Los trastornos de salud mental más frecuentes son, entre otros, el estrés, el miedo, la ansiedad, el pánico y el trastorno de pánico. Por su parte, el estrés es un sentimiento de tensión física o emocional como reacción del cuerpo humano a un desafío o demanda inmediata. Las causas más comunes que producen estrés, son: Cambios significados en la vida, la ruptura amorosa, el diagnóstico de una enfermedad catastrófica, actividades laborales que no nos satisfacen, dificultades en las relaciones conyugales o de pareja, así como problemas familiares, personales y financieros no resueltos.
Cuando hablamos de miedo, nos referimos a una respuesta emocional inherente a la especie humana que aparece cuando hay una situación de peligro o amenaza inminente. El carácter instintivo y automático del miedo ha permitido la supervivencia de la especie humana en un entorno hostil. Cuando se produce el miedo, el cerebro activa una señal de alarma ante una situación de peligro o amenaza real inmediata. Según Antony y Barlow (1996), el miedo se centra en la situación presente y representa una reacción de alarma urgente ante una percepción de amenaza.
En la Biblia encontramos un fenómeno asociado al miedo como estrategia militar utilizada en la antigüedad. En tal sentido, la Biblia refiere que, el ejército de Gedeón irrumpió por sorpresa en mitad de la noche en el campamento enemigo haciendo sonar trompetas y rompiendo jarros. El gran estruendo provocado por Gedeón y sus hombres hizo que los enemigos huyeran despavoridos, llorando y gritando, presos de un miedo desesperante.
Por su parte, la ansiedad es una anticipación aprensiva de un peligro futuro que viene acompañada de sentimientos de disforia o síntomas somáticos de tensión. La ansiedad se centra en la anticipación de acontecimientos que no han ocurrido todavía, pero que se perciben como incontrolables, impredecibles y potencialmente peligrosos. Esta anticipación es lo que provoca la preocupación y la negatividad. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), millones de personas a nivel mundial han sufrido y/o están sufriendo ansiedad debido a la pandemia del covid-19 y a la crisis económica por la que estamos atravesando millones de personas, tanto en los países industrializados y como en los países en vías de desarrollo como el nuestro.
Otro trastorno de salud mental importante es, el ataque de pánico. El ataque de pánico se caracteriza por la interpretación catastrófica de síntomas físicos que pueden aparecer en el organismo humano por múltiples factores, tanto externos (estrés emocional o laboral) como internos (exceso de nicotina y cafeína), según la American Psychiatric Association. Cuando ocurre un ataque de pánico, la mayoría de las personas creen que están teniendo un ataque al corazón o que están a punto de morir. Según los estudios, un ataque de pánico puede durar entre cinco (5) y veinte (20) minutos en promedio. No obstante, hay ataques de pánico que pueden durar una hora o más, según la capacidad que tenga la persona sobre sí misma (OMS-OPS).
Por lo que se conoce hasta ahora, el ataque de pánico es aterrador e interfiere en las actividades sociales, laborales, comunitarias y personales de la persona que lo padece. Según cuatro (4) estudios realizados por siete (7) neuro científicos y nueve (9) psicólogos sociales en el Reino Unido, Sub-África, Argentina, Estados Unidos e Italia en el período 2001-2014, las mujeres son más propensas a sufrir ataques de pánico que los hombres. La mayoría de los seiscientos dos mil (602,000) casos de ataques de pánico que fueron estudiados refieren que, la bioquímica y el sistema hormonal de las mujeres, es el factor principal para que éstas sufran más ataques de pánico que los hombres.
Los expertos que participaron en los estudios referidos más arriba constataron que, el organismo humano genera una respuesta natural cuando está frente a un peligro inminente. En tal sentido, los expertos constataron que el ataque pánico acelera el corazón y las personas respiran más rápido, debido a una descarga importante de adrenalina o energía desbordante. Por su parte, los neuro psicólogos, los neuro científicos, los psicólogos y los psiquiatras sabemos que, cuando ocurre un ataque de pánico, el cerebro ordena preparar los músculos para una lucha frontal o huir. Otros estudios realizados en el período 1996-2008 refieren que, los ataques de pánico podrían resultar del desequilibrio o desbalance de las sustancias químicas del cerebro (DMS-V, OPS-OMS).
Tres (3) estudios realizados por neuro científicos en el período 2014 y 2018 refieren que, los ataques pánico podrían estar asociados a problemas físicos y mentales de las personas que han visto sufrir y morir familiares, parientes, amigos y relacionados de forma trágica o inesperada. Incluso muchas de las personas que han sufrido ataques de pánico, se han enfermado de la tiroides hiperactiva (hipertiroidismo) o han presentado problemas psicológicos, cardíacos y respiratorios complicados (OMS-2018). En tal sentido, dichos estudios han constatado que, la mayoría de las personas con ataques de pánico han recurrido al uso y abuso del alcohol y a otras sustancias prohibidas, tales como la mariguana, la cocaína y la heroína, la nicotina y la cafeína” (OMS/OPS).
Por su parte, seis (6) estudios comparativos en los que participaron trescientas veinte y dos mil (322,000) personas que han sufrido ataques de pánico en catorce (14) países ricos y en igual número de países en vías de desarrollo en el período 1998-2014 refieren que, las personas entrevistadas presentaban, entre otros, los siguientes síntomas: (x). Sensación de miedo, terror o ansiedad intensa; (xi). dificultad para respirar o respiración muy rápida; (xii). dolor u opresión en el pecho; (xiii). latido del corazón acelerado o un síntoma de latido regular; (xiv). sudoración copiosa aun no habiendo estresores visibles; (xv). náuseas o malestar estomacal; (xvi). mareo y temblores; (xvii). entumecimiento u hormigueo en el estómago y en otras partes del cuerpo. Por su parte, el Manual de Diagnóstico Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V) refiere que, el ataque de pánico afecta la cognición, la emoción y el comportamiento humano (DMS-V, OMS-OPS-2018)).
Varios autores, entre los que se encuentran Antony y Barlow, incluyen a los ataques de pánico en el conjunto de los llamados “nuevos síntomas” o “síntomas actuales”, junto a la depresión, la anorexia, la bulimia y a las adicciones. Por lo que se sabe, los ataques de pánico denuncia una presentación difusa y aguda del malestar psico emocional que perturba las coordenadas subjetivas de las personas, provocando que éstas se queden “sin recursos lógicos” para tomar decisiones y defenderse frente a un peligro inminente.
Otra de la patología de la conducta humana más comunes, es el trastorno de pánico. Los síntomas más visibles de un trastorno de pánico, son entre otros: (1). Ataques reiterados de angustia cuando no hay razón para la reacción de pelear o huir; (2). cambio de actividades diarias debido a que a la persona le preocupa que vaya a tener otro ataque; (3). miedo de estar en multitudes, hacer una fila o de entrar a centros comerciales; (4). miedo de tener otro ataque de pánico o de no poder escapar si esto llegara a ocurrir. Como se puede apreciar, el trastorno de pánico bloquea la psiquis humana y esto a la vez provoca una ruptura mental que podría resultar catastrófica, pues el cerebro entra en un estado de schok y genera una confusión y conmoción fisiológica de importancia.
Últimamente los neuro psicólogos, los psiquiatras y el propio DMS-V, han calificado el trastorno de pánico como una enfermedad mental grave a la que se le ha denominado agorafobia. La agorafobia provoca que las personas no salgan de sus hogares por temor a que les pase algo malo o catastrófico. En tal sentido, se ha comprobado que, la mayoría de las personas con agorafobia suelen padecer de depresión y/o bipolaridad. La agorafobia es un trastorno mental sumamente complejo que debe ser diagnosticado y tratado por un equipo de profesionales en higiene y salud mental experimentado (OMS-DMS-V).
Por su parte, el diagnóstico del trastorno de pánico debe realizarse con mucho cuidado y profesionalidad, para no confundirlo con el ataque de pánico. Como tal, dicho diagnóstico incluye un electrocardiograma, la revisión de la presión arterial, realizar análisis de laboratorio y varias indagatorias más, tales como: conocer los hábitos ecológicos del paciente e identificar los posibles estresores orgánicos, sociales, laborales, comunitarios y familiares que pudiesen estar provocando la patología mental (DMS-V). Un médico-psiquiatra juega un papel de primer orden en el diagnóstico y el tratamiento del trastorno de pánico.
Por lo general, el tratamiento para el trastorno de pánico incluye asistencia psicológica y terapia cognitivo-conductual, así como el uso de medicamentos que ayudan a controlar la patología mental. Si el tratamiento del trastorno de pánico es conducido por un profesional en higiene y salud mental experimentado y, el paciente y sus familiares ponen de su parte, el cuadro patológico se puede superar. No obstante, los síntomas del trastorno de pánico podrían volver, sobre todo, si el paciente deja el tratamiento demasiado pronto o éste no tiene el control del estresor o los estresores que generan el trastorno mental.
Los neuro científicos, los neuro psicólogos, los psicólogos y psiquiatras sabemos que, el tratamiento a tiempo de un trastorno de pánico, evita problemas de salud física y psicológica más complejos, tales como angustia o trastorno de angustia, depresión, ansiedad o trastorno de ansiedad, miedo excesivo, estrés fuera de control, entre otros problemas de salud mental (DMS-V-OMS-OPS). Trabajar con una persona que ha sido diagnosticada con un trastorno de pánico, es sumamente agotador, no sólo para el terapeuta, sino también para el propio paciente y sus familiares. La buena noticia es que, el trastorno de pánico diagnosticado y tratado a tiempo, se puede curar.
Según los datos de tres (3) estudios realizados por neurocientíficos, neuropsicólogos, psicólogos y psiquiatras, período 1998-2009, el noventa y dos por ciento (92%) de las personas que han visto morir o enfermar parientes de enfermedades graves o catastróficas han sentido estrés, miedo, ansiedad, ataque y trastorno de pánico. Según los estudios referidos, ningún ser humano está exento de padecer uno o más de los trastornos mentales que hemos vistos hasta ahora. No obstante, hay otros trastornos mentales más complejos, tales como la Depresión, la bipolaridad, el trastorno de angustia y la esquizofrenia.
“El estrés, el miedo, la ansiedad y el ataque y los trastornos de pánico, no son signos de debilidad. Son signos de haber intentado ser fuerte durante mucho tiempo”. Anónimo.