La búsqueda de la candidatura presidencial de Leonel Fernández en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Hipólito Mejía en el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Miguel Vargas en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) son factores de inestabilidad interna en esos partidos y de retroceso político para el país que tiene una extraordinaria oportunidad de consolidar la alternabilidad democrática y la construcción de nuevos liderazgos.
Leonel fue presidente por tres períodos y en su desespero por volver a gobernar andaba regalando cajitas de comida para Navidad como lo hacía en sus mejores tiempos Ema Balaguer y su “Cruzada del Amor” para que Joaquín Balaguer fuera el único candidato del Partido Reformista.
Con su nuevo propósito político quiere volver con su “conceptuación” de que en el PLD no hay más dirigentes con derechos y méritos para ser el jefe del Estado. Eso es lamentable porque su trayectoria se inició como un militante de vocación democrática y a su paso por el poder se ha convertido en un caudillo forjado al amparo de los fondos públicos, no de las montoneras militares como ha sido la historia dominicana.
Su pretendida candidatura desatará una oposición muy dura en el PLD y si por un aborto de la naturaleza la consigue, levantará una tolvanera opositora fuera del PLD que contagiaría parte de la militancia morada y gran parte del poder omnipotente de Estados Unidos.
Lo de Hipólito es una locura más. Hizo cambiar la Constitución en 2002 para buscar la reelección y provocó que Leonel se desesperara y lo acusara de querer quebrar un importante banco privado. Lo que siguió fue una debacle de tres importantes bancos, una inflación galopante, un enorme crecimiento de la pobreza…
En el plano político, la iniciativa de Hipólito se saldó con una aplastante derrota electoral, una división del PRD y una lamentable recuperación de Leonel como gobernante que inició una carrera clientelista al amparo de los fondos públicos y del endeudamiento con el propósito de alinear a todos los partiduchos y entes independientes a su proyecto conservador.
La increíble decisión de Miguel Vargas de suscribir por su cuenta y riesgo el “Pacto de las corbatas azules” en el otoño de 2009 –que no aceptaron ni siquiera los reformistas- rehabilitó a Hipólito para el 2012 que le arrebató la candidatura y a Leonel para 2016, este último se ha desvelado como un ser humano insaciable por controlar el poder. Ahí Vargas lo perdió todo creyendo que había ganado de antemano.
Como candidato presidencial del PRD, Hipólito estuvo a punto de ganar las elecciones de 2012, pero perdió finalmente por tres factores: Leonel pactó con Danilo como el mal menor y volcó el dinero público para revertir al desventaja que tenía el candidato del PLD; Miguel Vargas boicoteó abiertamente la candidatura de Hipólito y se aprovechó de su condición de presidente del PRD para afianzar su condición de subalterno de Leonel y aprovecharse de las facilidades del Estado y sus instituciones; y finalmente Hipólito fue tan mal táctico que en el mejor momento de la campaña peleó en forma inoportuna con Vargas, la gente de Leonel, la Iglesia, los jueces, las trabajadoras domésticas y los acreedores de deudas del Estado. No podía hacer otra cosa que perder y perdió.
Consumada y aceptada la derrota frente a Danilo-PLD, Hipólito se declaró “líder de la oposición” –que hasta este 1° de enero de 2015 no existe- e improvisó la confrontación con Miguel Vargas por la jefatura del PRD, pese a que sabía que éste tenía a su servicio la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral, que para mayor confirmación no han guardado ni siquiera las formas en su inclinación contra las bases perredeístas.
“Sacado del PRD” por decisión de Miguel Vargas, Hipólito finalmente tomó el consejo de Hugo Tolentino de formar tienda aparte y sustraer las bases del PRD que desprecian a su actual jefe. Ahí surgió el PRM como transformación de la Alianza Social Dominicana que era una franquicia de Luis Rafael Abinader, heredada por su hijo Luis Abinader, quien fuera candidato vicepresidencial de Hipólito con la promesa a apoyarlo como candidato presidencial en 2016.
Todas las encuestas sitúan al PRM como segunda fuerza política detrás del PLD y al PRD luchando por el sótano con el Partido Reformista, que ha logrado su unidad y hasta donde le es posible, trata de recuperar su independencia como partido que había sido convertido en bisagra.
Miguel Vargas hizo su “convención” para escoger al presidente del partido del jacho prendío y en ella no pudo votar su contrincante Guido Gómez Mazara, que encarnó la oposición interna en el “nuevo PRD”. Sus reclamos no han encontrado eco y menos justicia en Tribunal Superior Electoral y la Junta se negó a supervisar –como es su responsabilidad- el ejercicio democrático de las bases de ese partido.
Como si no tuviera contador en su estela de estafas políticas, Miguel Vargas se hizo proclamar candidato presidencial del PRD en la convención de delegados que debió proclamarlo “presidente del PRD”.
Siendo el candidato del PRD, Miguel Vargas no podrá hacer otro papel que sepultar a ese partido y culminar una carrera sin victorias, pero con triste “mérito” de lograr destruir un partido que sobrevivió a todas sus crisis anteriores.
El pueblo dominicano solo gana si los partidos eligen candidatos nuevos, ni ex presidentes ni postulantes derrotados, porque el caudillismo sin montaña se funda solo sobre la corrupción y el envilecimiento de las grandes mayorías que no despiertan de su condición de vasallos.