El Presidente Danilo Medina espera que lleguen 10 millones de turistas. Ojalá lo logre, aunque parece desconocer las deficiencias de nuestra oferta turística. Para atraer ese número de visitantes, tendría que tomarse unas horas y hacer unas visitas sorpresas a ciertos lugares turísticos del país – pasearse de repente por Bávaro, Puerto Plata, Samaná -, y observar la falta de ordenamiento territorial, las condiciones y riesgos que amenazan al turista, cuando se aventura en visitar este país, que cifra su economía en la industria sin chimeneas.
Nuestra oferta turística está llena de cosas que la amenazan: entre ellas, cientos de perros realengos que chapotean en las orillas de hermosas playas, pasean por el malecón y visitan la parte histórica de la ciudad de Santo Domingo. La capital, sobre todo en su Zona Colonial, está saturada de “parqueadores”, mendigos… y perros, muchos perros en los sitios más frecuentados, como la Plaza España ,donde se suelen encontrar sin la más mínima reacción de las autoridades de los tres cuerpos policiales (Policía nacional, Policía municipal y Politur) y, por supuesto, de una ciudadanía inconsciente.
Las autoridades y los personajes que gravitan alrededor de los turistas compiten con los perros en quién le dará la primera mordida al visitante…
Los perros realengos siempre han sido una constante en nuestras calles. Recuerdo la primera mascota que tuvimos en nuestra familia fue un “vira lata” que mi hermano Leonardo encontró en las calles y bautizó con el nombre de Linda. Pero, por lo general, estos perros no tienen dolientes -aparte de algunas fundaciones privadas, que asumen el riesgo de recogerlos, cuidarlos y darlos en adopción.
No existen políticas públicas para educar a la población en torno al trato con los animales, para protegerles y evitar que causen daño al medio ambiente y a los transeúntes. De aquí que sea frecuente encontrar en la Zona Colonial una presencia canina significativa, se trata de jaurías hasta de 20 perros; algunos abandonados por sus dueños, otros reproduciéndose en la dinámica callejera. Se pasean y viven por la Zona, persiguiendo a los turistas con la misma insistencia que estos últimos son perseguidos por supuestos guías y vendedores.
Es significativo el número de personas mordidas anualmente por perros desconocidos, mientras transitan por las calles. Sólo a la Clínica Abreu, ingresaron en emergencia, el pasado domingo, 5 personas que fueron mordidas. En la tarde del lunes, en apenas una hora, se presentaron 6 personas mordidas por perros al Centro Antirrábico (que usualmente atiende 800 a 900 personas al mes). Entre los agredidos, se encontraba un sexagenario italiano retirado, con el pantalón bermuda desgarrado y mordeduras en su pierna izquierda: fue atacado mientras paseaba por el Malecón. Estos son hechos preocupantes, ya que recientemente murió un niño de rabia, en Haina, al ser mordido por un perro.
¿Saben los embajadores extranjeros que sus nacionales corren ciertos riesgos, cuando llegan a nuestro país, no solamente por el desborde de la delincuencia (capaz de asaltar pistola en mano, en pleno Conde a las 5pm a una inversionista extranjera), sino por los riesgos de contraer una enfermedad mortal, como la rabia al ser mordido por un perro callejero?
La problemática de la insalubridad debe ser parte de la seguridad dentro de nuestra oferta turística – en una sociedad que recibió el cólera desde Haití, el Chikungunya desde el Caribe y la rabia con riesgo permanente, gracias a los miles de perros desconocidos y abandonados deambulando por las calles.
¿Quién se responsabiliza cuando la persona es mordida? No existe control alguno o autoridades que atrapen los perros vagabundos, eventualmente rabiosos, para ser observados durante 15 días o cortarles la cabeza para ser analizada, como manda el protocolo antirrábico.
¿Alguien le ha explicado al Ministro de turismo, Francisco Javier García – entre sus recesos de campaña- que el negocio turístico se puede caer fácilmente, gracias al mundo de la comunicación acelerada? Cuando las condiciones de insalubridad son incontrolables, bastará con que empiecen a publicarse en las redes sociales los casos de turistas mordidos durante su estadía en R.D.
¿Conoce el Ministro de Salud Pública las críticas condiciones de trabajo del Centro Antirrábico? Localizado en una edificación de la Era de Trujillo, es el único distribuidor de las vacunas en todo el país. Este organismo reclama cierta modernidad, ya que no existe una sola computadora en el plantel, y el registro de los casos se hace en una libreta. Dentro de las preguntas que se le hacen a los afectados, emerge el surrealismo: al pedírsele la dirección al paciente, se le insiste en dar el nombre y dirección del colmado más cercano de su residencia.
Usualmente, los países receptoras de turismo deben someterse y regirse por reglas internacionales, que garanticen al visitante seguridad y buenas condiciones de salubridad e higiene, permitiendo el disfrute tranquilo y seguro de la estadía.
Lo que sí sabemos todos es que, en este país, las autoridades y los personajes que gravitan alrededor de los turistas compiten con los perros en quién le dará la primera mordida al visitante… con las implicaciones que tiene “la Mordida” (como se califica a la Corrupción en México) ya que, para esa, no existen vacunas.