“Esclavitud profesional” llamó George Michael a su contrato con la empresa Sony Music en los años 90, ya que según el artista le dejaba poco control sobre su trabajo y su carrera. Tras una larga batalla contra la empresa, Michael terminaría derrotado en los tribunales. La industria musical tiende a velar por sus relaciones comerciales como cualquier otro negocio lucrativo, con poca consideración por el ser humano.
En años recientes, en el plano local fue objeto de mucho seguimiento público el contrato de representación artística del salsero David Kada. El artista no pudo siquiera utilizar por años el nombre que lo hizo famoso, por el mismo encontrarse registrado a la empresa de su ex manejador. También es conocido en nuestra historia musical los problemas enfrentados por la cantante Maridalia Hernández con su disquera décadas atrás.
Por consiguiente, es fácil reconocer que las diferencias y tensiones siempre han existido entre el mundo artístico y el corporativo. Agreguémosle a eso las complicaciones de un divorcio, y nos podremos acercar más al conflictivo caso de la especie.
Dos años han pasado desde que la merenguera Tueska se separara de su exesposo y manejador Evelio Herrera. En este período la cantante ha exhibido una vida de lujo junta a su nueva y polémica pareja. Poco o nada han mostrado las engañosas redes sociales de animosidad o penurias, sino todo lo contrario, dificultando el papel a desempeñar en esta semana de víctima intrafamiliar, a raíz de una denuncia interpuesta a su exesposo.
Luego de su separación y conflictos en tribunales con su exesposa, Evelio Herrera ha dejado claro que “Si hay alguien que quiera invertirle, que me devuelva mi dinero”, reduciendo el problema a uno de interés económico y financiero más que de amor u odio para Tueska. Este tipo de declaración podría convertirlo en una persona desalmada, poco caballerosa y hasta fría, pero no es suficiente para tipificarlo como agresor.
Por su parte, Tueska alega haber enfrentado agresiones psicológicas en sus redes sociales, “que aunque no dejen marcas visibles si dejan cicatrices emocionales, espirituales, te quebrantan, dañan la armonía familiar… te hieren profundamente”. Un concepto tan etéreo que puede ser aplicado para cualquier ruptura amorosa o pérdida de un ser querido.
Según los medios, el expediente que reposa en la Fiscalía se desarrolla diciendo que “Herrera se mantuvo asediándola e insultándola desde febrero del 2018, tanto personalmente como vía telefónica, y en las redes sociales de una manera subliminal”. Todo lo que sería descartado por la jueza debido a ausencia de pruebas.
De igual forma, en la solicitud de medida coerción se señala que en el año 2013, bajo manipulación, Evelio hizo que esta firmara un contrato “leonino y abusivo” hasta el 2023. Por lo que, sería oportuno que la artista aclarase si el matrimonio que contrajeron el año siguiente, en 2014, también fue firmado bajo dicha manipulación.
Por su parte, el abogado Jose Hoepelman, representante de Tueska, establece que los “documentos restringen los derechos elementales de la señora Tueska a través de prohibir que ella trabaje", creando violencia psicológica y estrés postraumático. Siguiendo esta lógica, es lamentable para otros artistas como George Michael o David Kada, no haber sostenido una relación con sus manejadores ya que sufrieron similares percances sin tener a cargo el recurso de la violencia de “género”.
Y he aquí uno de los principales riesgos de todo este espectáculo. Y es que el uso de la violencia de “género” y/o “intrafamiliar” no puede ser un instrumento más en el arsenal de lucha contra conflictos civiles o chantajes comerciales. Y si al Ministerio Público le importan las mujeres como alegan deben exigirle contundencia y pruebas, no relatos.
La coerción en este caso es la exageración más flagrante y vengativa, no hay indicios ni testimonios de violencia física, ¿qué buscaba entonces el Ministerio Público y el abogado Hoepelman al intentar reducir a este hombre?
Despojar a un hombre de su libertad por un conflicto civil y comercial es mezquino y desproporcionado. Hacerlo en el inicio de un fin de semana largo, demuestra una intención tan malvada que cualquier empatía hacia la supuesta víctima debe ser revocada, ya que lo que se perseguía era extender en el tiempo su prisión preventiva sin razón justificada.
Todo esto pone entredicho la lucha de género, ya que le pone una cara y una figura popular a la justificación que vendrá cuando un abuso real ocurra. Dirán “Mira el caso de Tueska, hay mujeres que hacen eso…”, y nuestras mujeres estarán más desprotegidas por el nivel de popularidad que ha alcanzado este caso.
Y aunque el fin del esquema pudo haber sido loable para algunos, es decir recuperar a toda costa su carrera musical, el mismo fue uno de matices individualista, el cual no tomó en cuenta pisotear y relajar el derecho de esas víctimas reales, de poner en riesgo sus vidas, de poner en entredicho sus testimonios y la credibilidad de los fiscales. Cosa la cual también el abogado Hoepelman debió saberlo antes de proceder a asesorarle por ese camino.
Y es que la credibilidad se gana en los actos y no en las poses, así como la confianza a través de la coherencia en el tiempo. Y ambas son muy susceptibles de ser rotas con acciones de esta calaña.