El deterioro de la carretera Internacional en la línea divisoria República Dominicana- Haití es una muestra de lo poco que interesa la soberanía. Se supone que debe haber una frontera, pero no existe. Existe de nombre en la imaginación de algunos ilusos o en la cabeza de los fanáticos-racistas, por ahí entra y sale libremente de todo y a toda hora del día y la noche.
Tenemos que mencionar al dictador Rafael Leónidas Trujillo por su empeño, no solamente de cuidar la frontera con militares, sino que se preocupaba por beneficiar sus habitantes. Era una manera de mantener los dominicanos en la frontera, sabía que si no había condiciones se iban a las grandes ciudades y automáticamente quedaba en mano de los haitianos.
Hoy en día hay comunidades en Pedernales, Dajabón, Jimaní y Barahona-Neiba que viven más haitianos que dominicanos. Trujillo mandaba a intelectuales, peritos a hacer encuestas o sondeos para ver como vivía la gente. Parece que el dictador, con todas sus cosas malas, era más inteligente que los gobernantes que llegaron después, utilizaba herramientas científicas para planificar el desarrollo fronterizo.
En una ocasión, envió a la región a uno de los intelectuales más avezados, el periodista Ramón Marrero Aristy, quien hizo un levantamiento sociológico: forma de vida, numero de dominicanos y haitianos que vivían en estas localidades, necesidades e iniciativas que se requerían para su progreso. Fruto de sus vivencias tan intensas y de los informes que le preparó al dictador, escribió varios ensayos, incluyendo la obra Balsié.
Ojalá Medina ordene hacer un levantamiento de toda la región e implemente programas de desarrollo, reforestación protección de las cuencas de los ríos Artibonito, Pedernales, Masacre, que al igual que la carretera Internacional, dividen la República Dominica y Haití.
No estoy pidiendo que imiten las cosas malas que todos conocemos de Trujillo, pero tenía muchas buenas, que a más de cincuenta años de su muerte se deben emular.
Mi preocupación con el tema haitiano es que coyunturalmente aparece-desaparece de las primeras páginas de los diarios, dependiendo como se muevan los intereses haitianos y dominicanos. Se mueve como una veleta con el vaivén de los vientos, pero nunca hay solución definitiva. Siempre el debate es encabezado en las capitales de los dos países por una clase política bien perfumada y con trajes caros, que no conocen las precariedades, la pobreza espantosa de las comunidades fronterizas. No quisiera imaginar a uno de estos elegantes burócratas recorriendo la deteriorada carretera Internacional, que comunica del lado dominicano a Bánica, Elías Piña (en el sur profundo) con Dajabón, en la línea noroeste.
Es el retrato fiel del olvido y la miseria que comparten dominicanos y haitianos. El expresidente Juan Bosch solía decir que la Patria, la soberanía comienza en la frontera y que era necesario desarrollar sus pueblos como símbolo de la dominicanidad.
El presidente Danilo Medina prometió en campaña el desarrollo fronterizo y la reparación de la carretera Internacional. Danilo, al igual que los exgobernantes Hipólito Mejía y Leonel Fernández, cuando visitaron la zona mostraron sorpresa sobre la pobreza y abandono de la carretera. Se quedaron en promesas.