Cuando en el 2007 bajo el gobierno de Oscar Arias, premio Nobel de la Paz, Costa Rica reconoció a Pekín el gobierno de George W. Bush no criticó la medida. Cuando en junio del 2017 Panamá reconoció a Pekín el gobierno de Trump apenas llevaba cinco meses en el poder y tampoco hizo comentarios. Recuérdese que a los pocos días de Trump juramentarse, sorprendentemente habló por teléfono con la presidenta de Taiwán, país no reconocido por Estados Unidos.
Cuando en mayo pasado la República Dominicana reconoció a Pekín, la oficina de intereses políticos norteamericanos en Taiwán emitió un comunicado criticando el hecho de que ese reconocimiento coincidía con fuertes tensiones en el estrecho de Formosa donde unidades navales y aéreas de las dos Chinas estaban haciendo ejercicios y, también criticó el hecho de que los dominicanos no tuvieron la cortesía de informar a Taiwán sobre la medida, como tampoco lo informaron a los americanos. Ese comunicado fue diseminado por la embajada norteamericana en Santo Domingo.
Pero ahora que El Salvador, país controlado por el Frente Izquierdista Farabundo Martí, reconoció a Pekín, la reacción del gobierno de Trump ha sido violenta. Desde la misma Casa Blanca se emitió un comunicado donde se anunciaba que revaluaría las relaciones con El Salvador y que criticaba al gobierno chino por intervenir en la política interna latinoamericana afectando la seguridad en toda la región de las Américas a través de inversiones estatales chinas. James Mathis, secretario de defensa, al visitar a Brasil, Argentina, Chile y Colombia evidenció su disgusto por la creciente presencia china. Marco Rubio, senador de la Florida y de origen cubano, anunció que había conversado con Trump sobre la medida tomada por El Salvador y amenazó con disminuir la ayuda a ese país. Pero resulta ser que “gangas” como las “salvatruchas” con sus acciones violentas han estado estimulando la emigración de niños salvadoreños hacia Estados Unidos y una disminución en la ayuda empeoraría esa situación. En todo esto es probable que haya ejercido mucha influencia John Bolton, asesor de seguridad y persona muy defensora de Taiwán y crítica de China. La izquierda controla El Salvador, pues el grupo conservador empresarial “Arena” ya no lo hace, grupo que protestó contra el reconocimiento de Pekín, a diferencia del sector privado dominicano que elogió la medida.
Sorprende que la Nicaragua de Ortega de extrema izquierda no haya reconocido a Pekín, a pesar de que trató infructuosamente de que un grupo chino construyese un canal a través de ese país. Tal vez sea el próximo en reconocer a Pekín. La reacción de Trump a la medida anunciada por El Salvador tal vez se deba a que coincide con el conflicto norteamericano con China, causado tanto por la guerra comercial, como por el poco apoyo chino al bloqueo de Corea del Norte. También coincide con la reducción en la influencia del departamento de Estado y un aumento de la influencia de la Casa Blanca (léase Bolton) en asuntos internacionales.
El viaje del presidente Medina a Pekín todavía no tiene fecha y este ha concentrado la agenda bilateral con los chinos en una nueva oficina creada en Palacio para así evitar la dispersión y errores políticos. Llega una nueva embajadora norteamericana quien probablemente trae instrucciones sobre este tema.
La empresa AES, la mayor inversión norteamericana en el país, va a distribuir gas natural norteamericano en las islas caribeñas al tiempo que acaba de terminar una facilidad en Panamá para hacer lo mismo para los países centroamericanos, usando el Canal de Panamá para puertos del Pacífico. Una empresa china ha anunciado que construirá una facilidad idéntica también en Panamá para competir con AES.
Hacia finales del siglo XIX a los norteamericanos, bajo la Doctrina Monroe, les preocupaba que potencias europeas fuesen dueños de puertos como Samaná y Mole San Nicolás en Haití, sobre todo debido a la construcción del Canal de Panamá. Sería un error del gobierno dominicano otorgar una concesión a una empresa estatal china para que sea dueña del muelle de Manzanillo, pero sí sería muy provechoso que una empresa china lo reconstruyese y el Estado dominicano licitase su concesión a empresas privadas como ya es el caso de Caucedo y Haina.