Son medio siglo de elecciones y desquites tardíos. Será muy difícil hacer un balance real de la democracia dominicana, cuando en realidad los años de Balaguer (desde el intento de transición en el 1961) hasta 1966-1978, incluyendo 1986-1996, años en que la transición política del país, parece buscar un peldaño para tratar de cumplir con su tránsito chamuscado, sin lograrlo, porque en el cuardernillo del Palacio que tiene inscrito

"Uso del Poder", quedaron formas y estilos que una democracia nunca debió reinvindicar: porque esa democracia, ha sido rehén del peor pasado activado en malas prácticas irreversibles.

De todos modos, las posibles lecturas sobre Balaguer como barrera a una real transición política, Wilfredo Lozano lo ha planteado en su libro "Después de los Caudillos" (Ediciones Trinitaria, Santo Domingo, 2002).

Es decir, Balaguer como actor político, si analizamos sus prácticas y mañas vernáculas en la historia contemporánea de la política dominicana, fue un elemento absorbente y archí protagónico para la transición política dominicana de 1961, teniendo todos los ingredientes negadores y contaminantes de lo que se supone es una transición hacia la democracia.

Estoy entre los que sostienen, sin ser mayoría en la aseveración, que la transición política dominicana de 1961, terminó truncada y sin soluciones definitivas posibles y al final de los casi 50 años de la muerte de Trujillo, lo que se encuentra es que las practicas políticas en el desandar democrático, mantienen las mañas de Trujillo vía Balaguer en sus desgobiernos, manteniendo la vigencia en el nuevo concepto acuñado por el leonelismo, que ha amamantado el clientelismo expandiendo una ideología de culto personal centrípeto, en el que al mismo tiempo se desentendía de responsabilidades de control y punición del acto de gobernar, que ha permitido esta especie de nave a la deriva con piloto automático, que solo descansa cuando el caos es harto notorio y de escándalo, huelga los ejemplo porque a la vista están.

La idea del Estado sombrío con ínfulas cortesanas, no se ha hecho esperar. Pero en sus entresijos, al llegar a los 50 años del tiranicidio encontramos desparramados y entrelazados con los añicos de la Democracia, formas autoritarias y brutas, que no piden disimulos ni resguardos, porque la impunidad es un pacto oficial bien guardado.

Trujillo cumple 50 años, justo cuando el gobierno dominicano, que pretende estar ajeno al tufo del dictador en sus performance y despliegue de violencia ciudadana ciega y sorda, pretende repito, a como dé lugar, habitar el poder de nuevo sin más recursos que con los oficiales, romper la inconformidad popular pública, para aparentar, como en el mejor estilo de Trujillo, que la continuidad del poder, bajo iguales colores e insignias, es una bendición para el pueblo dominicano.

Bastarán algunas preguntas de rigor a los 50 años de la desaparición de Trujillo: ¿Opera la clase política Dominicana al margen de las viejas prácticas Trujillistas?…

¿El control inaudito de los Medios para desdibujar la realidad social y económica del país no es una práctica Trujillista?…

Lo interesante de este panorama es que las propias agrupaciones anti trujillistas, sus fundaciones y asociaciones afines, celebran junto al mismo gobierno, que aplica esas mañas trujillistas, sus aniversarios y sus convites, todo ha sido consumado.

Es decir, las agrupaciones que de modo crítico debiesen señalar al gobierno esos detalles, al final se revuelven con él en las celebraciones que ayudan a una cura y dispensa de todo lo negativo del trujillismo, que el propio gobierno sostiene… Vaya paradoja.

Los 50 años de la desaparición de Trujillo, encuentra a un pueblo aún en la ignorancia de los engaños del poder, sobreviviendo bajo sistemas de supervivencia temporales aplicados en las emergencias discriminatorias y sociales, en la que el fiscalismo impositivo castiga a la clase media sin piedad y a la "gleba", le guarda las tarjetas como sistema operativo de administrar un sentido de la pobreza adherente: donde consigues las tarjetas del régimen, si estás en disposición de someter la libertad de tu voto, al régimen también.

El resto, es pura mentira,  trajes  elegantes, discursos inventados, mentiras arregladas por malos guionistas de ortodoxia partidaria que por su sola devoción de militantes de partido, ignorando realidades abismales y creíble, describen bonanzas nunca vividas, por una población a punto de estallar ante la falta de gobierno real, justicia y proyecto ciudadano real.

Los 50 años de la desaparición de Trujillo encuentra al país postrado entre magos malignos y predigitadores del individualismo financiero, cuya ceguera de poder no les permite entender que ya llevaron al país al pie del abismo posible, el resto, vuelvo a decir, es labia, escarceo público mediático y  el trasfondo una realidad social que muestra una sociedad más empobrecida e insegura de su propio futuro.

Solios de falsos monarcas cuyos desvaríos son evidentes en sus seudopretensiones de grandeza y gobernabilidad, el proyecto se desangra, pero la sangre parece no ser aún visible; el proyecto cavila, busca su nueva fuerza para imponer, a golpe del poder del dinero autartico, otra nueva idea de un pretendido poder no compromisario con la cruda realidad social.

Que la gente aún se queja y parece pese a su generosidad humana, 50 años después de la muerte de Trujillo, esa queja y herida social, al cementerio de la Vega, a Juan Bosch, no le llega, el ha sido una víctima más, en esos 50 años de la desaparición de Trujillo : el gélido perfil no podría ser peor.

Toccata y Fuga de todo lo mejor, si alguna vez lo hubo: ¿Hasta cuándo durará esta República Dominicana, como hoy se le observa?

Lamentable, la respuesta no es mía, el que tenga poder para responder, que responda, porque 50 años después de Trujillo este no es mejor país y la democracia, sigue siendo un cuentazo impío, disfraz de una Nación donde los antivalores dictatoriales están envueltos en apariencia fina y educada y detrás el garrote vil que el atraso y la rutina de poder asigna a los gobernados.

A 50 años del Trujillo esfumado, la vocación nítida de varias generaciones se pasmó en un país sin destino, percepción general hasta el hastío y el desaliento cotidiano…(CFE)