Aquí les va otro “cuento”.

“El crecimiento global en el 2016 será impredecible y turbulento”.

Así declaró recientemente al periódico alemán “Handelblatt”, Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI).

La combinación de la subida de los intereses en los EEUU, el desceleramiento de la economía china, unida a la bajada de los precios del petróleo y de las materias primas en los mercados internacionales, pronostican un año turbulento.

El crecimiento global será por debajo del 3% y las expectativas serán deficientes.

“Seis años de recuperación, después de la mayor recesión mundial de la postguerra, lucen aún muy precarios”. Así opina el economista del FMI, Maurice Obsfeld. “China estaba considerada como el motor de la economía mundial pero ahora eso es cosa del pasado y los precios serán cada día más volátiles”.

El término usado por los economistas ortodoxos es el de “secular stagflation” (estanflación secular= estancamiento económico acompañado de inflación).

Este es el término usado por Larry Summers, el ex gurú de la Casa Blanca.

De acuerdo con él, esta es una característica propia del “capitalismo monolítico” en el cual nos encontramos inmersos desde hace tiempo (Monthly Review Journal).

De acuerdo con John Belemy Foster, editor principal del “Monthly Review”, el crecimiento lento sostenido es propio del capitalismo financiero monolítico y se resuelve a través de una financiación constante. Es la única forma de mantener vivo al sistema pero no resuelve el problema de la estanflación de la economía, más bien la agrava, haciendo más incierto el futuro inmediato y amenazando con dar al traste con la economía global.

Otra de las consecuencias de esta situación es el ensanchamiento de la brecha de la redistribución entre los que más tienen y los que no tienen nada (el crecimiento de la pobreza). En lugar de resolver el problema, esta situación lo multiplica al cuadrado.

Por ejemplo, parece mentira que en los EEUU más del 50% viva en un estado cercano a la pobreza, mientras el precio de los alimentos y de la salud continúa subiendo y los salarios se estancan, con una clase media que parece estar desapareciendo paulatinamente.

El caso dominicano es el mejor ejemplo de esta anomalía pero es aún más alarmante. Con un crecimiento de 7% en el 2015, el más alto de Latinoamérica, a base de endeudamiento constante y de financiamiento público (no en la producción real) ese crecimiento del 7% es artificial, porque no se traduce en el aumento de los salarios ni en la reducción drástica de la pobreza generalizada en un país donde la clase media ha prácticamente desaparecido. No olvidemos que ésta es el motor y el jamón del sándwich en una economía de mercado que se respete a sí misma.

Eso no lo detiene ningún plan de austeridad, como sugieren las eminencias grises de  Ángela Merker, con su cantaleta de “responsabilidad financiera”, como si el Estado fuera una empresa privada, contrariamente a todos los principios keynesianos. Lo financiero no debe jamás primar sobre lo humano.

Mientras tanto los candidatos a la presidencia en los EEUU, tanto Demócratas como Republicanos, siguen hablando de la guerra en Siria y de la necesidad de acabar con el régimen de Bashar al Asad, como si Oriente Medio fuera parte del territorio estadounidense y esto fuera el principal de sus problemas.

Hossein-zadeh, un periodista investigativo, autor de “The Political Economy of U.S. Militarism”, dice los siguiente: “La política estadounidense ha sido una política cínica de incrementar desorbitadamente los gastos militares y, al mismo tiempo, reducir los impuestos del segmento más rico de la población, forzando así una reducción precipitada en los gastos que no sean estrictamente militares”.

Veamos estas cifras: el 0.1% de los más ricos recibe el 25%-30% del total de todas los ingresos, contribuyen con menos del 20% del total de los impuestos. El restante 99% de los ciudadanos son los que cargan en sus hombros el 80% de los impuestos.

En otras palabras, que el 2016 será un año más de “barbarismo financiero” (Ben Schreiner-Global Research) donde los que pagarán la jaba, como siempre, serán los de abajo. Así no se llega a ninguna parte.

Conclusión: que continuarán las turbulencias financieras.

Abrochémonos los cinturones, después de habérnoslos aflojado y haberlos dejado colgando forzosamente en los aeropuertos internacionales para no terminar ahorcados por la situación imperante, tanto en los aeropuertos como en nuestros países de origen.