La prosperidad general puede estar creciendo lentamente, pero solo se beneficia de ella una pequeña parte de la población, como las grandes empresas y los trabajadores altamente calificados con ingresos altos, mientras que los estadounidenses de clase media, al igual que muchas empresas pequeñas "están luchando".“Problemas no resueltos y una nación dividida”, Escuela de Negocios de Harvard, septiembre de 2016

Detroit es donde comienza nuestra historia. Detroit fue una vez la envidia económica del mundo. Cuando estábamos gobernados por políticas que ponían a EEUU primero, Detroit estaba en auge. Ingenieros, constructores, trabajadores, transportistas y muchos otros iban a trabajar cada día, mantenían a sus familias, y vivían el sueño americano. Donald Trump, discurso ante el Club Económico de Detroit, 8 de agosto de 2016. 

Durante los años que residí en Estados Unidos nunca me enteré de que un Corripio, un Vicini, un Brugal, un Marranzini, un Bermúdez, un Porcella, un Paienwoski, un Batlle, un Aguayo, un Iglesias, un Leon Asencio, un Reid había emigrado para allá porque “la cosa estaba mala” en Santo Domingo. Y eso se lo decía a mis compatriotas que regresaban después de viajar al paíspregonando que “la cosa si está mala allá”. Aunque no se lo decía, trataba de explicarles que ellos veían el funcionamiento de la sociedad desde la perspectiva de “los de abajo”, como integrantes que eran de las clases subalternas. A algunos llegué a remarcarles que si uno es pobre lo es en Japón, en Bolivia, en Australia, en Haití, donde sea, porque esa es su posición en la escala social.

Esto se me ocurre porque, buscando las raíces del coherente discurso económico de Donald Trump, me topé con un informe de la prestigiosa Escuela de Negocios de la todavía más prestigiosa Universidad de Harvard titulado Problems Unsolved and a Nation Divided (Problemas no resueltos y una nación dividida), analiza a profundidad el estado de la economía estadounidense, para llegar la conclusión de que "EE.UU se quemó (reprobó) el examen de competitividad".

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Y a Trump, candidato presidencial del Partido Republicano, lo ha colocado donde está su coherente discurso económico. Eso es tan cierto que en poco ha mellado su popularidad la brutal campaña demonizadora lanzada contra él quienes el atrevido Trump denomina “el establishment”. Nada de lo anterior le quita a Trump su esencia de feroz empresario de bienes raíces que ha hecho fortuna a costillas de, entre otros, esos mismos sectores sociales de los que ahora se proclama abanderado.

La América blanca que Trump defiende

Nada casual que Donald Trump escogiera a Detroit para lanzar el principal discurso económico de su campaña. Esta ciudad es el símbolo de la decadencia industrial de EEUU. Allí dijo el candidato republicano: "Hoy en día la ciudad (de Detroit) está en lo más alto de los rankings de ciudades peligrosas. El 40% de los residentes de la ciudad viven en la pobreza, más de dos veces y medio el promedio del país y la tasa de desempleo es más del doble del promedio nacional”. Con no disimulada malicia dijo que Detroit dejó de ser próspera cuando las políticas de gobierno dejaron de "tener a EEUU como prioridad", ignorando a propósito que fueron sus hermanos empresarios, no el gobierno, quien se llevó sus puestos de trabajo a México, a China, a la India. Y agregó que "Según la Oficina de Estadísticas de Empleos (Bureau of Labor Statistics) antes de que el TLC entrara en efecto, había 285,000 trabajadores del automóvil en Michigan. Hoy ese número es solamente 160,000. Detroit aún está esperando la disculpa de Hillary Clinton"

Sabiamente, Donald Trump se presenta como un candidato antiglobalización, ya que así apela a las decenas de millones de trabajadores, principalmente blancos, que han perdido sus empleos a causa de la tercerización (el traslado de los puestos de trabajo fuera del país en busca de ventajas salariales).  Ha reiterado que rompería o renegociaría actuales tratados de comercio internacional que EEUU tiene actualmente. Al respecto dijo en Detroit: "El comercio tiene sus beneficios, yo estoy a favor del comercio. Pero quiero acuerdos que traigan trabajos para los estadounidenses y que beneficien al país", aseguró el candidato. El candidato criticó el acuerdo TLC (Tratado de Libre Comercio) firmado por el expresidente y esposo de la candidata Bill Clinton y puesto en vigor en 1994, y lo calificó como uno de los principales responsables de la pérdida de trabajos de estadounidenses. No se refirió a los efectos devastadores del TLC (NAFTA, sigla en inglés) para los trabajadores de países como México y República Dominicana. Entonces, ¿los culpables serán el libre comercio y la globalización o el sistema vigente?

El informe de Harvard

El informe citado analiza los factores de competitividad como variables independientes que influyen en la capacidad de las empresas para afrontar los desafíos de un entorno idealmente competitivo.

El equipo de investigadores que elaboró el informe, encabezado por Michael Porter, sostiene que el rendimiento económico de EE.UU  alcanzó su máximo a finales de 1990 y desde entonces ha experimentado un período prolongado de debilidad, con un crecimiento de la productividad, del empleo y de la inversión más lento de lo habitual.

Hablando para la revista Forbes Porter revela que “En los últimos 15 a 16 años hemos conseguido muy poco, o nada, en las principales prioridades que frenan el crecimiento económico".

Una de las principales conclusiones a las que llega el estudio es que el mayor problema para la economía de EE.UU es la disfuncionalidad del sistema político. "Hoy en día creemos que nuestro sistema político es el principal obstáculo para el progreso de la economía, sobre todo en el ámbito federal", advierten los expertos, quienes agregan que "el Gobierno federal no ha hecho progresos significativos para restablecer la competitividad de EE.UU como mínimo en la última década". Por ejemplo, a la hora de llevar a cabo una reforma fiscal o invertir en infraestructura.

La economía estadounidense desde dos puntos de vista diferentes:

  • Donald Trump ve los resultados, como político y empresario.
  • BS-Harvard ve las causas, a través de especialistas de la economía.

Ambos convergen en la similitud de los efectos de la gestión económica para la gente que no toma decisiones sino que las sufre.

¿Podrán resurgir los ilusorios “Estados Unidos fuertes” (America strong) que preconiza Donald Trump?