Aunque por lo general no sean del agrado de las grandes mayorías nacionales cautivadas más bien por temas menos  escabrosos y corriendo además el riesgo de exponerme a que los homófobos del patio piensen que soy un vocero de oscuros intereses,  un simpatizante o miembro encubierto de la comunidad LGBT, reseñaré a continuación tres asuntos concernientes al colectivo gay local e internacional.

Han sido por un lado las desatinadas declaraciones de ciertos comunicadores mediáticos en torno al menoricidio cometido por el sacerdote Ervin Taveras Durán,  en el sentido de que una de las causas del alto número de invertidos en seminarios y altas instancias eclesiales obedece a la severa imposición del celibato a su membresía,  las que han ocasionado mi oposición al respecto.

Erróneamente se cree que la aplicación de tan antinatural disposición determina que la libido de éstos piadosos religiosos,  no encontrando su normal satisfacción en el sexo opuesto recurran para su complacencia al asiduo autoerotismo o al mismo sexo.  Aunque este último alivio homoerótico  sea posible en cárceles o penitenciarías, tengo la impresión que la soltería por mandato ni inclina ni prescribe.

No es el celibato ni el confinamiento en recintos destinados al agrupamiento de hombres los motivos de su anormal preferencia, pues estimo que los portadores de esta tendencia ingresan ya convencidos, persuadidos de la misma, y abrigan además la certeza de que a diferencia de las restantes instituciones, ésta – la religión – representa una gran tapadera al proclamar que ellos son los agentes de Dios sobre la tierra.

Se estima que entre el sacerdocio católico el porcentaje de invertidos es alrededor de un 12% cuando el promedio poblacional oscila entre el 2 al 3% con el agravante de que la variante predominante en sus filas es la pedofilia, o sea, que para su íntimo desahogo prefieren  los menores de edad, los niñatos.  Para su desgracia este abuso es conceptuado como una violación, siendo penalizado por ley en todo el mundo.

Por otra parte es sabido que hace más o menos un año – junio 2016 – el ex-presidente norteamericano Barack Obama a través de su Secretario de Defensa expresó en una histórica rueda de prensa que las Fuerzas Armadas del país estaban abiertas a los transexuales o sencillamente trans, personas que llevan entre sus piernas un sexo que no se corresponde con el género por lo general domiciliado entre las dos orejas es decir, en el cerebro.

Con los tratamientos hormonales adecuados y el decisivo paso por el quirófano los hombres transformados en mujeres y éstas en hombres logran por fin burlar el desequilibrio entre el pubis y la cabeza, y aunque en verdad enfrentan con posteridad problemas con su real identidad, medicación continua y ser objeto de incesante curiosidad por el gran público, profesionales del sexo aseguran que pueden llevar sin dificultad una vida normal.

Los generales y expertos militares consultados por Trump les han recomendado que los trans en activo deben ser expulsados de inmediato del Ejercito ni permitir tampoco nuevos alistamientos, pues según sus retorcidas entendederas ellos consideran su presencia como una vergüenza – hay unos  2500 en activo y 1500 en reserva – y además suponen que su vulnerabilidad sexual les hace particularmente susceptibles al  chantaje de misiones concebidas por la Inteligencia enemiga.  Estas dos castrenses  apreciaciones son falsas como veremos más adelante.    

No es cierto que un transexual aspire ingresar a la armada yankee únicamente alentado por la oportunidad de compartir a diario, sea desnudo o en paños menores, con los compañeros/as de su sexo recién estrenado.  La gran mayoría lo que ambicionan es contribuir al orden y defensa de su país, olvidar su antigua condición y al ser casi siempre muy exitoso el cambio físico experimentado, no deshonran su uniforme ya que su apariencia corporal no inspira desconfianza alguna.

Ignoro el porcentaje de hombres convertidos en mujeres y viceversa existente entre los transexuales en el Ejército americano, pero hay un detalle singular observado por los especialistas en el tema: un significativo  número de hombres transformados en mujer por idealizar y mitificar tanto la condición femenina terminan siendo lesbianas,  y una importante cantidad de mujeres convertidas en hombres, y por la misma motivación propenden hacia  la homosexualidad.  Parece ser que en el mundo de los gustos eróticos se puede decir quizá la penúltima palabra pero nunca la última.

Aunque escuché decir cerca del parque Colón de esta ciudad a un turista que había visto carteles con fotografías de Ernest Hemingway – Hemy – y de Edgar Hoover en el multitudinario desfile del Orgullo Gay celebrado este verano en Madrid,  no resulté en lo absoluto sorprendido por esa insólita visión – Wilde, Gide, Lorca, Chabela Vargas, Gertrude Stein, Pasolini y otros son los acostumbrados – al tener informaciones eruditas y fidedignas de la vida sensual de ambos personajes.

Estoy en la obligación de precisar que la obra literaria de Hemy – 1899-1961 – y las funciones policiales de Hoover – 1895 -1972 –  gozan de mi mas alta estima, en particular las novelas del primero, y si me permito las siguientes indiscreciones con respecto a su vida privada,  no es en menoscabo o demérito de su ganado prestigio sino más bien para que los homófobos locales sepan que son más los que con prudencia viven en silencio su inversión erótica que los obvios con facilidad detectables dondequiera.

Cuando hace tiempo leí “París era una fiesta”, “El viejo y el mar”, “Por quién doblan las campanas” y  “Adiós a las armas” me desagradaba la forma en que su autor describía y maltrataba a los homosexuales visibles transformándoles en caricaturas de sí mismos, en payasos destinados a la incitación del humor y la burla de la ciudadanía, actitud mordaz con regularidad advertida en invertidos latentes, disimulados.

Me enteré que cuando el escritor era un niño su madre lo vestía como si fuera una niña y como reacción a este andrógino pasado, de adulto practicaba el boxeo, la pesca, la tauromaquia, la cacería, la dipsomanía, la homofobia, y la temeridad de conducir una ambulancia en el frente italiano durante la I Guerra Mundial.  Es decir que hacía ostentación de una ruidosa masculinidad, y en ocasiones para demostrar en una discusión que él tenía cojones para enfrentar lo que sea,  se sacaba los suyos.

A esto se agregaba la propensión familiar al suicidio: su padre, su hermano Leicester, su hermana Ursula, su nieta Margaux y el mismo se quitaron voluntariamente la vida.  El mismo decía que había pasado mucho tiempo matando animales en África y en USA para no matarse.  Guardaba su revólver 22 envuelto en un blúmer rojo con encajes que perteneció  a Ava Gardner.  Se casó varias veces y las excentricidades antes mencionadas no explican su temor de sentirse un invertido.

Al margen de estos extravagantes antecedentes ocurrieron tres hechos demostrativos de que su homosexualidad era conocida por sus íntimos.  Cuenta Hadley Richardson su primera mujer, que estando en 1925 en Antibes, Francia  junto a Hemingway, a Scott Fitzgerald y a la esposa de éste llamada Zelda, esta última le expresó: creo que estás enamorado de mi marido ¿qué Scott y yo somos mariquitas? ésa si que es buena dijo Hemy a lo que Zelda le respondió ¡No, sólo tú.  Eres un farsante que te das aires de macho para disimular tu fondo afeminado. 

Por otro lado,  a Gregory,  un hijo del novelista le gustaba travestirse, vestirse de mujer.  Un día Hemy lo descubrió y le dijo: tú y yo procedemos de una extraña tribu.  Esto lo contó un hijo de Gregory, o sea un nieto.  No debemos omitir el singular tratamiento que al parecer este Gregory le dispensaba a su padre al llamarlo Ernestina – así con a final – definiéndolo como un monstruo abusivo empapado de ginebra.

El tercer acontecimiento es el más probatorio, de mayor confirmación: Gustavo Durán – 1906- 1969 – fue un compositor musical español amigo de Falla, Alberti, Lorca y Buñuel que al iniciar la Guerra Civil española se reconvirtió en un valiente y organizado militar a favor de la República,  participando activamente en las batallas del Jarama, Brunete, Teruel y el Ebro.  Existe un trabajo biográfico titulado “Comandante Durán” escrito por Javier Suárez en 2009 donde relata la leyenda y la tragedia de este intelectual en armas.

Su gran protagonismo en la referida contienda bélica y el hecho de ser un artista metamorfoseado en soldado inspiró a reconocidos escritores,  siendo uno de los personajes de “La esperanza” del francés A. Malraux; es Enrique en “La consagración de la primavera” del cubano Alejo Carpentier; es Victoriano Terrazas en “La calle de Valverde” del español Max Aub y sobre todo es Jordán la figura central de “Por quién doblan las campanas” del norteamericano E: Hemingway. Alberti, Salinas, Gil de Biedma y el pintor canario Néstor Martín de la Torre les dedicaron inmortales trabajos.

Tenía también a su favor un físico impresionante y muchos lo consideraban como un niñato bonito reconvertido en gloria militar, llegándose a motejar durante la guerrera confrontación como “El porcelana” por el brillo mate y pulcritud de su piel.  Asi como Hugo Chávez surgió en el escenario mundial como un apóstol inesperado del socialismo cubano en plena bancarrota, Hemy cayó rendido a los pies de Durán, no obstante la  homosexualidad de éste, y estar casado con dos hijos.  Se convirtió el novelista en el panegirista deslumbrado por su heroísmo durante la guerra.

No sólo exaltó su vida a través de Jordán en su célebre novela sobre la Guerra Civil, sino que le abrió las puertas de USA, de su casa en Cuba, del mundo editorial y de posiciones en organismos internacionales.  Aunque por ser contradictorio, ambiguo e incoherente la amistad entre ambos personajes tuvo sus altas y sus bajas, la correspondencia personal de Hemingway no deja lugar a dudas en el sentido de que la admiración inicial por Durán se transformó en un platónico enamoramiento.  Por sus frecuentes desencuentros y como ocurría por lo general, la postura final de Ernest fue el inexplicable alejamiento de su ídolo.

El caso de Edgar Hoover es más conocido que el de Hemingway al ser del dominio público haber fundado el FBI y ser su Director – durante 37 años – hasta su muerte.  Acosó los activistas políticos en el Macarthismo, los movimientos a favor de los derechos civiles y a los contestatarios de la guerra de Vietnam. Acumuló un enorme poder y Kennedy, Johnson y Nixon fracasaron en sus empeños de cancelarle.  Al final se le hizo un funeral de estado y la sede en Washington de la FBI lleva su nombre.

Desde 1940 se sabía que Hoover era un invertido encubierto, que su pareja por largos años fue Clyde Tolson director asociado del FBI,  y fue este último quien heredó  sus propiedades y bienes aceptando la bandera del ataúd de Hoover en sus exequias.  En 2011 dirigida  por Clint Eastwood y protagonizada por Leonardo Di Carpio se filmó en USA”J. Edgar “una película donde se aborda su homosexualidad y presunta relación sentimental con Tolson.

Una excentricidad de Hemy fue la creación en 1942 en Cuba de una red de informantes para monitorear los falangistas que allí residían,  y junto a la FBI y la embajada americana montó un operativo para detectar – usando su yate “Pilar” – la presencia de submarinos alemanes en la zona.  Buscó a Durán en los Estados Unidos para que lo asistiera en ambas aventuras.  Sin saberlo Hoover preparó un informe de unas 100 páginas sobre sus actividades en la isla y fuera de ella – un 20% de su contenido se refiere al Porcelana-.

A pesar de su gran poderío en el gobierno estadounidense, su reconocida vocación sexual lo convertía  en un blanco fácil de extorsionar por parte de los Servicios Secretos de los países que adversaban al coloso del norte,  pero al parecer esto nunca sucedió o funcionó.  Por ello considero una sugerencia intempestiva la ofrecida por los militares consultados por Trump que suponen a los transexuales del Ejército susceptibles de posibles chantajes y por ello ser expulsados de sus filas.

Finalmente subrayo que no estaba exagerando el supuesto militante LGBT que en solitario exhibía las fotografías de Hemingway y Hoover respectivamente, y en razón de que las figuras icónicas de la homosexualidad reiteradamente presentes en estos desfiles son invertidos confesos y fuera del armario, el hecho de tratarse de dos celebridades muy discretas en los predios de la sodomía me hace pensar que se trataba de un miembro encubierto, furtivo, muy reservado en definitiva.