Ahora, con el auge que está cobrando el divertirse de manera extrema, se ha puesto de moda el llamado turismo de aventuras para ofrecer algo más emocionante que las tradicionales playas, por muchos bikinis y tangas que se exhiban paseándose por sus orillas. Con tal de buscar nuevas sensaciones, uno se deja tirar desde un puente amarrado el pie de una soga, como si fuera un trasto desechable, con el riesgo de convertirse en una hamburguesa de fast foot.
Otros, saltan desde un avioneta sin abrir el paracaídas miles de metros hasta casi llegar al suelo desafiando la gravedad, pues si no se abre el artilugio, se puede convertir en un revoltillo huevos con tomate y huesos. Otros, van colgados temerariamente en esos mosquitos voladores llamados parapentes o alas delta, a merced de las corrientes que a veces los mandan a freír tusas al otro mundo. Muchos, bajan en frágiles botes por ríos de agua turbulenta con unos pequeños remos y unos chalecos inflables como únicos instrumentos de salvación. Otros, hacen el llamado cannoning subiendo y bajando por empinados cañones o cayendo por resbaladizas cascadas jugándose las nalgas, el caco y la vida.
Otros, con los bolsillos mucho más firmes, se van a África a buscar aventuras exóticas creyendo cándidamente que aun hay territorios y tribus salvajes por descubrir. Pero comoprogreso y el turismo todo lo pervierten, resulta que a los leones de las llanuras del Serengueti se les tiene terminantemente prohibido comer turistas, so pena de retirarles las tarjetas de solidaridad leonil por las que reciben raciones de carne extra. Los elefantes, ya hartos de ver humanos observándolos a bordo de caravanas protegidas, pretendenasustan a los visitantes levantando las trompas, agitando las orejas, resoplando fuerte y haciendo mucha polvareda, pero nada más, pues los guías de safaris les dan unos puñados de maní y una docena de guineos en compensación.
Las serpientes grandes, enormes, y que son más inofensivas que un perro faldero, las sueltan a cincuenta metros de los grupos para poder contar que unas boas venenosasles pasaron por entre los pies, dando una podrida envidia a sus amigo
Pero, para los que tienen los bolsillos flojos, aquí en Dominicana tenemos excelentes formas de desafiar el peligro extremo sin tener que ir tan lejos, ni gastar apenas dinero. Por ejemplo, caminar o correr por una acera de barrio, desafiando los hoyos, las piedras, las botellas rotas, blocks, tubos, cáscaras de guineos….Como experiencia personal, les diré que hace unos días practiqué este difícil deporte, y acabé con una rodilla sangrando, pero en verdad. fue muy emocionante.
Otro, es tomar un taxi y decirle al conductor kamikaze que tiene prisa por llegar a una dirección que deba cruzar alguna vía con tapones, ahí se siente el verdadero vértigo en estómago. Otro deporte, de bastante riesgo, es cruzar un paso de cebras sin semáforo -y aún teniéndolo- en cualquier avenida transitada. La verdad hay que ser sumamente ágil y un tanto suicida para practicarlo.
O también montar en una guagua voladora atestada de pasajeros echando carreras con otra competidora, para ver quien llega antes a las paradas para recogerlos. Y si usted quiere más riesgo que el paracaidismo o saltar del puente juntos, atrévase a pasear solo a las nueve de la noche por una calle de la capital. Ahí le aconsejamos antes de comenzar que firme dos documentos, uno de descargo de responsabilidades para el turoperador, y otro de testamento por si no logra concluir sano y salvo su caminata.
Como verán, el turismo de aventuras ‘’Made in R.D.’’ ofrece muchas y excitantes posibilidades más que los otros métodos de desafío a la muerte. Y con adrenalina de verdad, pura, dura y a chorros, como si fuera sudor en un mes de agosto dominicano.