TRAPICHEO
“. . . sino los políticos de la corrupción, del TRAPICHEO, de la cogioca . . .”
Es fácil de adivinar que en el origen de este sustantivo se halla la palabra trapiche que tiene larga historia en el español americano. Del trapiche se desprendió el verbo trapichar o trapichear al que remite el título de esta sección, con el sustantivo trapicheo. Estos verbos también tienen su historia particular en Hispanoamérica. Lo enunciado más arriba se analizará en detalle más abajo.
La primera mención documentada de la palabra trapiche data de 1535; quien la usó fue Fernández de Oviedo en su Historia de las Indias. La asociación entre trapiche y azúcar es tan fuerte que, “Los diccionarios clásicos solo atienden el trapiche de azúcar”, escriben Corominas y Pascual en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-V- 602). La palabra trapiche pasó al portugués a través del Brasil. Se piensa que trapiche deriva del mozárabe por la terminación -ich que se encuentra en otras palabras de ese origen.
El trapicheo es, en otras palabras, la acción de ingeniárselas
“Trapiche es una de las palabras del vocabulario del azúcar que personas de procedencia canaria extendieron por las Antillas”, así aparece en el Tesoro léxico canario-americano (2010:1021). Covarrubias trajo la palabra trapiche en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611:1327), “el ingenio del açucar. . .”
En América en 1836 Pichardo asienta el verbo trapichear, “Comerciar en pequeño, tratar y hacer negocios por menor o de poca monta; pero con diligencia y sagazidad”. Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836:587). Derivados de trapiche son trapichero, trapichear, verbo el último que la RAE incluye en su diccionario de 1884, “ingeniarse, buscar trazas no siempre lícitas para el logro de algún objeto”. Así trapicheo termina en ese diccionario en tanto “amaño, embuste, treta”, quizás por influjo semántico de trapacear.
El germen de la última parte de las acepciones del diccionario de la RAE lo introdujo Pichardo en su Diccionario casi razonado… al redactar, “pero con diligencia y sagacidad”.
En la actualidad las acepciones recogidas por el diccionario académico de la lengua son las que escribió Pichardo, recogidas en la redacción del Diccionario de la Real Academia del 1884. El trapicheo termina, “Acción y ejercicio de trapichear”.
El trapicheo es, en otras palabras, la acción de ingeniárselas, inventado planes con agudeza para conseguir algo o ejecutarlo.
KAPUT
“. . . o de comenzar a debilitarse el sistema judicial, entonces, KAPUT”.
Esta voz es extraña a la lengua española, se la puede encontrar con una sola letra T /t/ al final o con dos tes. Escrita de esta manera llegó al español desde el alemán.
Tiene una historia de ida y vuelta, es decir, tuvo su origen en un dialecto del oeste de Francia. Ya en el 1619 se la encuentra capot en el juego de cartas para el jugador “que no se ha llevado” nada; de ahí pasó al sentido de “humillado”.
Al inglés llegó desde el alemán en 1895, ya con el valor de vencido, para acabar significando, “terminado, muerto, destruido”.
Al alemán pasó ya en el año 1652 como kaput con el sentido de vencido, muerto. En 1718 el francés recobra la palabra, escrita kapout o capout para las personas que han perdido la vida, vencidas y, para las cosas destruidas.
Al inglés llegó desde el alemán en 1895, ya con el valor de vencido, para acabar significando, “terminado, muerto, destruido”. Y para maquinarias, “inservible”.
Al español ha pasado con el uso de “echado a perder, roto” y “sanseacabó”. Se divulgó en lengua española después de la Segunda Guerra Mundial como consecuencia de la publicación de la novela Kaputt de Curzio Malaparte. El autor de la novela nació en Italia de padre alemán y madre italiana. Ese nombre fue el seudónimo elegido para firmar sus escritos.
RIDÍCULO
“Trump considera ´absolutamente RIDÍCULO´ la apertura de otro juicio político”.
En ocasiones anteriores se han analizado por este medio los deslices en que incurren algunos escribientes cuando deciden traducir directamente al español. Directamente en este caso sirve para expresar por cuenta propia y apoyándose en similitud de palabras entre las lenguas.
No es extraño que palabras del mismo origen se orienten de manera diferente en lenguas distintas y terminen con rasgos disímiles o matices característicos en varias lenguas. Muchas veces estos cambios vienen como consecuencia del uso.
En muchas oportunidades se traduce echando mano de lo más cercano en la escritura, aunque no siempre se acierte de esta manera.
En la situación específica del vocablo ridículo se ha establecido una diferencia marcada entre ese vocablo del español y ridiculous del inglés. Vale la pena comenzar por revisar los sentidos que tiene el vocablo ridículo en español para compararlo con la voz mencionada del inglés.
La primera acepción que reconoce el diccionario oficial de la lengua española es, “que mueve o puede mover a risa por su rareza o extravagancia”. Luego viene la acepción que introduce el poco aprecio o consideración de algo por extraño o irregular. A seguidas aparece la acepción “que atiende a lo excesivamente delicado, que encuentra fallas con muchas frecuencia”.
Resulta obvio que Trump no se refería a estas cualidades de lo que ridículo significa en español, sino a otra cosa muy diferente. Él se refería a lo absurdo que él considera que es un nuevo juicio, porque “no es razonable ni lógico; es chocante, contradictorio, anormal”. Todos los conceptos vaciados después de absurdo son sinónimos de este.
En muchas oportunidades se traduce echando mano de lo más cercano en la escritura, aunque no siempre se acierte de esta manera. Es un modo fallido de trasladar los mensajes de una lengua a otra. Quienes incurren con mayor frecuencia en este error son los “bilingües” que traducen de oído.