Este pasado sábado se cumplieron 59 años del ajusticiamiento del dictador dominicano Rafael Trujillo Molina. Mucho se ha hablado del control férreo que manejó el país plagado de abusos y terror. No obstante, se hace pertinente evaluar su dimensión internacional para comprender su permanencia 31 años en el poder, en especial aquella con el imperio norteamericano.
La influencia regional de Trujillo fue notoria debido a los intentos de magnicidios y golpes de Estado en Guatemala, Costa Rica, Cuba, Venezuela, Honduras… Sin embargo, los tentáculos de poder penetraron al mismo seno de la política de Estados Unidos. Trujillo contaba con una amplia gama de políticos, senadores y hasta celebridades estadounidenses que actuaban a su favor, a los cuales este les recompensaba satisfaciendo sus deseos de avaricia y lujuria.
Esta influencia política le permitió a Trujillo asegurar impunidad y beneficios. Un ejemplo de estos beneficios, lo fue lograr durante varios años que EEUU le otorgara una cuota mayor a la que le correspondía al país en la exportación de azúcar, negocio del cual se beneficiaba personalmente el dictador al ser el principal propietario de ingenios locales.
Toda esta red ayudaba a la valoración de Trujillo en EEUU, más cuando su aliado caribeño se declaraba como un baluarte del anticomunismo en América. Sus bonos eran tan altos que eran frecuente las visitas de altos funcionarios del Estado norteamericano, incluyendo al vicepresidente Richard Nixon, quien no dudaría en aclamarlo públicamente.
En un momento, con el fin de reducir y sancionar la influencia de Trujillo en la política norteamericano, Robert F. Kennedy, entonces Fiscal General, iniciaría una investigación sobre la extensa red de sobornados. El Fiscal Kennedy, quién era conocido por su coraje, calificaría la investigación como “el caso más desagradable al que se había enfrentado nunca – lo que no era poca cosa – ‘y la única investigación que he suspendido desde que soy fiscal’” (Weiner, 2012).
Tan grande era la influencia que “Si el caso de Trujillo se hubiera tratado como un asunto penal, hasta un senador tan formidable como Eastland podría haber sido acusado de actuar como agente de una potencia extranjera” (Dearborn citado por Weiner).
Los sobornos e ideología de Trujillo aseguraron por décadas su estabilidad al mando del país. Hasta un día que Estados Unidos dejó de verlo con agrado porque el contexto internacional había cambiado, debido a que entró en el Caribe la tensión de la Guerra Fría con Fidel Castro.
Inicialmente, los EEUU querían ver a Trujillo fuera del poder de manera pacífica y con su fortuna intacta. Razón por la cual intentaron seducirlo con propuestas para que cediera el mando. Una de las últimas hechas provino del Senador George Smathers, amigo de los Kennedy, quien tuvo una conversación con el tirano que recoge en sus memorias el Embajador y agente de la CIA, Henry Dearborn, en la que Smathers le dijo:
“Generalísimo, tiene usted la oportunidad de ser uno de los pocos dictadores, de ser uno de los únicos dictadores, que han sido capaces de convertir su país en una democracia durante su vida. Si hiciera eso, sería de verdad un héroe para su pueblo y el hemisferio".
Dearborn, que conocía a Trujillo, contó que se sorprendió de la forma en que se comunicó el Senador, sólo atinando a pensar para sí “Dios mío! No sabes con quién estás hablando!”
El tirano sería cínico con el Senador, respondiéndole con un “No sé de qué está hablando. Yo solo soy un ciudadano de este país. No tengo cargo público. Tenemos un presidente, un poder ejecutivo, legislativo y una Suprema Corte de Justicia justo como en su país.”
Al negarse, Trujillo se fue convirtiendo en un problema para EEUU, lo que los llevó a conspirar contra su aliado. Eisenhower le había retirado en su momento una ayuda económica y Kennedy se tendría que manejar entre retirarle las cuotas de importación o eliminar de una el problema.
Fue así como al no poder convencer al tirano, el plan de EEUU pasó a asesinarlo. Para esto, el requisito principal de la aventura debía ser contar con opositores dominicanos que no simpatizaran con el comunismo, a quienes una vez encontrados se comprometían apoyar con armas y logística. Los consiguieron.
Sin embargo a pesar de la repulsa a Trujillo, Kennedy mandaría a suspender el plan debido a que la consolidación de Fidel Castro en Cuba no dejaba claro quién podía suceder a Trujillo, y si una inestabilidad de este tipo era conveniente para EEUU. Esta es la razón por la cual, la conspiración y ejecución del tirano el 30 de mayo de 1961 no contó con el pleno apoyo de EEUU.
Al conocer algunos de estos datos, y sin haber tocado temas de secuestros internacionales (ej. Jesús de Galíndez), es fácil comprender como el poder y la maldad de Trujillo trascendió fronteras. Asimismo se comprende como aquellos que se arriesgaron y murieron torturados por ajusticiar al tirano, merecen hoy nuestro reconocimiento y aplauso. Una semana como esta se hace válido brindar por los héroes y exclamar como hacen algunos "Que viva Trujillo!… Pa' mátalo de nuevo".
(Gran parte de la información y cita recopilada en los libros: “Enemigos. Una Historia del FBI” Tim Weiner y “Rojo vivo: Conspiración, asesinato y la Guerra Fría en el Caribe' Alex von Tunzelmann.)