No podemos en duda la buena fe que inspira la propuesta de Fausto Ruiz, ex síndico de La Vega y actual diputado por el PRM, de crear un fondo económico con recursos provenientes de la aplicación de la Ley de Tránsito, obviamente de las multas aplicadas a los infractores, con la finalidad de implementar programas de concienciación de los conductores durante los feriados especiales de Semana Santa, Navidad y Nuevo Año.
Es precisamente en esos feriados cuando se registra la mayor cantidad de accidentes vehiculares que dejan como saldo una elevada cantidad de víctimas fatales, principalmente motoristas que aportan las dos terceras partes como promedio, más una gran cantidad de lesionados, buena parte de los cuales con secuela de lesiones que tienen que someterse a un intenso programa de rehabilitación, y en algunos casos provocan discapacidad permanente.
Pero es también en esos mismos espacios de tiempo, que el Estado a través del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) se ve obligado a movilizar una enorme cantidad de recursos humanos y logísticos para prestar servicios de asistencia y auxilio por el gran desplazamiento en las autopistas y carreteras de vehículos públicos y privados, en su gran mayoría con destino a los centros de recreación.
No escasean entonces las exhortaciones y campañas de advertencia de organismos públicos y empresas privadas dirigidas a los conductores para manejar con prudencia evitando el consumo de bebidas alcohólicas.
Lamentablemente en no pocos casos son advertencias que caen en oídos sordos y necios, reacios al cumplimiento de las normas de conducción responsable y el llamado “manejo defensivo”.
No creemos que por invertir mayor cantidad de recursos en una más intensa campaña de toma de conciencia por parte de los conductores en los feriados señalados, pueda producir cambios al menos de cierta significación.
La forma desordenada de manejo característica de nuestro país, no precisamente del dominicano que cuando emigra se ajusta a las normas prevalecientes en el país donde va a residir, y que contribuye a hacer más caótico y riesgoso el tránsito vehicular responde a una diversidad de factores que resultan inmunes a simples campañas eventuales en los casos apuntados y a que se refiere el proyecto del diputado vegano.
Hábitos de mal manejo e incumplimiento de las normas practicados a diario responden a un comportamiento muy arraigado que requiere de toda una vasta política de cultura permanente, la celosa vigilancia de las autoridades, el cumplimiento de la ley y el régimen de consecuencias para quienes insistan en transgredirlas.
Las violaciones a las normas de tránsito son numerosas y realizadas de manera impune. Están a la vista de todos: desde conducir mientras se habla por el celular, hasta transitar motores y vehículos pesados por los túneles, pasar del carril uno al cuatro en un violento giro del guía, no disponer de un sistema de paradas para ómnibus y conchos, doblar por la izquierda ocupando el carril del vehículo que viene en sentido contrario, parquear en aceras, espacios públicos y áreas verdes, miles de vehículos transitando sin seguro y de conductores con la licencia vencida y cuchucientas mil violaciones mas.
No, el problema del tránsito, diputado Ruiz, es de mayor envergadura y requiere de toda una estrategia integral y permanente aplicada con una firme voluntad política que va mucho más allá de breves y ocasionales campañas de exhortación que no pasarían de resultar simples tiros de salva.