Siempre hemos oído hablar de las riquezas del Vaticano. No tanto la magnificencia de las obras de Miguel Ángel y otros  artistas del “quattrocento” italiano, en los albores del renacimiento.  Son obras de arte que sólo sabremos su valor si son subastadas. Mientras tanto, es incalculable. Por lo tanto, debemos aplicar a las finanzas vaticanas el moderno concepto de la transparencia.

Lo contrario es la opacidad y el extremo es el silencio sobre el tema. Es, por lo tanto, una sorpresa que alguien autorizado hable sobre las finanzas del Vaticano públicamente. En Vatican Insider, el Cardenal Giovanni Lajolo, antiguo Presidente del Gobernatorado de la ciudad del Vaticano habla sobre las riquezas del Vaticano (Disponible en el siguiente enlace:  http://www.lastampa.it/2015/12/03/vaticaninsider/es/reportajes-y-entrevistas/vatileaks-los-escndalos-no-tumban-la-credibilidad-de-la-iglesia-Me4XUCZbE4hcJ5uKPR8mzO/pagina.html )

La entrevista ofrecida por el Cardenal Lajolo comenzó respondiendo sobre las propiedades del Vaticano:  “Antes que nada, hay que precisar de qué se habla cuando se habla de las propiedades de la Santa Sede, porque según muchos son propiedad de la Santa Sede bienes que no le pertenecen: es decir también los bienes de la diócesis de Roma, de los Institutos Religiosos y de las Confraternidades con sede en Roma, etc., todos entes administrativamente independientes y cuyos bienes no son de la Santa Sede; así como tampoco lo son los bienes del Estado de la Ciudad del Vaticano, que tiene una gestión autónoma, como cualquier estado. Sería superfluo añadir, pero tal vez no completamente, que, propiamente hablando, tampoco el IOR, que es un «ente central de la Iglesia», es un órgano de la Santa Sede, sino que se relaciona con ella de la misma manera que un instituto de crédito italiano con el gobierno italiano.” 

El Cardenal Lajolo se expande discutiendo los generados por indemnización según el Acuerdo de Letrán: “Entre las propiedades de la Santa Sede, hay que distinguir algunos bienes históricos, como, por ejemplo, las basílicas mayores de Roma, de los bienes que sirven para las actividades de la Santa Sede como órgano de gobierno (más propiamente de servicio) de la Iglesia universal. Casi todos estos bienes provienen de los depósitos que hizo Italia a la Santa Sede con el Tratado lateranense del 11 de febrero de 1929, como indemnización parcial (es más, mínima) por la supresión del Estado pontificio, que Italia llevó a cabo con violencia en 1870. 

La Santa Sede usó esos capitales:  

1) principalmente para la construcción de algunos edificios alrededor del Vaticano con departamentos para el uso propio del personal, con rentas favorables para compensar lo poco de sus retribuciones. Pero el número de estos departamentos no es adecuado para el número, que se ha incrementado del personal;  

2) también para la construcción de algunos seminarios regionales en el centro y en el sur de Italia, en donde las diócesis no tenía la posibilidad de ocuparse autónomamente de esta exigencia primaria de la Iglesia; 

3) finalmente, para tres inversiones inmobiliarias en el extranjero (demostrada la histórica falta de credibilidad política y económica de Italia), para garantizar un “fuerte” a los propios recursos económicos. Pero las rentas italianas y extranjeras (de las cuales la Santa Sede ofrece anualmente un informe público) son absolutamente insuficientes para cubrir los gastos. La Santa Sede, por ello, debe también usar otros fondos: 

– el Óbolo de San Pedro, instituido en Francia por iniciativa de los católicos después de 1870, justamente para las necesidades temporales de la Santa Sede, pero que en la actualidad se utiliza en gran parte para la actividad caritativa del Papa; 

 – el Canon 1271 del Código de Derecho Canónico, que establece un contributo de las Iglesias locales, según sus posibilidades, para que funcione la Santa Sede.  

A estas fuentes, hay que añadir la actividad financiera de la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), ente que se ocupa de las inversiones de la liquidez existente.”

A las preguntas ¿cuáles son las finalidades de la gestión del patrimonio inmobiliario? ¿Cómo responde a quienes dicen que las ganancias sirven solamente para enriquecerse?, presentó la siguiente respuesta:   “Las necesidades de la Santa Sede son las que acabo de indicar: responder a las necesidades operativas de la Santa Sede en cuanto gobierno (más propiamente servicio) de la Iglesia universal. Las ganancias de la gestión inmobiliaria parecen muy grandes con respecto a los de una diócesis italiana promedio, pero, como dije, no son en realidad suficientes para responder a las necesidades operativas de la Santa Sede, sobre todo si se considera también su intensa e institucional actividad caritativa. En relación con las ganancias que sirven solo para enriquecerse, es decir a las ganancias de la Santa Sede que se usan con finalidades diferentes para que se enriquezcan individuos privados, ¡me gustaría conocer ejemplos concretos! “

Una sorpresa para este escribidor es el dato de que la empleomanía vaticana es de sólo 2,000 empleados. Cualquier ministerio dominicano duplica este número, con botellas incluidas. Todo este esfuerzo de relaciones públicas parte del llamado “Vatileaks 2” generado por la aparición de dos libros con documentos filtrados de la Comisión para la Reforma Financiera del Vaticano. Entre los imputados se encuentra un monseñor español, Ángel Lucio Vallejo Balda.

Llamo la atención a la clase política dominicana cómo está manejando el Papa Francisco el problema del saneamiento de las finanzas y los problemas de los “juegos de poder” en el trasfondo vaticano. Los problemas de transparencia llegan hasta las puertas vaticanas. Aquí debemos transparentar las finanzas de las islas autónomas que la más sonada en estos días es la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE). La transparencia nunca la ha habido ni en el Vaticano ni aquí…