de desarrollo costero se encuentran colmatadas y se desaconseja continuar con un modelo de desarrollo basado en la expansión horizontal, por lo que el aprovechamiento de los suelos y la introducción de modelos de implantación edificatoria diferenciada resulta pertinente.”

Fue fácil pronunciarse a favor de la posición de los hoteleros porque, en el largo plazo, la baja densidad de ese polo turístico es lo que mas le conviene al país  (https://acento.com.do/2018/opinion/8522982-cuando-la-razon-hotelera-social/). Pero posteriormente han surgido informaciones sobre los proyectos que ameritan un análisis más detallado. Mientras en el caso de las torres propuestas para Macao la distancia de estas a la playa seria de 500 metros, en el caso de CapCana seria a mil metros (o un kilómetro). Mientras en el primer caso se excedería por mucho el limite de densidad de construcción –es decir, la cantidad de habitaciones por hectárea—en el segundo se observan los parámetros establecidos anteriormente.

Debe admitirse, a contrapelo de lo que puedan ripostar los arquitectos responsables de la planificación turística, que la subjetividad de los criterios de planificación los hace pasibles de controversia. Quien esto escribe, por ejemplo, opina que si las torres se construyen a un kilometro de la playa observando los vigentes parámetros de la densidad de construcción, no deben objetarse. Si bien la visión general del desarrollo que debe prevalecer en Macao-Bávaro-Punta Cana es la de una baja densidad, eso no implica que en materia de altura y densidad de la construcción no pueda aceptarse un desarrollo mayor a una prudente distancia de las playas. Al país le convendría eso.