Conocernos a nosotros mismos y el lenguaje en que nos habla nuestro cuerpo a través de la enfermedad, puede convertirse en la mejor herramienta para empezar a transitar por senderos de una vida saludable y en correcta armonía con el medio que nos rodea.
El vernos aislados y separados de los demás dentro de un mar de individualismo colectivo que arropa la sociedad de este tiempo, se ha convertido en el modelo de pensamiento que nos crea la falsa ilusión de la separatividad del medio que nos rodea y de las demás criaturas vivientes en nuestro planeta, cuando a decir verdad, la realidad es muy diferente.
Todos los seres vivientes somos parte indisoluble de una matriz única y fundamental que conecta todo el universo. Los recientes avances científicos avalados por los experimentos en el colisionador de adrones en Suiza, han venido a demostrar lo que desde hace tiempo se manejaba como hipótesis dentro de la física cuántica.Existe una partícula subatómica que relaciona y conecta a todo ser viviente o no dentro del mundo en que vivimos. Esa partícula con un potencial de energía súper poderoso, que se mueve dentro de un campo dimensional que no puede ser percibido a simple vista y que traspasa todo el espacio como un elemento atemporal, se le ha llamado la partícula de Dios.
Ahora hemos comprobado como más allá de las moléculas individuales que definen los cuerpos materiales, estas diminutas partículas sub atómicas son las mismas para todos los cuerpos existentes. Definidas por la física quántica como quantum de luz cuya existencia depende de la voluntad del observador, son la materia prima o el tapiz sobre el cual se generan las diferentes formas y matices que crean desde un insecto hasta un planeta. Esta sustancia, si así pudiésemos llamarla, es la misma que encontramos en todo el universo aun en los espacios que consideramos como vacíos. Todo está unidopor ese hilo invisible en el universo, somos una unidad de energía y conciencia de acción y decisión, pero también estamos conectados como un holograma a todo lo existente en nuestro mundo.
De igual forma cada célula de nuestro cuerpo aunque son unidades energéticas, funcionales y estructurales independientes, forma parte de un mismo organismo que trabaja de forma armónica y equilibrada. La ruptura de ese equilibrio armónico es la enfermedad. Igual pasa con nuestro planeta y aun con la sociedad misma.
Restablecer la salud perdida implica no solo la reparación de la estructura física, sino también devolver el equilibrio armónico mediante el cual debemos volver a conquistar el adecuado balance hormonal, metabólico y funcional.
Esto implica también reconocer la relación directa con nuestros pensamientos y emociones como parte integral de la conexión mente cuerpo. Todos nuestros pensamientos y emociones repercuten de forma directa en nuestra salud y afectan por su calidad e intensidad cada célula y órgano del cuerpo humano.
Los pensamientos y emociones emiten ondas vibratorias como una piedra al caer al agua, resuenan generando cambios morfológicos. Cada reacción de incomodidad, angustia o tristeza lleva consigo la naturaleza contenida en ella, modificando negativamente lo que nos sucede en nuestro cuerpo. De igual forma sentimientos de la alegría, optimismo y una actitud mental positiva generan cambios favorables de salud y bienestar.
A veces como individuos no podemos cambiar las circunstancias que nos rodean, pero somos libe de elegir el tipo de pensamientos y emociones con los que reaccionamos ante esas circunstancias, somos dueños de escoger un destino de salud o de enfermedad.
Lo que tenemos es el reflejo de lo que hemos decidido, nuestro cuerpo siempre dice la verdad.
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