La primera prioridad es relanzar una campaña promocional del turismo dominicano a nivel mundial sin importar el costo. Si hay que paralizar una obra, posponer uno de los tantos gasto superfluos del gobierno o eliminar 5 instituciones parasitarias, hay que hacerlo ya.
No podemos darnos el lujo de que el turismo corra el riesgo de perder el dinamismo mostrado desde casi 40 años. Ha habido importantes recaídas en la llegada de turistas a consecuencias de factores externos. Uno de ellos fue por los atentados del 11 de septiembre del 2001, otra con la caída del turismo ruso o cuando la crisis económica mundial que tomó cuerpo durante el 2008 y 2009.
Pero lo normal ha sido que el turismo crezca cada año convirtiéndose en el pilar de la economía dominicana.
La seguridad ciudadana es otro asunto que amerita todos los recursos necesarios para evitar nuevos incidentes que involucren a turistas extranjero. Un caso más sería catastrófico.
La segunda prioridad es enterrar el tema de la reforma constitucional. La incertidumbre reeleccionista mantuvo en vilo al país por casi un año con un alto un costo económico. Paralizó muchas actividades y generó grandes pérdidas en varios sectores.
Rehabilitar a Danilo para 2024 o unificar las elecciones no justifica en ninguna circunstancia que se toque de nuevo este espinoso tema. Lo primero nunca debería ocurrir porque es más que suficiente 8 años de ejercicio en el poder y lo segundo puede resolverse después del 2020.
Mencionar solo la palabra REFORMA CONSTITUCIONAL, genera suspicacia, temor, malas intenciones y efectos negativos en la economía.
Muchas veces introducir una simple palabrita, bien pagada y con fines espurios ha cambiado por completo la esencia de una ley, convirtiéndola es un mamotreto. Evitemos eso con la Constitución.
La tercera prioridad es poner en movimiento al gobierno, paralizado desde hace meses por el tema electoral. El quehacer institucional publico navega sin rumbo y algunos lo encabezan altos funcionarios que se promueven para cargos electorales incluyendo la presidencia, por lo que hay que sustituirlos de inmediato.
Miles de empleados públicos también son parte de la campaña electoral y su trabajo solo consiste en promover a los candidatos del PLD que le ofrecen garantías de continuidad. Son gente que cobra sin trabajar, parásitos y oportunistas.
Por ejemplo, ahora que se proyecta el final de la sequía la agricultura necesita una fuerte inyección de recursos para recuperar el tiempo perdido, renovando por igual la asistencia técnica a los productores que se ha ido marchitando.
El gasto de capital, en caída libre por el dispendio y el clientelismo, debe ser incrementado de inmediato para reactivar una economía en franca resección. Y el crédito, con las facilidades otorgadas por el BCRD, jugará un rol importante siempre y cuando las expectativas de los ciudadanos mejore después de un año de angustias e incertidumbres.
Señor presidente, ponga su mente en estas prioridades y deje de jugar tanto a la política que el tiempo no perdona.