Ordinariamente se envian observadores estadounidenses a constatar la pureza de los procesos electorales de Latinoamerica. La organización liderada por el ex presidente Jimmy Carter es un ejemplo al canto.

Sin embargo, ahora debemos hacer todo lo contrario, enviando a observadores latinoamericanos a  los procesos electorales estadounidenses. Las cosas han cambiado y la tortilla se ha virado.

Tomemos el ejemplo de las primarias en el estado de Iowa donde, tanto Donald Trump como Bernie Sanders se quejaron de imprevistas y sutiles triquiñuelas en su contra. Trump esta hablando de fraude y ha amenazado con llevar el caso a los tribunales.

Empecemos por los Demócratas:

El director del prescinto de “Grinnell Ward1”, Pablo Silva, confirmó que a Bernie Sanders se le adjudicaron 19 delegados contra 7 de Hillary Clinton. Sin embargo, al otro día se descubrió que, sin consultarle a nadie, se le pasaron a Hillary varios delegados que habían votado por Bernie Sanders. Este declaró después desde New Hamphire que él debió haber recibido tres delegados más que Hillary Clinton. Sin embargo, el resultado final fue: 23 para Hillary y 21 para Sanders. Así los números no cuadran.

Lo interesante del caso es que el partido Demócrata ha rehusado hacer una auditoría para verificar el resultado final real de esas primarias. Esto hizo que el periódico local, “The Des Moines Register”, escribiera un editorial declarando que “algo huele mal en el partido Demócrata de Iowa”.

Encima de todo este barullo, Pablo Silva declaró al “The Guardian” que las primarias de Iowa brillaron por su improvisación y desorganización generalizada. Cosa rara a estas alturas del juego eleccionario.

En New Hamphire se proyecta una amplia ventaja de Sanders sobre Hillary y parece que ya la suerte está echada de antemano.

Por otro lado, Donald Trump declaró que el grupo de Ted Cruz le había robado las primarias en Iowa. Trump estaba proyectado como el ganador y, sin embargo, quedó por debajo de Ted Cruz, en un estado rural conservador, plagado por extremistas religiosos. Todo lo contrario de New Hampshire, a pesar del frío y de lo pequeño del estado.

Trump anunció desde Boston que iba a establecer una demanda legal impugnando los resultados en Iowa, donde las encuestas preliminares lo daban como el seguro ganador. Acusó al grupo de Cruz de usar “sutiles tácticas fraudulentas”, como la de difundir, mientras las votaciones estaban en curso, que el Dr. Benjamin Carson (otro de los candidatos Republicanos y favorito de los votantes cristianos) se había retirado de la contienda. Esto hizo, según Trump, que votantes “cristianos” que iban a votar por Carson, reconsideraran sus votos, desviándolos hacia Cruz. Este replicó de inmediato diciendo que Trump “era un mal perdedor, temperamental y peligroso, inepto para ser “comandante en jefe de esta gran nación”.

Todas estas triquiñuelas no son nuevas. Recordemos que en el año 2000 quien realmente ganó las elecciones fue Albert Gore y que, debido al tranque que se armó en la Florida, donde se impidió que miles de votantes afro-americanos sufragaran (West Palm Beach), la Suprema Corte de Justicia fue la que decidió las elecciones a favor de Bush.

Algo parecido sucedió después, en el 2004, en los estados de Ohio y de Nuevo Méjico, donde miles de votantes hispanos y afro-americanos, quienes tradicionalmente votan por el partido Demócrata, aparecieron “votando” por el candidato Republicano, permitiendo así la reelección de George W. Bush.

En las siguientes dos elecciones, 2008-2012, cuando el candidato electo fue Barack Husseín Obama, se movilizaron todos los recursos disponibles para que todos los ciudadanos elegibles pudieran sufragar. De una tasa de abstención tradicional de más del 35%, se llegó a reducir la brecha hasta su mínima expresión. Este fue el factor principal que inclinó la balanza hacia Obama y el partido Demócrata, a pesar de los esfuerzos por impedirlo de la parte contraria.

Siempre hay formas de hacer trampa y existen múltiples y sutiles maneras de manipulación electrónica, prácticamente indetectables, y a disposición del mejor postor. Un ejemplo fue el de Mike Connell, un experto analista de sistemas contratado por Karl Rove, la eminencia grís del equipo Republicano y muy cercano a George W. Bush. Connell había declarado que en Ohio hubo manipulación electrónica de los sufragios bajo su supervisión en las elecciones del 2004 entre John Kerry y George  W. Bush. Este resultado de Ohio, junto al de New Méjico,  fue uno de los incidentes decisivos que le dieron el triunfo a este último.

Mike Connel había sido citado para declarar como testigo ante un tribunal federal en Washington, D.C. Murió de manera muy sospechosa cuando regresaba pilotando su avión privado, que se estrelló al aterrizar. (¡!) Había antes declarado: “temo que me van a tirar debajo de la guagua”, una expresión típica que indica que temía por su vida.

Se está hablando de impugnar oficialmente las primarias de Iowa, específicamente contra Hillary Clinton, la cual ha presentado como uno de sus “méritos” que Henry Kissinger la considera “la mejor secretaria de estado que haya pasado por Washington”. No olvidemos, sin embargo, que Kissinger es Republicano y que es considerado por muchos como un “criminal de guerra” por las atrocidades de Cambodia y de Laos durante los últimos años de la guerra de Vietnam, cuando él era el Secretario de Estado. Esto proyecta la verdadera imagen de Hillary Clinton, quien parece que esta perdiendo aceleradamente el apoyo de las minorías, a pesar de contar con los billones de Wall Street, de los que Bernie Sanders, el candidato preferido de la juventud pensante, se ha negado a aceptar ni un centavo.

Los trucos y los fraudes sutiles perpetrados por la alta tecnología electrónica están a la orden del día y pueden decidir elecciones, sobre todo cuando éstas son muy reñidas. De ahí que el futuro inmediato tenga la última palabra sobre quiénes serán los candidatos que representarán a ambos partidos.