En días recientes el tema del tránsito, el transporte y la seguridad vial han estado en la palestra pública, desde anuncios para ampliación de carreteras, teleférico para Santiago y hasta las declaraciones de que en Santo Domingo “tapones per se” no hay.

La pregunta puede ser cómo yo contribuyo a mejorar el tránsito y el transporte (tomando ideas de John F. Kennedy, “no preguntándome qué puede hacer mi país por mi, sino qué puedo yo hacer por mi país”). Lo primero es cumplir la ley de Tránsito, Transporte y seguridad vial. Ya la Digesett tiene su formato de multas con más de 25 acápites de posibles violaciones a la ley vigente.

Conforme a la ley 63-17 tras la formación del Intrant debieron emitirse 45 reglamentos y otras resoluciones con resoluciones reglamentarias. Si bien las publicaciones del Intrant hablan de que mas del 90% de dichos reglamentos están aprobados, en una página electrónica no actualizada, solo tiene unos 15 reglamentos. La Opret y la Omsa continúan sin convertirse en empresas públicas o público privadas.

Nos preguntamos si los sindicatos operadores de rutas se convirtieron en empresas, como manda la ley, o qué ha pasado. Todos debemos poner la casa en orden. Los ciudadanos debemos cumplir la ley, al igual que los organismos del Estado. Esto no es solo de que la Digesett nos obligue con su vigilancia y multas, sino que nosotros debemos manejar, y caminar por las calles, avenidas carreteras y autopistas cumpliendo las leyes.

Para esto necesitamos educación ciudadana, al tiempo que se instauran las debidas vigilancias de cumplimiento. En Santiago existe una Fundación que se dedica a educar sobre el tema, en su libro “De Camino a la Escuela”, instruyen a los niños y niñas sobre el adecuado manejo en la vía publica, recuerdo el uso de mimos para corregir el bloqueo de los pasos de cebra y otros malos usos de las calles y avenidas.

En el paso del tiempo nuestro país pierde miles de millones de dinero en accidentes y sus consecuencias, emocionales y económicas, en combustibles innecesarios de los tapones, y en nuevas inversiones, ya sea ampliando carreteras o nuevos y novedosos métodos de transporte colectivos, que si bien son necesarios, no son las únicas soluciones aplicables.