La nación dominicana se construye sobre la base de una historia inventada y llena de omisiones. Entre estas omisiones esta la creación del anti-haitianismo dominicano. Y la inquietud que quiero compartir es el origen del odio dominicano hacia Haití.

Y el sátrapa aquel, quien convirtió el territorio nacional en su finca privada, no fue el creador del anti-haitianismo, el solo impulsó la agenda que tejieron los antiguos esclavistas y la cúpula de la Iglesia Católica a mediados del siglo diecinueve. Y lo hizo porque tuvo la oportunidad que le brindaba su absolutismo y las circunstancias de la política internacional.

Vamos atrás en la historia.

El resentimiento de los colonos de la parte española de la isla hacia Francia por haber establecido una colonia mucho más próspera pasó a ser odio hacia los esclavos que crearon la República de Haití. Pero este odio cobró vida y razón de ser durante la unificación de la isla por Jean Pierre Boyer en el 1822.

Cuando Boyer entra en la parte española después del llamado de la mayoría de la población que era negra y mulato de la parte este, lo primero que hizo fue abolir la esclavitud. La segunda medida fue la expropiación de las tierras y casas de los antiguos esclavistas. Muchos de estos colonos emigraron a Cuba y Puerto Rico. La tercera medida fue la repartición de tierras a los esclavos liberados.

Cuarto, Boyer también expropió de sus bienes a la Iglesia Católica. Boyer le quitó el salario que percibía la iglesia del estado, y secularizó la educación que concluyó con el cierre de la Universidad Santo Tomás de Aquino.

Esto provocó un resentimiento por parte de los antiguos esclavistas y la Iglesia Católica en contra de los haitianos que sobrevive hasta el día de hoy. Este resentimiento no era compartido por el resto de los antiguos esclavos ni por parte del resto de los dominicanos de esa época. Solo hay que leer el diario de David Dixon Porter quien relata la negativa de los negros de la comunidad de Santa María en San Cristóbal de pelear en contra de los haitianos durante el periodo de independencia. O como negros y mulatos con la ayuda del Presidente Fabre Geffrard pelearon en contra de los españoles durante la anexión.

Las cosas se le complicaron a Boyer cuando firma el tratado con Francia para esta reconocer la nueva nación, que lo obliga a pagar una cantidad de dinero por encima de las entradas del país. Para el pago de dicha deuda Boyer impone impuestos impagables, lo cual lleva a su destitución del poder en 1843.

A la crisis de la deuda con Francia se une al crecimiento de un gran sentimiento nacionalista en la parte este de la isla. Jóvenes forman la Trinitaria entre ellos había blancos como Juan Pablo Duarte, mulatos como Ramón Matías Mella y negros como Francisco Rosario Sánchez. La motivación de estos jóvenes no era odio hacia Haití, pero un gran deseo de ser una nación independiente. Esto lo atestigua Juan Pablo Duarte cuando escribe “Yo admiro al pueblo haitiano…y como ellos queremos nuestra propia nación.”

El proyecto Trinitario fue aniquilado por los sectores de antiguos esclavistas y la Iglesia Católica. Pedro Santana un hatero mulato nacido en Hincha, toma el poder, se declara dictador y exilia y mata a los Trinitarios. La hermana de Francisco del Rosario Sánchez la fusila Santana en el aniversario de la independencia. Otros como los hermanos Puello también caen bajo las garras de Santana. Pedro Santana y su némesis Buenaventura Báez, el hijo de una esclava y un hacendado español se intercambiaron en el poder bajo la misma consigna anti-trinitarios.

Las luchas políticas entre Santana y Buenaventura Báez fue el escenario de la intervención norteamericana en la nueva República Dominicana.  Cinco diplomáticos norteamericanos llegaron al país a investigar si la república podía ser aceptada por los Estados Unidos. Estos diplomáticos también sirvieron para vigilar a Haití de cerca..

En sus andanzas los diplomáticos norteamericanos comenzaron una política racial en donde los dominicanos eran más claros de piel que los haitianos y por ende superiores y además los dominicanos habían sido la víctima de las políticas tiránicas y brutales de los haitianos. El odio de la Iglesia Católica y de los antiguos esclavistas encontró su catalizador.

Diplomáticos, la jerarquía Católica y antiguos esclavistas encontraron un lenguaje común: los haitianos son franceses, negros, sin religión, bárbaros, innaturales, brutales y los dominicanos eran españoles, blancos, católicos, civilizados y el poder lo sustentaban gentes “casi blancas”. Uno de estos diplomáticos escribió lo siguiente: “Buenaventura Báez es claro de piel, pero si lo ponemos al sol a trabajar en una finca seria tan negro como cualquier otro.”

Estas construcciones raciales encontraron eco en los intelectuales de la época. El historiador José Gabriel García por primera vez habla de las brutales invasiones haitianas y el escritor Manuel de Jesús Galván retrata a los dominicanos como Indo-Hispanos.

Desde arriba los dominicanos fuimos etiquetados como indios y españoles, mientras la desconexion con los de abajo resultó en la guerra por la Restauración de la República luego que Santana le cediera el país a España en 1861. España todavía mantenía la esclavitud en sus colonias de Puerto Rico y Cuba. La primera víctima de los colonizadores españoles lo fue Sánchez quien muere bajo la metralleta invasora en El Cercado. Campesinos negros y mulatos se vieron amenazados con la posible restauración de la esclavitud  y los abusos de los españoles y se organizaron en guerrillas dirigidas por Gregorio Luperón con el apoyo de los haitianos.

La guerra, la derrota del ejército español, el triunfo de la Restauración de la república, la creación de la Confederación Antillana, y los gobiernos restauradores calmaron los ánimos de los anti-haitianos. Baez recupera el poder y atenta vender la Bahía de Samaná a los Estados Unidos, pero sucumbe ante el liderazgo de Ulises Heureaux quien gobierna el país hasta finales del siglo diecinueve.

Pero el odio hacia el negro seguía latente. Los escritos de José Ramón López (La Alimentación y las Razas, 1896), Federico García Godoy (El Derrumbe, 1917), para solo mencionar dos ejemplos hablan de cómo la mezcla racial en la República Dominicana iba en detrimento de su avance económico, político e intelectual. Los intentos del Presidente Horacio Vásquez de importar gente blanca al país se inscribía en ese pensamiento de blanquear la raza para el avance de la nación.

Cuando Trujillo se posesiona del poder, controla a toda la República y logra sobornar a miembros del Congreso norteamericano, se encuentra en sus anchas para impulsar la agenda anti-haitiana.

¿Pero porque lo hace si su abuela era haitiana? Trujillo era un hombre que aparentemente cuando se miraba al espejo veía el rostro de un negro que ni el desrizado ni las cremas blanqueantes lograron borrar y ese auto-odio lo volteó en contra del negro más cercano: Haití. Y fue Trujillo con la ayuda de sus intelectuales como Manuel Arturo Peña Batlle y Joaquín Balaguer quienes re-impulsan la agenda anti-haitiana del siglo diecinueve en el siglo veinte.

Es luego de la matanza de los haitianos en el 1937, que los escritos anti-haitianos se popularizan. En la inconclusa obra de Peña Batlle “Orígenes del estado haitiano” dice que la nación haitiana no tiene cultura y es un país anodino y salvaje. Y Balaguer habla de dominicanizar la frontera llevando colonos blancos importados.

Este odio se convierte en una política trujillista, se institucionaliza la xenofobia y se socializa a todos y todas las dominicanas a través de los medios de comunicación, las escuelas e iglesias en la temática anti-haitiana. Mi papa y mama así como todos los padres y madres de esa época aprendieron que los haitianos “nos quieren invadir”, “quieren unificar la isla”, “son brujos”, “nos hacen zombis y luego nos llevan a trabajar a Puerto Príncipe”, “tienen enfermedades incurables”, “son violadores y ladrones”, “son negros asquerosos” entre otras otrorizaciones que no son originales sino que copian lo que los Estados Unidos siempre han dicho de los haitianos. 

Y lo que tanto se repite termina convirtiéndose en verdad. Una verdad que ha colocado a nuestro país en el centro de burlas, un periódico alemán una vez dijo “negros persiguiendo a negros” y en observatorio para la defensa de derechos humanos de los haitianos en el país.